Hoy, Grupo Volkswagen es un gigante a nivel mundial, pero este puesto de liderazgo no hubiese sido posible sin la intervención directa de Ferdinand Piëch, quien, entre otras cosas, es considerado el padre de verdaderos iconos de la industria automotriz como los Audi Quattro, Volkswagen New Beetle, Lamborghini Gallardo, Volkswagen Phaeton, Audi R8 y por supuesto, el Bugatti Veyron. Sin duda, un genio, quien lamentablemente murió este 25 de agosto a los 82 años en la localidad de Rosenheim a causa de un ataque.
Nacido en Viena, Austria el 15 de abril de 1937, Piëch siempre fue un amante de los autos, después de todo, se trata del nieto del mismísimo Ferdinand Porsche. Inició su carrera profesional en 1963 en Porsche, para después llegar a Audi, donde se convirtió en director general. Pero encontraría su máximo punto cuando entre 1993 a 2002 se convirtió en el máximo dirigente de Volkswagen, transformándola en el monstruo que hoy conocemos. No importaba, donde trabajara, simple y sencillamente dejaba huella, no solo por los resultados que obtenía, sino también porque se le conocía como un líder implacable y en muchas ocasiones carente de empatía por sus colaboradores.
Lamentablemente, los desacuerdos con Martin Winterkorn CEO de Volkswagen entre 2007 a 2015, alejaron al brillante Piëch de la esfera de la marca alemana, renunciando a cualquier tipo de relación con la empresa que alguna vez dirigió. Ferdinand fue conocido por ser un ejecutivo, frío, cortante y bastante calculador, sin embargo, siempre dijo que su pasatiempo favorito era "construir automóviles".
Una pérdida lamentable, no sólo para la historia de Volkswagen, sino también para la industria automotriz mundial.
