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Test drive: Mazda CX-5 2018

Es uno de los modelos más importante y el que muestra más gráficamente la nueva propuesta premium de la marca. Nos encanta casi por todo.

Test drive: Mazda CX-5 2018

El CX-5 es un auto importante para Mazda por varias razones. Primero, fue la primera apuesta seria por entrar en un segmento de volumen en el mercado de los SUV, con los resultados impresionantes: más de 1,5 millones de unidades vendidas en todo el mundo, y más del 1% de ellas puestas en Chile.

También fue el debut del diseño Kodo y de las tecnologías SkyActiv, revolucionarias en todo sentido de la palabra. Una innovadora propuesta de eficiencia y entretención al volante en conjunto, un terreno donde pocas marcas se han atrevido a entrar.

Pues bien, a este primer SkyActiv le llega la hora del recambio y Mazda introdujo a mediados de este año la segunda generación del CX-5, el que arriba con mejoras estéticas, de construcción y calidad, y de equipamiento.

El CX-5 de Mazda se comercializa en Chile en siete versiones con tres opciones de motor y dos niveles de acabados. Desde un 2.0 mecánico con tracción simple y paquete R a un precio de $16.390.000, hasta un turbodiésel 2.2 automático y AWD con acabados GT, a un precio de $24.490.000. Este última versión nos sirvió como unidad de pruebas.

Las novedades

Aunque la plataforma es la misma que la generación anterior, Mazda la sometió a importantes cambios para convertir al CX-5 en un auto más premium. Se mejoró ostensiblemente los ruidos, asperezas y vibraciones, se suavizó la suspensión y mejoró el tacto de dirección.

Además, se incluyó como novedad mecánica el G-Torque Vectoring, un sistema electrónico que reparte el torque entre las ruedas delanteras según los grados de deslizamiento, giro del volante y velocidad. Si bien es algo que puede no ser demasiado notorio para los ocupantes, se gana en dinamismo y seguridad al exigir menos movimientos en curva, menos correcciones en recta, generando más confort de marcha y menos movimientos de carrocería.

En cuanto a la estética, el nuevo Mazda CX-5 sigue manteniendo la silueta y líneas del diseño Kodo, aunque evolucionado hacia una mayor simpleza visual bajo la consigna de "menos es más".

El frontal muestra una trompa más visible y pronunciada, focos más estilizados, un nuevo parachoques y una parrilla tridimensional. Por los costados hay menos líneas de carácter, una tendencia a la horizontalidad y una mayor fluidez. Como el pilar A fue desplazado levemente hacia atrás, se consigue una estampa más deportiva, moderna y elegante.

Lo mejor va por dentro

Algo que realmente sorprenden en el nuevo CX-5 es su renovado interior y su atmósfera mucho más premium, al nivel de lo que la marca mostró a principios de año con el nuevo CX-9.

Como lo dijimos antes, hay un notable trabajo de insonorización del habitáculo, permitiendo mantener conversaciones agradables a bajo volumen y alta velocidad. Nada llega desde las ruedas ni del motor, y tampoco hay ruidos aerodinámico, lo que habla de un buen trabajo de aislación.

El diseño del tablero es más horizontal que antes, con énfasis en la simetría (también visto en el nueva CX-9), y con una construcción de alto nivel, usando materiales de primera calidad, incluyendo cuero, polímeros blandos y aluminio.

Al centro del tablero destaca una pantalla táctil de 7” de alta definición, que se contrala desde un mando instalado en el centro de la consola. El sistema Mazda Connect es sencillo de usar para la radio, navegador y teléfono, pero la marca sigue fallando al no ofrecer conectividad a Android Auto y Apple CarPlay, algo inadmisible en un auto de casi 25 millones de pesos.

Nuestra unidad tope de gama incorpora un sistema de audio Bose con 10 parlantes, que suena extraordinario, y añade un hed-up display frente a los ojos, y un sunroof de mayor tamaño.

Entre los atributos que destacan en el CX-5 es su oferta tecnológica. En materia de seguridad, por ejemplo, las versiones GT ofrecen aviso de colisión frontal con freno de emergencia, aviso y asistencia de cambio involuntario de carril, sensores de punto ciego, asistencia de luces altas y bajas con focos adaptativos, y alerta de tráfico cruzado. Todo muy bueno pero inexistente en las variantes R de entrada.

La respuesta mecánica

El nuevo CX-5 ofrece tres opciones de motor. Los tradicionales SkyActiv 2.0 y 2.5 litros aspirados, con 153 y 185 caballos de fuerza, se unen a cajas mecánica y automática de seis marchas, y a tracción delantera o total.

El diésel, en tanto, es un cuatro cilindros 2.2 litros que eroga 175 caballos y 420 Nm de par, y que está acoplado exclusivamente a una caja automática de seis marchas y al sistema AWD.

Como los hemos manejados todos, podemos indicar que hay una mejora total en el dinamismo conductivo del modelo. Primero, porque aumentó la rigidez en un 15% gracias al uso de una mayor cantidad de aceros de alta resistencia. Segundo, porque el centro de gravedad fue rebajado algunos milímetros, consiguiendo una mayor estabilidad en curva.

Tercero, porque la suspensión fue modificada lo justo para mantener el aplomo extraordinario del modelo, pero mejorando la amortiguación y la suavidad de marcha. Cuarto, porque mapeó el computador para ofrecer una mejor respuesta al acelerador y reacciones de la caja automática más intuitivas según el estilo de manejo del conductor de turno.

Respecto de los motores, el 2.0 anda un poco justo para paladares exigentes, pero ofrece una buena respuesta en todo tipo de condiciones, y niveles de eficiencia que lo ponen dentro de los líderes del segmento (10 km/litro en ciudad).

El 2.5 ya responde mejor y no sacrifica demasiado en eficiencia, mientras que el diésel es todo lo que una persona que valora el buen manejo desea para sí mismo. Torque por montones saliendo desde cero, con casi nulo efecto turbolag; aceleración lineal y contundente hasta los 4.000 rpm, elasticidad en todo el rango de revoluciones y un consumo urbano en torno a los 12 km/litro. Excelente.

Conclusiones

Sin miedo a equivocarme, el Mazda CX-5 debe ser el SUV con el mejor manejo del mercado chileno, al menos dentro de su segmento, y eso no es gratuito. Un SUV que se conduce como un auto, que es capaz de ofrecer tracción y aplomo en lugares de baja adherencia, estabilidad en sectores de curvas, suavidad en malos caminos, y todo dentro de una atmósfera que lo acerca decididamente a un modelo del segmento de gama alta.

Es bello por fuera, entretenido por dentro, amplio para cinco ocupantes y con un maletero correcto para el uso normal. Y anda bien, definitivamente bien.

 

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