El Mercedes-Benz CLK 63 AMG Black Series es la versión de calle del safety car actual de la Formula 1 y como coche de circuito que es, nada o casi nada tendría que envidiar a los coches a los que guía durante el curso de un gran premio; modelo que junto al CL65 AMG son los modelos con que AMG celebra los 40 años que lleva construyendo vehículos de altas prestaciones.
Sin los accesorios que lo identifica como Safety Car, lo que nos "queda" es un vehículo que usa un motor V8 de 6,3 litros de 500 caballos adosado a una caja AMG SPEEDSHIFT de siete velocidades.
Esa combinación es suficiente para llevarlo de 0 a 100 en 4,3 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 299,3 km/h.
Los grandes tapabarros de fibra de carbono del CLK acogen llantas de aluminio de 19 pulgadas, las que a su vez llevan frenos de disco de 14,2 pulgadas en la delantera y de 13 pulgadas en la trasera.
Nuevas tomas de aire al frente del vehículo ayudan a ventilar un radiador más grande y al segundo enfriador de aceite de la transmisión.
El diferencial de desplazamiento limitado en la parte trasera también tiene su propio enfriador de aceite, el cual posee un ventilador controlado por un termostato. Un alerón y un difusor de fibra de carbono en la parte posterior ayudan a mejorar la aerodinámica del vehículo.
Otras modificaciones incluyen un sistema de escape deportivo, faldones laterales, suspensión ajustable, un chasis más rígido y controles de tracción y de estabilidad especialmente calibrados.
El nuevo sistema de suspensiones AMG da un paso hacia adelante en la conducción deportiva, con la opción de que cada piloto conductor pueda elegir la configuración a su gusto, pudiendo seleccionar desde su dureza hasta la compresión y recuperación de los amortiguadores.
Para ayudar en la tracción, el eje trasero incorpora un diferencial multi-disco, además de una configuración deportiva del ASR y el ESP.