Rolls-Royce Motor Cars conmemora los 150 años del nacimiento de Charles Robinson Sykes, una figura esencial —y muchas veces silenciosa— en la construcción del mito de la marca británica. Artista, ilustrador y escultor consumado, Sykes es recordado principalmente por haber creado el Espíritu del Éxtasis, la icónica figura que desde 1911 corona el extenso capó de cada Rolls-Royce y sintetiza como pocas obras la elegancia en movimiento.

Pero reducir su legado a esa escultura sería injusto. Sykes fue el primero en introducir el arte y la emoción como parte integral del ADN de Rolls-Royce, en una época en la que el automóvil era visto únicamente como un logro técnico. Su trabajo marcó el punto exacto en el que la ingeniería comenzó a dialogar con la sensibilidad estética, una conversación que hoy sigue viva en los programas Bespoke y Coachbuild de la marca.
Nacido en 1875 en Brotton, al norte de Inglaterra, Sykes se formó en el Royal College of Art de Londres y rápidamente se consolidó como un artista versátil. Sus ilustraciones, muchas firmadas bajo el seudónimo “Rilette”, hoy forman parte de la colección del V&A Museum y muestran una precisión técnica poco común, combinada con una fuerte carga narrativa. Su faceta como escultor también fue reconocida en su tiempo, con obras exhibidas en la Royal Academy y el Paris Salon.

El vínculo con Rolls-Royce se consolidó cuando Claude Johnson, el primer director comercial de la marca, le encargó una serie de pinturas que mostraban a los autos en escenarios aristocráticos. Aquellas imágenes no vendían velocidad ni potencia: vendían experiencia, estatus y serenidad.
Con el Espíritu del Éxtasis, Sykes terminó de definir el carácter de Rolls-Royce. Si Charles Rolls fue el corazón y Henry Royce la mente, Sykes fue, sin duda, el alma. Un legado que, 150 años después, sigue guiando a la marca con la misma gracia silenciosa.