Independientemente, si es una simple intimidación para desviar la atención de otros tema, el hecho es que la amenaza del gobierno de Donald Trump de imponer un arancel del 25 por ciento a los vehículos y repuestos importados, ha hecho que los fabricantes que comercializan automóviles en Estados Unidos enciendan sus alertas ante esta complicada situación.
Es tal la presión que está haciendo el gobierno, que para que ninguna compañía oculte información, sobretodo aquellos modelos con el sello Made in USA, que el Departamento de Comercio ha creado un cuestionario para saber todos los detalles del proceso de manufactura.
Como sabemos, la intención del Presidente Trump es proteger a los fabricantes de nacionales y a los foráneos que producen en Estados Unidos. Igualmente, la intención es que la procedencia de los automóviles sea local para que sean verdaderos autos Made in USA.
No obstante que esto provocaría un consumo local, sería contraproducente, ya que los automóviles que no son hechos en Estados Unidos o que los componentes no tengan este origen, subirían de precio. Igualmente, esta situación haría que el resto de los países tomen esta medida como respuesta a este nuevo arancel.
Por ejemplo, Toyota, que al día de hoy exporta ocho de sus modelos estadounidenses a 31 países. Si se imponen aranceles, se estima que el costo del Toyota Camry de Kentucky aumentará en $1,800 dólares, la camioneta Tundra construido en Texas en $2,800 dólares y la minivan Sienna construido en Indiana en $3,000 dólares.
Como podemos ver, este arancel haría un efecto dominó, en que los perjudicados no sólo serían los fabricantes de automóviles y consumidores estadounidenses, sino sería a nivel global antes la respuesta de los gobiernos afectados.
