El renacimiento del Supra nos hizo acordar que Toyota usualmente ofrece ejemplares deportivos dentro de su catálogo, algo que también es replicado en menor modo por otras marcas japonesas como Honda, Nissan y Subaru. Pero fue hace menos de seis décadas que este tipo de automóviles comenzaron a producirse en esa lejana nación. En los años sesenta, una nutrida gama de deportivos inundaba el mercado europeo, pero eso no sucedía en suelo japonés ya que nada tenían que ver con los ideales que fomentaba la industria local, donde la funcionalidad y la sensatez eran la máxima de desarrollo.
En este reportaje del sitio especializado www.autodeayer.cl te contaremos la historia del proyecto 280 A1, que daría vida a una larga estirpe de deportivos japoneses ampliamente admirados en todo el mundo.
El nacimiento
El punto de inflexión para la industria japonesa en materia de autos deportivos se produjo en 1963, cuando en Japón se llevó a cabo una carrera no puntuable de la Fórmula 1, un terreno que Honda comenzaba a explorar y con bastante éxito por cierto. Al año siguiente, los potentes monoplazas regresaron al país del Sol Naciente, despertando un nuevo apetito en los habitantes de la isla asiática, acostumbrados a convivir con autos racionales y muy funcionales: el de la velocidad.
Si bien a Honda se le atribuye haber sido la primera marca japonesa en involucrarse en la Fórmula 1, que era un club casi exclusivo para fabricantes europeos, fue Toyota la compañía que dio el primer paso hacia el desarrollo de un ejemplar netamente deportivo del citado origen.
Por entonces, la mayor propuesta deportiva de Toyota era el Sport 800, un pequeño descapotable equipado con motor bicilíndrico de 790cc que producía 49 Hp, por lo que la tarea de desarrollar desde cero un súper auto era títánica. Y esta tarea le fue encomendada a Shoichi Saito (ingeniería) y a Satoru Nozaki (diseño), quienes al cabo de algunas semanas mostraron el fruto de su trabajo, un ejemplar al que por supuesto le faltaban varios detalles por terminar y que solo se conocía con el código 280 A1.
La develación pública tuvo lugar en el Salón de Tokio de 1965, momento en el que ya se citaba el nombre definitivo del modelo: 2000GT. El diseño exterior estaba claramente influenciado por el Jaguar E Type, una arquitectura caracterizada por una extensa proa, una cabina desplazada hacia el eje trasero y una zaga corta pero puntiaguda. La altura de la carrocería no superaba los 1.160 mm en su punto más elevado.
La propuesta estética de este concept impactó de lleno en el paladar de los nipones, logrando el mismo positivo efecto en el público europeo y estadounidense meses más tarde. El Toyota 2000GT destilaba agilidad y belleza, pero no se trataba solo de una cara bonita carente de alma, porque oculta bajo ese largo capó estaba una planta motriz muy interesante.
La propuesta motriz
El desarrollo del motor se le encomendó a Yamaha, fabricante que en ese entonces ya contaba con una vasta experiencia en la realización de impulsores de alto performance, al menos para esa época. El resultado fue un bloque de seis cilindros en línea de 2.0 litros, de aspiración natural, una poderosa máquina de la que se obtenían 150 caballos y 176 Nm de par, que eran administrados por una transmisión mecánica de cinco velocidades, con tracción en el eje trasero.
El modelo era ligero: 1.122 kilos. Contaba con frenos de discos en ambos ejes, una buena decisión tomando en cuenta que el 2000GT alcanzaba una velocidad máxima de 217 km/h y podía hacer el 0 a 100 km/h en 8,6 segundos. Y por si fuera poco, incluía un sistema de suspensión independiente en las cuatro ruedas y llantas de aleación de magnesio, algo nunca antes visto en un modelo de producción fabricado en Japón.
Toyota aprovechó el tiempo de desarrollo para aumentar la notoriedad de esta nueva máquina. Los prototipos 2000GT se inscribieron en varias carreras para demostrar su rendimiento, y rompió tres récords mundiales estableciendo 13 marcas internacionales de velocidad y resistencia, demostrando sin lugar a dudas la efectividad y confiabilidad de las tecnologías avanzadas del automóvil.
Este coupé biplaza fue muy bien recibido en los mercados foráneos, en Estados Unidos principalmente, y para mejorar la oferta, el fabricante agregó una versión con motor de 2.3 litros unido a una perezosa caja automática de tres velocidades; pese a la mayor cilindrada, este bloque erogaba 10 caballos menos que la unidad de 2.0 litros.
La vida del Toyota 2000GT fue corta, porque comenzó a fabricarse en 1967 y salió de la línea en 1970, registrándose apenas 337 unidades producidas. En este recuento están incluidas las dos unidades descapotables que se realizaron a pedido para tomar parte en la producción cinematográfica “You Only Live Twice” de 1967, protagonizada por el agente secreto James Bond.
Se dice que debido a su elevada estatura, Sean Connery no podía acomodarse en el habitáculo del coupé, así que en Toyota decidieron crear un descapotable para no perder la valiosa oportunidad de estar en una película de 007. Sin embargo, esta silueta nunca estuvo en los planes de la marca.
En la actualidad, el Toyota 2000GT está avaluado en más de un millón de dólares debido a la escasez de unidades que salen a subasta cada año. Y tampoco es que muchas hayan sobrevivido al paso del tiempo, porque algunas de ellas fueron utilizadas en competencias de larga duración, en Norteamérica y Asia, ejemplares que por supuesto sufrieron con el rigor de las pistas. Otro dato interesante es que en su época un 2000GT era más costoso que un Jaguar E-Type, situación que mermó considerablemente su demanda y, por lo tanto, la oferta.
La salida de producción del 2000GT coincidió con el lanzamieno comercial de un ícono deportivo de Toyota: el Célica. Pero esa será fruto de otra historia.
El Toyota 2000GT de James Bond