Es impresionante cómo la industria del automóvil ha dado pasos agigantados en cuestión de eficiencia, seguridad, confort y desempeño en los últimos años. Sin ir tan lejos, la diferencia de tecnología entre un automóvil de finales de la década de 1990 con una de la actualidad es abismal, ya no hablemos con vehículos con más de 30 años de antigüedad.
Evidentemente, los apartados de mayor relevancia por parte de la industria automotriz para la humanidad es el desarrollar tecnologías que sean totalmente amigables con el medio ambiente, ya sea disminuyendo el consumo de combustible o bien empleando tecnologías alternativas. Un segundo punto es la creación de tecnologías que eleven la seguridad de los pasajeros.
En este último apartado, los fabricantes han puesto todos sus esfuerzos para que disminuyan considerablemente las muertes y la gravedad de las lesiones de los automovilistas y pasajeros. Teniendo en cuenta que más del 95% de los accidentes son propiciados por errores humanos, la tendencia de la actualidad es la creación de vehículos autónomos dotados de la mayor cantidad de sistemas de seguridad solo con la diferencia que al volante no existe un ser humano que tenga distracciones.
Dejando a un lado la conducción autónoma, los vehículos de hoy en día además de estar dotados de sensores, radares y cámaras que permiten detectar los peligros y así evitar un accidente, las estructuras y materiales empleados en la construcción de los automóviles modernos juegan un papel fundamental para salvaguardar a los pasajeros en caso de un impacto.
Para demostrar la evolución del nivel de seguridad de los automóviles en los últimos 20 años, la ANCAP de Australia llevó a cabo una colisión frontal entre un Toyota Corolla 1998 y uno de 2015. Tras impactarlos a una velocidad de 64 km/h, estos fueron los resultados:
Corolla 1998 vs Corolla 2015