En 1885 Karl Friedrich Benz tenía 40 años, y ya era un reconocido inventor de aparatos mecánicos, especialmente de motores alimentados con gas. Su empresa, la Benz & Cia Motorenfabrik, estaba en el patio de su casa en la ciudad de Mannheim. Desde hace tiempo que el habilidoso mecánico trabajaba en las noches en el desarrollo de una planta motriz de combustión interna que fuese capaz de impulsar un carruaje, un invento con el que buscaba reemplazar la fuerza animal por la energía mecánica.
Inicialmente el “Velocípedo” tenía cuatro ruedas, pero una serie de complicaciones para equiparlo con un sistema de dirección confiable lo obligó a montar una solitaria rueda en el eje delantero, porque de ese modo se podría dirigir la marcha con una simple palanca; una solución sencilla a un problema que tenía retrasado todo el proyecto.
Otro obstáculo que debió superar Benz fue que sus motores alimentados con gas no se podían instalar en el triciclo, ya que su gran tamaño y peso lo impedían, y porque además el contenedor de gas necesitaría de un remolque para estar ubicado cerca de la unidad motriz; obviamente que esa idea fue desechada de inmediato.
Una planta monocilíndrica de cuatro tiempos nutrida con Ligroin, un combustible líquido liviano de fácil vaporización, que giraba a 300 rpm y que producía -teóricamente- entre 2 y 3 caballos, se presentó como el recurso más eficiente para impulsar al “Velocípedo”. Un corto pero exitoso paseo por el patio de su casa lo animó a salir a las calles de Mannheim, en plena noche y cuando todos los vecinos dormían. El aparato se desplazaba con lentitud por las adoquinadas calzadas, produciendo un sonido ensordecedor el que por supuesto sacó a todos de sus camas; algunos miraron asombrados a ese carruaje que se movía sin caballos, pero otros no fueron tan amables con el inventor.
El siguiente paso
Luego del polémico ensayo, que captó la atención de la prensa local, la que en algunos casos elogió el invento y en otros lo condenó, el 29 de enero de 1886 Karl Friedrich Benz se dirigió a la oficina de patentes para registrar su creación; se le asignó la patente 37.435.
El motor tenía características muy especiales, como por ejemplo la biela y el cigüeñal a la vista, no dentro de un cárter de aceite, tenía además un cilindro de 150 mm de diámetro y 70 mm de carrera, la lubricación se realizaba mediante engrasadoras, el encendido estaba a cargo de una bobina tipo Ruhmkorff (con una pila que se reemplazaba cada 10 kilómetros), y la mezcla de combustible la realizaba un carburador.
Contrario a lo que se cree, al patentar su “Velocípedo” Karl Friedrich Benz ya había descartado la idea de utilizar un carruaje para convertirlo en un vehículo autopropulsado, algo que sí hizo en los primeros prototipos. El primer automóvil registrado formalmente estaba construido sobre un bastidor tubular, con piezas originales diseñadas por Benz, en tanto que el motor estaba montado en la parte trasera y la energía cinética se comunicaba a las ruedas mediante una correa de cuero, componente que a su vez interactuaba con un rudimentario diferencial; la suspensión era de ballestas longitudinales.
El motor original del “Velocípedo” no dejó satisfecho a Benz, por lo que ese mismo año, en 1886, decidió reemplazarlo por un bloque más potente; la primera unidad cubicaba 954 cc y de ella se obtenía una potencia de 0,75 caballos. Fue así como se agregó un impulsor de 980 cc que entregada 0,90 caballos, nada mal para un vehículo que pesaba 230 kilos y que era capaz de moverse a 15 km/h. En 1888 la potencia había aumentado hasta 1,5 caballos y se declaraba una velocidad máxima de 16 km/h.
Apoyándose en un mensaje publicitario que decía “Substituye a los caballos, ahorra el sueldo de los cocheros, la costosa dotación y el cuidado y mantenimiento de los caballos”, Karl Friedrich Benz comenzó a explotar comercialmente su invento; en 1889 el “Velocípedo” fue exhibido en la Exposición Universal de París, escenario donde fue elogiado por los asistentes.
Y lo demás es historia, fue así como se empezó a escribir el diario de vida de uno de los mayores logros tecnológicos de la humanidad. El “Velocípedo” Benz se transformó en el primer vehículo impulsado por un motor de combustión interna y en el primer automóvil que se comercializó en el mundo. Muchos otros ejemplares le siguieron, hasta que en 1926 la compañía Benz se fusionó con la Daimler, dando origen así a una de las empresas automotrices más prestigiosas del mercado internacional.