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Test drive: Nissan Qashqai 2018

La marca actualiza el modelo más importante de su catálogo de pasajeros con un rediseño exterior e interior, y nuevo equipamiento. Sigue teniendo ventajas importantes frente a varios competidores, pero mantiene intactos sus puntos débiles.

Test drive: Nissan Qashqai 2018

La historia del Nissan Qashqai es medianamente conocida y demuestra que el uso de un nombre complicado de pronunciar no es sinónimo de fracaso comercial.

El modelo apareció como conceptual en 2002 mostrando un concepto de SUV urbano, mezcla entre SUV, station wagon y hatchback, y se materializó en 2007 con una primera generación que tardó dos años en llegar a Chile, aunque sin los resultados esperados, hasta que la marca corrigió su estrategia de precios, versiones y posicionamiento.

Para 2014 se lanzó la segunda generación, un Qashqai que mejoró todos los aspectos posibles: nueva plataforma CMF más rígida y ligera, diseño moderno más aerodinámico, mayor amplitud interior, más calidad de construcción y equipamiento abundante.

Bueno, mejoró casi todos los aspectos, ya que el nuevo Qashqai mantuvo bajo el capó el mismo motor gasolinero MR20, un dos litros con 140 caballos que se conocía desde mediados de la década anterior.

Esta segunda generación impactó en el mercado por su propuesta de valor como modelo de entrada en el segmento de los SUV medianos, con precios adecuados y una oferta centrada en los modelos 4x2, al punto que hoy representa el 16% de las ventas de Nissan en Chile, siendo superada exclusivamente por la NP300.

Sin embargo, el tiempo ha pasado y ya era hora de actualizar algunos aspectos que se podían mejorar de Qashqai, partiendo por el diseño exterior e interior, y eso así como en el segundo semestre de 2017 se lanzó en Chile este Qashqai que podríamos denominar 2.5.

El restyling estético

Los mayores cambios se aprecian en el frontal, donde el Qashqai asume la identidad visual del resto de la gama de SUV de Nissan.

La parrilla frontal adopta el diseño V-Motion, con la gran V cromada que se extiende hacia abajo en un nuevo parachoques, y hacia arriba a través de las nuevas nervaduras del capó, que lo hace lucir más dinámico y musculoso.

Grupos ópticos y neblineros también reciben nuevo estilo, y se suman diurnas LED y focos adaptativos en las variantes más altas.

Llantas de nuevo diseño de 17, 18 y 19 pulgadas y antena tipo aleta de tiburón se distinguen en la misma silueta anterior, mientras que en la zaga se renueva el diseño del parachoques y los focos.

Pero como la base y la carrocería son básicamente lo mismo que antes, no hay cambios en las medidas exteriores del Nissan Qashqai, que tiene 4.394 mm de largo, 1.806 mm de ancho, 1.595 mm de alto y 2.646 mm entre los ejes, con 18 centímetros de despeje al piso.

Tampoco hay cambios en el paquete mecánico, compuesto por el veterano motor MR20, un cuatro cilindros y dos litros, que eroga 142 caballos de fuerza y 200 Nm de par a las 4.400 rpm, asociado a una caja mecánica de seis velocidades o una automática CVT, ya sea con tracción delantera o total.

La marca homologa 9,3 km/litro en ciudad (10,4 con la caja CVT) y 12,6 km/litro en carretera (13,7 en la versión automática). Sin embargo, nosotros no pudimos mejorar nunca los 8 km/litro durante nuestra prueba de manejo, y por varios días nos marcó hasta 7 km/l. Demasiado consumo para un motor de esta potencia.

Mejoras interiores

Junto con el restyling exterior, Nissan mejoró la percepción de calidad interior con materiales más agradables al tacto, especialmente en las puertas y la parte alta del tablero.

Luce mejor terminado también, con el rediseño de algunos elementos para darles un look más moderno. Uno de ellos es el volante, que ahora tiene forma de D (plano por abajo), pero también se modificaron las salidas de aire, la palanca de cambios y los asientos, que en las plazas delanteras son más envolventes.

Algo que no se ve, pero que se percibe, es una mejor aislación acústica del habitáculo, especialmente respecto del ruido del viento cuando se superan los 120 km/h. También se perciben menos vibraciones a alta velocidad, lo que mejora la experiencia de usuario.

La habitabilidad sigue siendo la misma de siempre, que en general es buena considerando su tamaño. Caben cinco personas con comodidad, aunque la plaza central trasera es algo dura en el respaldo.

