Mansour Ojjeh fue discreto, visionario y fundamental en el ascenso de McLaren como potencia mundial en Fórmula 1 y, más tarde, en el mundo de los superautos de calle.
Cuando Mansour Ojjeh falleció en 2021, McLaren no solo perdió a uno de sus accionistas principales, sino a la mente que transformó a la marca en una potencia dentro y fuera de la pista.
Y por eso su colección personal tiene un peso especial. Son 19 McLaren de calle, todos en un tono único llamado “Mansour Orange”, que a simple vista parece una variante del clásico papaya, pero en realidad era un color exclusivo, reservado únicamente para él.
Ningún otro cliente, por más VIP que fuera, podía pedirlo. Ese nivel de detalle muestra qué tan íntima era su relación con la marca. Ojjeh no solo financiaba autos: los vivía, los pensaba, los coleccionaba con obsesión quirúrgica.
Lo interesante es que no compraba los autos cuando salían al mercado. Él esperaba hasta el final, y pedía la última unidad de cada modelo, porque sabía que sería la más pulida, la mejor afinada, la definitiva.
Ahora, esa colección, una cápsula de obsesión, perfeccionismo y legado, saldrá a la venta de la mano de Tom Hartley Jnr. Más allá del valor económico, es un pedazo de historia de McLaren que busca nuevos custodios.
Algo del legado de Mansour Ojjeh
Su entrada a la F1 fue en 1979 patrocinando a Williams, pero su impacto real llegó en 1984, cuando decidió invertir en McLaren. Esa jugada, junto con la financiación del icónico motor TAG-Porsche turbo, impulsó a la escudería a títulos con Niki Lauda y Alain Prost, marcando el inicio de una era dorada.
Durante cuatro décadas, su presencia fue clave: bajo su liderazgo, McLaren sumó siete títulos de constructores, diez de pilotos y se expandió más allá de las pistas con McLaren Automotive y McLaren Applied Technologies.
