Fue en enero de este año cuando Mazda lanzó en Chile la segunda generación de la CX-9, el mayor de sus SUV y, por ahora, su punta de lanza en el proceso de reperfilamiento que busca acercar a la marca al segmento premium.
Esta segunda generación se estrenó hacia fines de 2015 en Los Angeles, nueve años después de su aparición en el mercado, en una época en que Mazda utilizaba básicamente mecánica y componentes del Grupo Ford, al que perteneció entre 1979 y 2010.
Este nuevo CX-9 es otra cosa, ya que basa su desarrollo y construcción en ideas propias, incluyendo las ya afamadas tecnologías SkyActiv que tan elogiadas han sido en todo el mundo.
El Mazda CX-9 se vende en Chile en tres versiones, todas con el mismo paquete mecánico y diferenciadas por niveles de acabados. El CX-9 R cuesta $25.490.000, el GT sube a $27.490.000, mientras que el tope de gama GTX llega a $29.990.000, sin contar con los distintos bonos que ofrece la marca.
Pilares claros
El buque insignia de Mazda cuenta con los cuatro pilares sobre los que se sustentan todos los nuevos modelos de la marca: tecnologías SkyActiv, diseño Kodo, conectividad Mazda Connect y seguridad i-ActivSense.
Respecto de lo primero, la plataforma es totalmente nueva, más rígida y lidera, gracias al uso de un porcentaje muy superior de aceros de ultra alta resistencia, consiguiendo mejorar no sólo la seguridad, sino también el confort y dinamismo.
Sigue siendo un SUV de grandes dimensiones y con capacidad para siete pasajeros, pese a que perdió 30 mm de largo respecto de la vieja base CD3 de Ford para llegar a 5.075 mm. Sin embargo, aumentó 55 mm la distancia entre los ejes hasta 2.930 mm, para incrementar la habitabilidad y capacidad de carga (547 litros).
Esta nueva reduce de peso en 120 kilos y mejora de manera importante la eficiencia aerodinámica.
El concepto SkyActiv también se presenta con el nuevo motor 2.5T, que debuta en este modelo y que se convierte en el primer bloque gasolinero turbo de la marca.
Se trata de un cuatro cilindros de 2.5 litros con inyección directa, que incorpora una ingeniosa tecnología denominada Dynamic Pressure Turbo, un control de válvulas que puede modificar la cantidad de gases de escape que ingresan a la turbina.
Otro elemento importante es el recirculador de gases enfriados, que permite al motor trabajar con una compresión de 10.5:1, algo inusual cuando se trata de motores turbo.
Este nuevo bloque eroga 227 caballos de fuerza y 420 Nm de par desde las 2.000 rpm, y está asociado a una caja automática de seis velocidades y al sistema de tracción total i-Activ AWD, que monitorea la información emanada de 27 sensores para ofrecer la mayor capacidad de tracción y adherencia en todo tipo de condiciones.
El diseño Kodo entra en este modelo en su fase 2.0, logrando crear una silueta más baja y alargada, líneas laterales más fluidas y, en general, un look más deportivo. Destacan los voladizos cortos, un frontal prominente marcado por la parrilla Signature Wings y los focos LED más estilizados.
A simple vista nos gusta, es lo más moderno y atractivo de un segmento que se caracteriza por "camiones" donde la volumetría supera el buen gusto.
Habitáculo más lujoso
Partamos por la habitabilidad, que es muy buena en este modelo, pero no mejor que en una Honda Pilot, por ejemplo.
Ni hablar del confort que entregan las plazas delanteras, o la capacidad para llevar a dos adultos muy cómodos en la fila intermedia, con un espacio menos cómodo al medio, más ideal para un niño que para un adulto.
Pero si bien la tercera fila es más amplia que antes, sigue siendo cómoda sólo para niños. Las rodillas deben ir muy dobladas y queda poco lugar para meter los pies. Ahora, salvo el Pilot, ningún SUV del segmento permite llevar a 7 adultos cómodos, así que Mazda se gana unos puntos extra en esta materia.
Ahora lo que sigue.
En el interior hay una atmósfera más elegante, sin lugar a dudas. No sólo los materiales suaves al tacto y las terminaciones perfectas nos transmiten una sensación más premium, sino también el diseño nos habla de un modelo moderno y enfocado ciento por ciento en satisfacer al conductor.
De hecho, hay tres pantallas disponibles para facilitar la conducción: el display digital instalado en una de las tres circunferencias que componen el tablero de mandos (la de la derecha), el head-up display que proyecta la información principal en el parabrisas justo frente a los ojos del piloto, y la pantalla táctil de 8" del Mazda Connect que descansa en forma de voladizo en la parte alta del tablero.
