Mazda acaba de actualizar en Chile el SUV compacto CX-3, ofreciendo un mejorado diseño exterior, mayor funcionalidad interior y algo más de equipamiento, aunque la misma oferta motriz.
La verdad, que no son cambios ni profundos ni tan notorios, y esto se explica porque, a casi tres años de su arribo al país, el modelo sigue teniendo intactas todas las virtudes que lo convirtieron en uno de los favoritos, con casi el 7% de participación en el segmento.
El Mazda CX-3 mantiene intactas sus dimensiones exteriores (4.275 mm de largo, 1.765 mm de ancho, 1.535 mm de alto y 2.570 mm entre ejes) y el volumen interior (240 litros en el maletero), pero también la oferta mecánica compuesta por el motor 2.0 SkayActiv-G.
Se ofrece en Chile en cinco versiones, con precios de lista entre $13.990.000 y $17.890.000, aunque se aplican diferentes bonos de marca y financiamiento. Esta última versión, denominada GT AWD, es la que utilizamos para nuestra prueba de manejo.
Los cambios menores
Tal como explicamos en la nota que hicimos del lanzamiento, las modificaciones estéticas se remiten a un cambio menor en la parrilla frontal, llantas y luces traseras de nuevo diseño, y a la inclusión de algunas decoraciones, ya sean cromadas o en negro brillante.
No son cambios que se notan mucho, pero el diseño moderno y deportivo que desde su concepción ha tenido el CX-3 se realza con estos pequeños retoques, manteniendo una silueta agresiva y acuñada, con un cuerpo cargado hacia atrás y un bajo despeje al piso (155 mm), que le dan una apariencia más de hatchback que de SUV.
Por dentro tampoco hay gran cambio, salvo en la consola central, donde se añade un apoyabrazos y se reemplaza el freno de mano de palanca por uno eléctrico, ganando espacio extra para dejar cosas como monedas, llaves y teléfono.
Los nuevos materiales en el tablero son menos perceptibles para quienes no conocen el modelo, pero van en línea con el propósito de la marca de hacer que todos sus modelos tengan una calidad percibida de nivel premium.
El habitáculo del Mazda CX-3 es en general pequeño. Vale recordar que pese al número 3 en el nombre, este modelo está construido sobre la misma base mecánica del Mazda2 y no la del Mazda3, por lo que compite por tamaño con modelos como el Ford Ecosport, Chervolet Tracker, Hyundai Creta, Nissan Kicks y Jeep Renegade.
La posición de manejo en este modelo es impecable, muy acogedora y con alta visibilidad hacia todas partes, y con un volante de corte deportivo que ofrece un gran tacto para el conductor.
Las plazas traseras son cómodas en lo que respecta a los cojines y la inclinación de los respaldos, pero son pequeñas en relación con otros modelos del segmento. De partida, el acceso es estrecho, por lo que hay que cuidar la cabeza para no golpearse. Luego, si lo medimos por el ancho de hombros, caben dos adultos y un niño pequeño al medio. Hay lugar para las piernas, pero no es abundante, y la altura sin lugar a duda complicará a personas muy grandes.
Respecto de la maleta, debe ser la más pequeña del segmento, pero los diseños de corte deportivo siempre penalizan en habitabilidad, y en este caso se nota bastante.
Hay características propias de todos los Mazda que nos encantan: volante pequeño, pilares delanteros angostos, alta funcionalidad en el diseño del tablero, palanca de cambios de buen diseño.
Pero también hay cosas que nos han decepcionado siempre en este modelo, y que podrían haberse corregido en esta actualización.
Primero, los marcadores, donde claramente se privilegió el diseño por sobre la funcionalidad. Tenemos un tacómetro de gran tamaño y un velocímetro escondido en un ínfimo display digital. Es un SUV, no un deportivo, por lo que esta solución carece de sentido. Nuestra unidad de pruebas contaba con head-up display que en algo soluciona este defecto, pero el resto de las versiones no lo tienen.
El segundo punto es el sistema infoentretenimiento, que pese a ofrecer una pantalla de 7 pulgadas y un mando central con accesos directos, no tiene conectividad real con ningún dispositivo salvo por bluetooth. Y la interfaz en sí misma es compleja de utilizar, es poco intuitiva. Los de Mazda deberían revisar algún Ford, o Jeep, o Audi, y rediseñar su sistema.
No parece un SUV
Obviamente que Mazda no tocó la oferta mecánica del CX-3 con esta actualización, y la verdad, no necesitaba hacerlo.
