La Edge ha sido un muy buen producto para Ford en Chile, pero no fue tarea sencilla su introducción en el país. Tras su arribo en 2007, la firma emparejó las versiones de su nuevo crossover con la más convencional Explorer, sin notar la diferencia que había entre un cliente que busca un modelo más deportivo, con otro que tiene un enfoque más familiar.
Con el restyling de 2011 se realizaron los ajustes en la gama, con lo cual Ford no sólo eliminó la canibalización que había entre dos modelos semejantes, sino que convirtió a la Edge en un complemento perfecto para el líder del segmento de los SUV grandes.
Y es así como se llega a esta totalmente nueva segunda generación de Ford Edge, presentada en el Salón de Los Angeles de 2014 y recién lanzada en el mercado nacional en tres versiones, desde $ 19.990.000.
Un modelo que no sólo muestra un diseño más moderno y tecnológico, sino que mejora sustantivamente la percepción de calidad, incorpora nuevo equipamiento y ofrece con alternativa al motor V6 3.5 tradicional un moderno bloque 2.0 Ecoboost.
Diseño
La nueva Ford Edge 2016 se construye sobre una nueva plataforma que le permite crecer significativamente en tamaño y habitabilidad. Aumenta 99 mm en el largo (4.778 mm) y 40 mm en el alto (1.742 mm), pero mantiene intacto su ancho en 1.928 mm. Ente los ejes también hay un crecimiento de 26 mm (2.850 mm), lo que le permite a la marca ampliar el espacio en las plazas traseras y hacer crecer el maletero a buenos 507 litros.
La estructura es ahora más rígida y se mejoró la suspensión para ganar calidad conductiva, mal que mal, a partir de ahora la Edge es uno más de los modelos globales de la marca y debe venderse en Europa, China y Chile, y no sólo en Estados Unidos.
El diseño es más moderno, o como se ha escrito por ahí, estilo Hi-Tech, lo que se aprecia en una nueva parrilla hexagonal más grande, que luce un entramado interior más elegante, así como faros con diodos LED que en su diseño penetran los costados del auto, brindando una gran sensación de anchura. El frontal se completa con una protección cromada baja y unos neblineros rodeados de unos embellecedores cromados.
La silueta también es nueva, aunque mantiene el estilo crossover con una fuerte inclinación del pilar C. Destaca una cintura alta y una nervadura que recorre las puertas justo a la altura de las manillas.
La zaga aporta mucha novedad también gracias a un elemento de color que une ambos grupos ópticos, dándole una mayor personalidad al modelo.
Confort
Lo primero que llama la atención de la nueva Edge es la mayor calidad percibida, con buenas terminaciones y muchos materiales (no todos) agradables al tacto y la vista. La guantera se abre a través de un botón, tiene un portaobjetos central alfombrada en la parte superior y con un hule removible en la inferior, y si se palpa la consola central, los materiales son blandos. Diríamos que acá gana adeptos frente a la Explorer.
Pero a diferencia de su hermana, la Edge sólo tiene cinco plazas, todas cómodas para niños y adultos eso sí, con mucho espacio para los pies y cabeza en las plazas traseras gracias a sus nuevas dimensiones.
La butaca del conductor tiene una posición bien elevada, incluso cuando el asiento se baja al máximo. Esto ayuda en parte a mejorar la visibilidad hacia el exterior, pero no del todo, básicamente, por el grosor del pilar A, que deja espacios completamente ocultos a la vista del conductor.
El diseño del tablero es moderno y se asemeja demasiado al de la Explorer. Domina la gran pantalla táctil de 8”, que concentra buena parte de los comandos, dejando por debajo algunas perillas para el audio y los botones del climatizador. Ambas cosas, en todo caso, se pueden controlar desde la pantalla.
Como en todos los Ford, incluye el premiado sistema Sync, que permite manejar muchas de las funciones mediante órdenes por voz y de la manera más simple de todas. La pantalla, para una mayor funcionalidad, se divide en cuatro mundos: teléfono, climatizador, radio y navegador, haciendo el acceso realmente fácil.