No es el más grande del segmento. Un Mazda CX-5, un Jeep Compass y un Toyota RAV4 son más cómodos, pero diría que es mejor que un Hyundai Tucson y un Kia Sportage, por nombrar a los más importantes. Lo mismo ocurre con el maletero, que con 430 litros está entre los más pequeños del grupo.

Más equipamiento

Lo más destacado de esta actualización es la incorporación de una pantalla táctil de 7” con bluetooth en la versión tope de gama (de 5” para las intermedias y sin pantalla en la versión de entrada). Si bien incluye GPS, resulta incomprensible que a esta altura de la vida Nissan siga sin ofrecer conectividad a Apple CarPlay y Android Auto, algo ya disponible en modelos de mucho menor valor.

Otras novedades importantes son las asistencia a la conducción y de seguridad. De serie hoy se ofrece doble airbag frontal, controles de tracción y estabilidad, sensores delanteros y traseros, frenos ABS con EBD y asistente de partida en pendiente.

Nuestra versión tope de gama Exclusive, añade airbags laterales y de cortina, cámara de retroceso, luces automáticas adaptativas, sensor de punto ciego, advertencia de colisión frontal con freno de emergencia, cámara perimetral y alerta de tráfico cruzado. Un paquete realmente bueno, pero lamentablemente puesto sólo en la versión más cara.

Tapiz de cuero, asientos con ajuste eléctrico, climatizador dual, techo panorámico, sistema keyless con botón de partida, barras en el techo y llantas aro 19 completan nuestra versión.

Si bien Qashqai ofrece un discreto paquete en la versión de entrada Sense, que mejora bastante en las variantes Advance, es en la Exclusive donde se consigue equipamiento que diferencia a este modelo de otros del mercado. Pero esta versión cuesta casi 20 millones de pesos.

Dinámica justa

¿Qué nos ofrece el Nissan Qashqai en cuanto a conducción? Vale decir que tiene suspensión delantera McPherson y trasera Multilink, con una calibración que al menos a mí me pareció rara para un SUV de Nissan.

Diría que tiene un enfoque más europeo que norteamericano, más firme que confortable, pero tiende a golpear mucho cuando se pasan lomos de toro o se circula por baches, y eso no debería ser así. Demasiado seca, lo que genera incomodidad en buena parte de los caminos de la ciudad. Claro, en carretera anda muy bien, muy firme y con mucho aplomo, y eso siempre es bueno para dar sensación de seguridad.

La dirección está bien, es muy directa y con buen tacto, mientras que los frenos actúan con eficacia en situaciones normales de uso.

Respecto del motor, obviamente que es el punto más débil del paquete. Porque por muy probado que esté, es un motor viejo, con todo lo que eso significa: poco torque de salida, altos niveles de consumo y mucho ruido. El par de 200 Nm está correcto, pero se obtiene a 4.400 rpm, entonces nos obliga a llevar el auto a régimen alto para obtener respuesta, generando aún más ruido y aún más consumo.

No es que sea demasiado achanchado a bajas vueltas del motor, pero uno esperaría más de un auto de estas características. Más respuesta a la aceleración, más elasticidad, mejores recuperaciones; nada de eso ocurre y más encima, con la caja CVT se vuelve aún más lento de reacciones.

Ahora, para el grueso de la gente, probablemente no sea un tema, y por eso el Qashqai se vende tan bien en Chile. Pero Nissan, que promete “innovación que emociona” (o algo así), debería considerar en serio en traer los motores turbo con inyección directa que vende en Europa. Porque el MR20 es todo lo contrario.

Conclusiones

En este segmento, hay SUV que son más amplios en su interior (RAV4), que son más eficientes (CX-5), que andan mejor (XV), que tienen diseño más llamativo (Tucson) y que están más equipados de serie (Compass). Sin embargo, el Nissan Qashqai es el segundo SUV más vendido de Chile y es por algo.

Ese algo es, primero, el precio de sus versiones de entrada. Es muy competitivo, aunque si se aspira a tener algo más en equipamiento ya nos disparamos hacia arriba. Y luego, por el posicionamiento de la marca, que es muy potente en SUV.

Cuando arribó a Chile esta segunda generación, era posiblemente la mejor opción del segmento por su relación precio/producto. Hoy no sé si lo es, pero en términos generales, es un buen producto que satisface a sus usuarios. Estéticamente luce bien (personalmente me gusta mucho); es amplio por dentro, y se conduce correctamente. El motor no me gusta, pero a demasiada gente no le importa nada esta materia. Prefiere unas llantas bonitas y una buena radio. Son los nuevos tiempos.

Nissan Qashqai a prueba por Autocosmos

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