En todos los rincones del planeta se festejaron los cien años de Citroën, con masivos eventos y caravanas, muestras estáticas en los salones del mundo e incluso con la publicación de una serie de libros alusivos. La casa del doble chevrón comenzó sus actividades en 1919, al término de la Primera Guerra Mundial, momento propicio para que una mente tan creativa como la de André Citroën hiciera de las suyas.
El ejemplo del Ford T sirvió de inspiración para el surgimiento del Citroën Type A, el primer modelo que se produjo en serie en el mercado francés, un pequeño automóvil estilo “torpedo” equipado con una planta motriz de 10 caballos; en un par de años se construyeron más de 24 mil unidades.
El Type A puso a Citroën en lo más alto de la industria, por lo que sus objetivos cambiaron y una serie de atrevidas ideas orientadas al mundo de la publicidad hicieron que su nombre se conociera en toda Europa e incluso en lugares más apartados, como África y Latinoamérica.
La historia de Citroën merece ser contaba muchas veces y con lujo de detalles, pero ahora nos toca hablar del 2CV, considerado con justa razón como una de las leyendas inmortales de la compañía y en cuyo entorno han surgido las más increíbles narraciones, como el hecho de que sus creadores debieron ocultar los 25 prototipos en graneros y subterráneas, para evitar que esas unidades cayeran en manos de los Nazis.
Es por lo anterior que el 2CV tardó tanto en salir a las calles, porque fue en 1937 cuando Pierre Jules Boulanger presentó el concepto TPV, que se refiere a “toute petite voiture”, pero no fue hasta 1948 cuando el citado modelo logró ser producido. Las unidades originales estaban equipadas con un pequeño motor de 375 cc enfriado por aire, siendo sus rasgos más característicos el techo de lona y el capó ondulado.
Un interesante diario de vida
El Citroën 2CV rápidamente invadió Francia y sus alrededores, siendo también exportado y ensamblado en diferentes países. Chile tuvo esa suerte, en la planta Citroën de Arica, centro industrial donde fue concebida la variante que conocemos como Citroneta, una carrocería modificada en la zona posterior para agregarle una caja de carga; era una forma de cumplir la integración de piezas nacionales al proceso. De ahí viene su nombre, de la mezcla entre Citroën y Camioneta.
La Citroneta caló hondo en el corazón de los chilenos, por su fiabilidad, funcionalidad, accesibilidad y porque era nuestra… nació en Chile y nunca se comercializó ni se construyó en otro lugar. La producción nacional se mantuvo entre 1953 y 1979, ofreciéndose de manera intermedia la elegante versión AX330 en los años sesenta e incluso creándose una interpretación criolla del Mehari, bautizado Yagan, a principios de los setenta, del que se cuenta que fue arrojado desde un avión Hércules para probar su resistencia en tareas militares; la prueba no terminó bien para nuestro Yagan, así que mejor se comercializó en el ámbito civil.
Es un modelo icónico, insistimos en ello. Muchas variantes se han construido, incluso ediciones especiales como la Charleston o la Sahara, esta última equipada nada menos que con dos motores, uno sobre cada eje, por lo que cuenta con doble tracción.
Encuentro tradicional
Los amantes de este modelo se cuentan por millones en todo el mundo, y nuestro país no se queda atrás. Desde hace 14 años que se realiza en Chile el “Encuentro Nacional de Citronetas y Derivados” y en esta oportunidad asistieron algunos fanáticos provenientes desde Calama a Puerto Montt, para reunirse en un centro recreacional de Rancagua, en la Sexta Región.
Más de 60 ejemplares, de todas las épocas y variantes, participaron de las muchas actividades consideradas en el evento. En medio de exhibiciones, venta de repuestas y gratas conversiones se transmitió un video de Henri Citroën, nieto del fundador de la marca, quien les envió un especial saludo y los felicitó por realizar este importante encuentro.
Bernardita Cruz, Subgerente de Marketing de Citroën Chile se refiere a esta masiva reunión: “Nos encanta participar y apoyar este tipo de iniciativas ya que consideramos que el 2CV es patrimonio histórico de nuestra marca, y la pasión que genera este modelo se ha heredado a través de los años y de las distintas generaciones. También reconocemos que hay un esfuerzo personal en quienes organizan año a año este encuentro y a pesar de que este año no estuvo fácil dado el contexto país, de todas formas, lograron sacar adelante un evento que congregó a más de 150 personas junto a sus autos, algo que nos llena de orgullo, especialmente este 2019, año en que estamos celebrando el Centenario de Citroën”.