Otros elementos tecnológicos disponibles en esta versión SEL 2.0 Ecoboost testeada ($ 21.290.000) son los asientos delanteros con ajuste eléctrico en 10 posiciones y calefaccionados, respaldos traseros abatibles eléctricos, bluetooth y mandos en el volante, climatizador bizona, sistema de audio con 9 parlantes, doble entrada USB y tarjeta SD, sistema keyless con encendido a distancia, control crucero y tapiz de cuero, entre lo más destacado.
Si se compara con la versión tope de gama 3.5 Limited ($ 23.990.000) sólo omite el sunroof y el portalón con apertura eléctrica.
En materia de seguridad cuenta con, prácticamente, todo lo disponible en la marca. Viene con frenos de disco con ABS y distribución electrónica de frenado, asistente de partida en pendiente, control de estabilidad, ocho airbags (incluyendo de rodilla para conductor y acompañante), sensor y cámara de retroceso, monitor de punto ciego con alerta de tráfico cruzado y monitoreo de presión de neumáticos.
Mecánica
La versión testeada del Edge es de tracción delantera y monta el muy buen bloque Ecoboost 2.0 litros que eroga 245 caballos de fuerza, 35 menos que el V6 3.5 litros. Como todos los Ecoboost, tiene inyección directa y turbo, por lo que cuenta con un notable par de 373 Nm a las 3.000 rpm.
No es el motor más eficiente de todos, ni tampoco el más potente, pero la relación fuerza/consumo es más que respetable considerando el segmento donde habita, plagado de SUV que rondar los 5-6 km/litro. La transmisión automática de seis marchas ayuda bastante al Edge a fijar el rendimiento en ciudad en torno a los 8 km/litro, y en ciclo mixto alcanza los 11 km/litro. Nada mal para 245 Hp.
Como era de esperar, basta con pisar el acelerador para sentir una buena dosis de potencia, mas no de adrenalina considerando que si bien pega el brinco, el Edge nunca generará esa sensación de ir enterrado en el asiento. Y es que la caja suele pasarse rápido a las marchas largas, con el fin de brindar confort y rebajar los niveles de consumos. Para buscar algo más de deportividad cuenta con un modo Sport y levas detrás del volante, lo que ayuda a ir a gusto del conductor. En este modo, la caja se muestra bastante rápida, aunque la sensación final es que pese a andar a alta velocidad, no se percibe realmente.
Lo mejor de la nueva Edge, en todo caso, es el ajuste de la suspensión, algo poco común en una marca americana donde el confort en exceso es ley. En este caso, es capaz de amortiguar con perfección baches e imperfecciones, brindando una marcha suave y silenciosa como es debido. Pero a contramano, no tiene esa marcada sensación flotante que sí se percibe en la Explorer, por ejemplo. Acá se siente bastante más aplomo, menos rolido de carrocería en curva (aunque es inevitable que lo haya) y más sensación de estabilidad cuando se le exige.
Con la dirección ocurre lo mismo, es más rápida, tiene la asistencia justa y hay más tacto para el conductor, que puede saber algo de lo que ocurre bajo las ruedas. Los frenos siguen siendo eficaces, pero tienden a calentarse cuando se les exige en demasía. Afortunadamente, en esta ocasión, no percibimos un pedal demasiado esponjoso.
Conclusión
Estos cambios mejoran a la Edge y le dan una personalidad propia. Será porque es más liviana (por debajo de los 1.800 kilos) o porque Ford decidió darle un tono deportivo y diferenciarla en serio de muy familiar Explorer. Algo así como Murano y Pathfinder en la marca Nissan.
Como sea que haya sido, Ford supo visualizar cuáles eran los puntos bajos de su modelo y los mejoró considerablemente, para ofrecer a los clientes una segunda opción bien distinta en el competitivo y muy demandado segmento de los SUV/Crossovers grandes.
Por un lado, un familiar 100% como es Explorer, por el otro, un divertido y más deseable crossover. Ambos cuentan con abundante equipamiento y buen espacio interior, las diferencias están en lo que el conductor espera de su vehículo.