El SUV compacto se vende con el motor SkyActiv-G de 2.0 litros, que ofrece 148 caballos de potencia y 192 Nm de par, pudiendo asociarse a cajas mecánica y automática de seis velocidades, y con tracción delantera o total AWD.
El auto es suave en términos generales, y tiene un claro carácter deportivo, algo que lo diferencia de prácticamente todos los modelos del segmento. Diría sin temor a equivocarme, que tiene un comportamiento más semejante a un hatchback que a un SUV.
Lo primero es que va muy cerca del suelo, con un centro de gravedad bajo y un buen reparto de peso entre los ejes, lo que lo hace bastante neutro de comportamiento. Nada de eso se encuentra en un SUV, lo que ya habla del enfoque que puso Mazda en esto.
Lo segundo es la dirección, muy rápida y precisa, lejos lo mejor del paquete mecánico. Responde con decisión cuando se gira el volante y lleva el auto de manera inmediata hacia donde apuntamos las ruedas, algo no tal normal en los SUV de hoy.
Finalmente está la suspensión, algo firme y poco eficiente en malas condiciones de camino. No amortigua tanto como es lo que se espera para un SUV, sin embargo, es perfecta para llevar el auto por carreteras de buen asfalto e incluso disfrutar de algunas curvas, ya que no rebota ni permite un rolido de carrocería excesivo.
Lamentablemente, amortiguar poco y a veces golpea, lo que se acentúa por los grandes neumáticos de aro 19 y perfil bajo, lo que significa que adentro se siente todo lo que pasa bajo las ruedas.
El motor es bastante potente para el peso, pero a veces parece lento por culpa de nuestra caja automática, que tiene una configuración para ser más eficiente (en nuestra prueba de manejo promediamos 10,5 km/litro).
La caja puede tener un comportamiento suave si no se fuerza el pedal del acelerador, o usar las paletas que hay detrás del volante, pero en este caso, se vuelve un poco incómoda ya que sobre reacciona. Es que si uno pisa el acelerador con cierta decisión, la caja rebaja un par de marchas elevando demasiado el régimen, generando un ruido excesivo. En este sentido, no es una caja refinada. Sin embargo cumple su cometido.
En resumen, el Mazda CX-3 es un SUV ágil y ligero, compacto de uso y tiene buen empuje de motor, lo que hace que sea bastante divertido de manejar. En línea recta y a cierta velocidad se vuelve algo nervioso y hay que ir corrigiendo constantemente. Ahí, nuevamente, se plasma su carácter deportivo.
Muy equipado de serie
El CX-3 estará disponible con dos niveles de acabados, R y GT, el primero en cuatro versiones mecánicas, mientras que el segundo el tope de gama.
De serie, todas las versiones se ofrecen con seis airbags, frenos ABS con EBD, control de estabilidad, anclajes isofix, neblineros delanteros, sensor con cámara de retroceso, luces automáticas, climatizador, volante forrado en cuero, sistema Mazda Connect con pantalla táctil de 7”, y llantas de 18”, entre lo principal.
Nuestra variante de pruebas GT AWD añade a eso navegador GPS, el sistema iActivSense (sensor de punto ciego, aviso de cambio de carril, luces adaptativas y freno de emergencia), head-up display, luces full LED, paddle shift, asientos eléctricos con tapiz de cuero, sistema de audio Bose y keyless con botón de encendido.
Ambos paquetes son muy buenos considerando la competencia, especialmente en el apartado seguridad, aunque hay que decir que los precios del CX-3 están en la parte de arriba del segmento, y rivalizan más directamente con modelos del segmento superior.
Quizás si la mayor deuda es la falta de conectividad a Apple CarPlay y Android Auto, nada menor para un auto con claro enfoque juvenil.
Conclusiones
El Mazda CX-3 ha sido un referente en el segmento para quienes buscan un SUV compacto, bien diseñado y con carácter deportivo. Ahora mejora la sensación premium interior, moderniza levemente su diseño exterior y eleva la sensación de seguridad.
El tacto conductivo sigue siendo deportivo, aunque para quienes buscan un SUV para sortear malos caminos, acá se defraudarán. Diría que es perfecto para el asfalto y, esencialmente, la ciudad.
¿Recomendable? Mucho para quienes buscan un auto de calidad, bien equipado y con una dinámica deportiva. Por ningún motivo para quienes buscan un SUV real, con alguna capacidad off-road y necesiten mucho espacio interior.