Un 26 de agosto de 1959, la British Motor Corporation lanzaba al mercado el Austin Seven y el Morris Mini Minor: Nacía el Mini. Se trataba de un pequeño auto que con el tiempo se transformó en un ícono, considerado el auto inglés del siglo XX, y que cautivó a gran parte del planeta en los últimos 40 años.
Su origen tuvo carácter de imperativo. La reconstrucción luego de la Segunda Guerra Mundial había obligado a las fábricas automotrices a crear modelos más económicos, durables y compactos acorde a los nuevos tiempos. En una medida de urgencia, las fábricas Morris y Austin decidieron crear en conjunto un conglomerado que pudiera satisfacer sus necesidades: la British Motor Corporation (BMC).
La nueva marca tenía como principal objetivo la construcción de un auto pequeño, económico, de acorde a las necesidades de entonces. Y aunque con ligeros cambios, esta versión perduró hasta el 2000, donde cesó su producción para siempre.
El nuevo milenio significó la verdadera nueva generación del Mini. Producido por el fabricante alemán BMW desde el año 2001 y bajo marca propia –MINI (en mayúscula), su diseño retro creado por Frank Stephenson está inspirado en el Mini original. El prototipo fue presentado al público en el Salón del Automóvil de París de 2000. En el 2002, la versión S era un 1.6 litros capaz de andar hasta los 218 km/h, causando furor entre los antiguos y nuevos fanáticos.
Hoy, con motivo de su 50 aniversario, podemos decir que MINI nos ha regalado un sorprendente prototipo que hará su estreno en septiembre próximo y que anticipa las directrices que tomarán en el diseño y desarrollo de su futura nueva gama de modelos. El MINI Coupe Concept.
La nota negativa es que aún no tiene luz verde para su producción final, por lo que podría quedarse en prototipo. Sin lugar a dudas, una verdadera lástima viendo cuál ha sido el resultado inicial, pero un verdadero alivio momentaneo para los más fanáticos del clásico Mini. Momentáneo porque la nueva generación llegará a finales del 2010 o inicios del 2011.
El Coupé Concept está desarrollado a partir de la plataforma del MINI de cuatro asientos, de ahí que sus dimensiones sean prácticamente idénticas: mide 3,71 metros de largo y 1,68 de ancho. La característica realmente diferenciadora es su altura, con tan sólo 1,35 metros, 5 centímetros menos de lo habitual.
Estéticamente, presenta rasgos inconfundibles propios del estilo de la familia MINI. En este aspecto, destacan la parte frontal con su atractiva parrilla hexagonal y la parte trasera, la cual acoge los inconfundibles grupos ópticos y la doble salida de escape central que presentan algunas de las versiones más potentes, como el Cooper S o el John Cooper Works.
Precisamente de éste último toma la mecánica, el excepcional bloque motor de 1,6 litros turboalimentado que en esta variante entrega una potencia de 211 CV a 6.000 rpm. Recordemos que este propulsor tiene un par máximo de 260 Nm (que puede llegar a 280 si pulsamos el botón “overboost”) constantes entre 1.850 y 5.600 vueltas, una de sus virtudes más envidiadas. Está asociado a una transmisión manual de 6 relaciones.
En el habitáculo, se respira la típica atmósfera Mini. Sobresalen los asientos de tipo deportivo, el volante de tres radios y los dos nuevos relojes situados al lado del tacómetro. Lo realmente peculiar es el maletero, solidario con la luneta trasera y con una capacidad muy superior a lo que nos tiene acostumbrados la firma en su modelo “convencional” (250 litros frente a 170).
Como no hay asientos traseros, existe una compuerta con cerradura que comunica con el interior, cuya peculiaridad radica en que se puede abrir desde dentro. De esta manera es posible acceder a nuestro equipaje sin necesidad de bajarnos del vehículo.
El techo está realizado en aluminio, lo que, además de reducir el peso, contribuye a rebajar el centro de gravedad. En el aspecto aerodinámico, llaman la atención las aletas delanteras (idénticas a las del MINI Cabrio), el difusor del parachoques trasero y, por encima de todo, el alerón situado en la parte final del techo.