El concepto mostraba lo que más adelante sería un superdeportivo con motor V10 derivado directamente de Le Mans. Ese auto se convirtió en el Porsche Carrera GT, uno de los deportivos más emblemáticos de todos los tiempos, que por estos días celebra 25 años desde su estreno mundial.
El origen del Carrera GT está en el prototipo LMP 2000, un proyecto destinado al Mundial de Resistencia que nunca llegó a competir. Su V10 de 5.5 litros, compacto, ligero y capaz de girar hasta las 8.900 rpm, parecía destinado al olvido cuando Porsche decidió cancelar el programa para enfocarse en autos de serie. Sin embargo, los ingenieros no se resignaron y tomaron ese corazón de carreras para adaptarlo a la calle. El resultado fue un superdeportivo homologado para carretera, pero con el ADN intacto de la pista.
En 2003 comenzó la producción en Leipzig. El V10 evolucionó a 5.7 litros con 612 Hp, un 0 a 100 km/h en 3.9 segundos y una velocidad máxima de 330 km/h. Todo esto con apenas 1.380 kg de peso, gracias a una construcción obsesiva en fibra de carbono, magnesio y Kevlar. Incluso la caja manual de seis velocidades usaba un embrague cerámico, heredado directamente del automovilismo.
Walter Röhrl, dos veces campeón del WRC, fue pieza clave en el desarrollo del chasis. Su misión era domar a la bestia para que pudiera ser disfrutada también por conductores no profesionales, sin perder el lado deportivo que Porsche quería entregar. “El conductor del Carrera GT debe ser desafiado, pero no abrumado”, dijo Röhrl en su momento. Y así fue.
El diseño, a cargo de Tony Hatter, se convirtió en un icono. Bajo su silueta baja y ancha se escondían detalles funcionales como el difusor trasero, el alerón activo y la aerodinámica trabajada al milímetro. Entre 2003 y 2006 se fabricaron apenas 1.270 unidades a mano, cada una vendida en 452.690 euros (CLP $509 millones de pesos). Hoy, su valor en el mercado supera varias veces esa cifra.
Para celebrar la efeméride, Porsche lanzó junto al diseñador Arthur Kar una colección especial inspirada en este modelo. Y es que el Carrera GT no es solo un auto: es la materialización de lo que significa llevar la tecnología de competición a la calle. Un Porsche puro, un clásico instantáneo y, sobre todo, una leyenda que 25 años después sigue marcando la pauta de lo que debe ser un superdeportivo.
