Rolls-Royce Motor Cars suma un nuevo miembro a la familia Black Badge: se trata del Cullinan, que al entrar a este programa de personalización obtiene una imagen negra y más potencia.
De la misma manera que ha sucedido con el Dawn, el Wraith y el Ghost, esta nueva versión del SUV de Rolls-Royce se distingue por el color negro de la carrocería, por las llantas de 22 pulgadas de diseño exclusivo, por los grupos ópticos específicos, por la parrilla reinterpretada y por los emblemas distintivos.
El clásico cromo que se hace presente en los modelos la marca inglesa desaparece por completo, lo que permite llegar a una generación más joven de consumidores de automóviles de lujo. Siguiendo esta tendencia, el interior del Cullinan Black Badge deja a un lado el estilo conservador por un ambiente netamente deportivo.
Este nuevo look viene, en parte, por las decoraciones de fibra de carbono desarrollado para crear formas geométricas repetitivas en un efecto tridimensional, por la iluminación que imita las estrellas del cielo y por tapicería de cuero negro y amarillo.
Como todos los miembros de la familia Black Badge, el Cullinan Black Badge obtiene modificaciones en la suspensión y sistema de frenos, así como aumento de la potencia del motor. En este caso, el V12 doble turboalimentado de 6,75 litros, recibe 29 caballos y 50 Nm extras, para dar un total 600 Hp de potencia y 900 Nm de torque.
Con esta cuota de poder extra, el Rolls-Royce Cullinan puede alcanzar el 0 a 100 km/h en solo 5,0 segundos. Nada mal para un modelo que pesa 2,7 toneladas.