El diseño interior tiene líneas horizontales, con una consola central más ancha, pocos botones repartidos, tapiz de cuero de serie, acabados color chocolate en las versiones más altas y decoraciones en aluminio.
Muy buen equipamiento
En el tablero se asienta el mando de control del sistema de infoentretenimiento Mazda Connect, otro de los pilares de la marca. Desde este mando se puede manejar vía bluetooth tanto el teléfono como el audio (Bose con 12 parlantes en la versión tope de gama), la navegación GPS y la información general del auto.
Pero como en todos los nuevos Mazda, no tiene compatibilidad ni con Apple CarPlay ni con Android Auto, y tal como lo dijimos en nuestra crónica del nuevo CX-5, no tiene sentido ni razón de ser. Parece una majadería de Mazda más que una cuestión de capacidad tecnológica.
En materia de seguridad, el Mazda i-ActivSense se ofrece en este modelo con sensor de punto ciego, aviso de cambio involuntario de carril, asistencia de mantenimiento de carril, luces adaptativas LED, aviso de tráfico cruzado, freno de emergencia y advertencia de cansancio de conductor.
A eso suma elementos más tradicionales, como seis airbags, frenos ABS con EBD, control de tracción y estabilidad, sensores de proximidad delanteros y traseros con cámara de retroceso, head-up display y anclajes isofix.
Todas las versiones cuentan con luces diurnas LED, sensor de luminosidad y neblineros, freno de mano eléctrico, sistema keyless con botón de partida, asientos delanteros eléctricos y calefaccionados con tapiz de cuero, techo de vidrio y climatizador de tres zonas, entre lo más destacado.
Dependiendo de la versión, añade barras en el techo, un sistema de entretenimiento DVD en las plazas traseras, portalón trasero de apertura eléctrica, llantas de 20 pulgadas y tapiz bicolor, entre lo más importante.
Lo mejor: el manejo
Lo que ha caracterizado a Mazda desde la aparición de las tecnologías SkyActiv es su mejorada calidad conductiva, que se refleja en un mayor confort de marcha, más seguridad y una dinámica más estimulante.
En el caso del nuevo CX-9, estas tres cosas se manifiestan de manera patente en todo momento y sobre cualquier superficie, ofreciendo una sensación muy agradable cuando se está detrás del volante.
Partamos por lo primero, el confort de marcha. Adentro del CX-9, el nivel de insonorización del habitáculo es muy alto, y el mayor ruido percibido es el del aire, algo obvio considerando el tamaño de su frontal. Es agradable conducir porque se va cómodo, con una posición de manejo alta y mucha visibilidad hacia todos lados.
La seguridad se siente en maniobras duras, como un esquive o frenadas fuertes. En este caso tenemos una dirección rápida y que no se siente artificial, consiguiendo un nivel de agilidad poco común en este segmento y con vehículos cercanos a las dos toneladas.
Y pese a su peso, hay poco rolido de carrocería en curva, cabeceos muy menores en frenadas, y gracias al sistema AWD casi no se sienten las pérdidas de adherencia.
Obviamente que la a la física no se le puede engañar y sigue siendo un SUV grande y pesado, pero gracias a un centro de gravedad bajo y a una suspensión que copia extremadamente bien, se consigue mantener la línea incluso a alta velocidad.
Finalmente tenemos una dinámica estimulante, bajo la premisa que es un SUV familiar. La aceleración del nuevo motor turbo es constante y pareja, sin brincos desagradables ni caídas violentas desde que se pisa el acelerador. El turbolag apenas se siente en la salida y con el programa Sport es más rápido de salida áun.
Por cierto, hay un selector con dos modos de manejo, Normal y Sport, que básicamente ofrece un acelerador más sensible al tacto y un régimen más alto en los pasos de marcha.
Si bien no es un deportivo, es lo más estimulante que se puede conseguir en el segmento.
¿Y el consumo? Sorprendente: en Santiago a plena marcha nos dio 9,5 km/litro. En carretera superó los 13 km/l. Un lujo para esta potencia y este tamaño.
Conclusión
Definitivamente es nuestro recomendado en el segmento. Nos encanta el andar y habitabilidad del Honda Pilot, pero tiene menos equipamiento y es sustancialmente más caro; nos gusta el estilo del Hyundai Grand Santa Fe, pero no se iguala en lujo y dinámica; y nos inclinamos por la Ford explorer por su relación precio/equipamiento, pero es menos que la CX-9 en casi todo.
Nos gusta su tecnología SkyActiv, nos gusta el diseño, nos encanta el andar, nos agrada la percepción premium. Nos carga que no se conecte a los teléfonos salvo por bluetooth. Y el precio, si bien son cifras altas para cualquiera, es el mejor para el nivel de producto que nos devuelven. Compra segura.
Mazda CX-9 - Presentación y prueba en Chile