
La planta de Audi en San José Chiapa (México) es la responsable de producir los nuevos Q5 SUV y Q5 Sportback para casi todo el mundo, con excepción de China e India. La tercera generación de ambos modelos fue estrenada este año y llegarán a nuestro país a inicios de 2026, según nos confirmaron desde Porsche Chile.
Hace unos días, Audi realizó el lanzamiento regional del nuevo Audi Q5, y organizó un recorrido de prensa por una de las plantas más modernas de México, donde pudimos conocer las entrañas de esta importante factoría. Un detalle curioso, es que desde la pandemia, nuestro grupo fue el primero en acceder a estas instalaciones.
Inaugurada en 2016 tras una inversión superior a 23.400 millones de pesos mexicanos (1.300 millones de dólares), la planta se construyó en tiempo récord: poco más de 1.200 días, tres veces más rápido que otras fábricas similares. Con ello, se convirtió en la primera planta de Audi en América, con producción exclusiva para la marca, y en la más joven del consorcio a nivel mundial.
El complejo ocupa 460 hectáreas, una extensión comparable a la de Central Park en Nueva York, y en su interior trabajan más de 5.000 colaboradores, además de generar unos 20.000 empleos indirectos en la región. Su capacidad de producción alcanza las 150.000 unidades al año, destinadas principalmente a mercados internacionales como Europa y Estados Unidos, pero también Latinomaérica.
Uno de los aspectos que motivó la instalación en Puebla fue la cercanía con la planta de Volkswagen y con la red de proveedores automotrices del estado, lo que garantiza eficiencia logística. Además, las instalaciones fueron diseñadas desde cero bajo criterios sustentables: techos que captan agua de lluvia, paredes aislantes y domos para aprovechar la luz natural, reduciendo el consumo energético.
En línea con los objetivos de descarbonización del Grupo Volkswagen, Audi México también cuenta con un parque fotovoltaico ya construido, pendiente solo de autorización para su operación. Todo esto complementa su infraestructura de servicios, que incluye comedores, transporte, bancos, bomberos y hasta un centro de entrenamiento especializado en industria automotriz.
En materia de producción, la planta integra los cuatro procesos clave: estampado, carrocería, pintura y montaje. La nave de estampado aloja una prensa de última generación, con más de 8 mil toneladas de presión, capaz de producir hasta 40.000 piezas por día. El acero y el aluminio que llegan en rollos son transformados en capós, maleteros y paneles estructurales del Q5.
Posteriormente, en la nave de carrocerías, más de 900 robots KUKA automatizan el 85% del proceso, uniendo cada pieza mediante distintos métodos de soldadura y adhesivos estructurales. Cada carrocería recibe alrededor de 6.500 puntos de soldadura y debe cumplir tolerancias milimétricas antes de pasar a la fase de pintura.
En la nave de pintura se aplican tratamientos anticorrosivos, recubrimientos y el color elegido por el cliente, con procesos robotizados que garantizan uniformidad. Finalmente, en la planta de montaje, más de 1.300 personas por turno instalan desde el tablero hasta el tren motriz, en una línea de producción que integra logística y precisión. El momento más importante es conocido como la “boda”, cuando la carrocería se une al conjunto motor-transmisión.
Antes de salir de la fábrica, cada Audi Q5 pasa por una pista de pruebas de 2 kilómetros, donde pilotos especializados verifican que todos los sistemas funcionen correctamente. Se realizan pruebas de frenado, suspensión, sellado de puertas y hasta revisiones de ruidos en distintos tipos de superficie. Ningún vehículo abandona la planta sin este control de calidad.
La distribución internacional se realiza por tren o nodrizas hacia los puertos de Veracruz y Lázaro Cárdenas, desde donde se embarcan a distintos mercados. Para Estados Unidos, además, se utilizan rutas ferroviarias directas. Audi trabaja bajo pedido, por lo que cada unidad producida ya tiene destino asignado.