La nueva versión hatchback del Kia Rio JB -denominada Rio5- representa un singular y novedoso estilo. Obliga a detener la mirada para contemplar en detalle los trazos que definen la terminación del portalón, la cintura que recorre el perfil o la elegante terminación del pilar C.
Resulta interesante analizar algunas otras soluciones estéticas destacadas: en primer lugar, el techo no cae bruscamente, como es la tónica en los hatchback, sino que mantiene su altura hasta el límite con el portalón. Esto no atenta contra su imagen deportiva, ya que el trabajo realizado en la curva que define las puertas, empalma magistralmente en el faro trasero.
El segundo gran detalle está representado, sin duda, por el trabajo arquitectónico del portalón que exhibe una superficie biselada en cada extremo, macizos faros de posición insertos en la carrocería y una luneta semirectangular; este juego geométrico le da al Rio5 un aire personal y sofisticado que no atenta contra la visibilidad.
En el interior la envergadura física de quien esté al volante no es un factor que impida obtener una correcta posición de manejo. El volante puede regularse en altura y la butaca del conductor ofrece, además de las habituales correderas, articulaciones que modifican la altura de la banqueta. El habitáculo evidencia un trabajo cuidadoso hasta en sus más mínimos detalles.
Se destaca la consola central en dos tonos de gris, como toda la plancha de instrumentos, y donde los distintos mandos están ribeteados en negro.
En la consola central los instrumentos se encuentran bien ordenados y a buen alcance de las manos del conductor. Destacan la radio CD con conexión a Ipod y control remoto, toma de corriente, y los múltiples portaobjetos para tarjetas y porta-anteojos.
En cuanto a su habitabilidad, las amplias dimensiones interiores permiten acoger a cinco pasajeros. Especialmente cómodas son las plazas delanteras, donde se pudo comprobar que el acompañante está en condiciones de extender bien las piernas.