El año pasado debutó a nivel mundial el nuevo BMW M5 (G90) 2019, y desde ahí que estamos a la espera de su debut. Solo nos consolaba, manejarlo desde Need For Speed Payback. Afortunadamente para las sorpresas, siempre está el BMW M Power Tour, un clásico de todos los años en nuestra agenda periodística y que siempre viene con algo extra. El año pasado, por ejemplo, fue el M4 GTS de edición limitada. Este año, el totalmente nuevo M5, el cual, al contrario del GTS, si pudimos conducir en pista y conocer más.
Sobre este modelo, hay poco que no se sepa, especialmente conociendo la fórmula que le da vida, una receta infalible a lo largo de 6 generaciones pero que tiene algunos importantes cambios. Por ejemplo, cosas que no cambian mucho, son la propuesta deportiva del modelo, siempre bajo un canon más sobrio. Es cosa de ver a los primeros M5, los cuales salvo por unas llantas y algo más, eran indiferenciables a un Serie 5 normal. Desde el modelo E60 que las sutilezas no fueron suficientes para ocultar el potencial del modelo, por lo que llantas de sobre medida, cuatro escapes traseros (que ya veíamos en el E39) y las branquias laterales, echaban al agua al sleeper alemán.
Con el G90 sucede lo mismo, aunque en el lenguaje de diseño nuevo de BMW, con una gran parrilla cromada que domina el frontal y que va muy pegada a los focos dobles principales, así como en el centro, en lugar de dos riñones separados, como en el anterior. Las tomas de aire son más prominentes y voluminosas, los parachoques más afilados y los escapes traseros, más sobresalientes. Las branquias laterales sean han estilizado para un look más elegante. Sin embargo, son las enormes llantas de 20" (706M, disponibles en bitono o en color negro), más los descomunales discos de freno, los que inmediatamente nos hacen saber que este auto es un M5. Otros detalles los encontramos en un capot de nuevo diseño, espejos retrovisores deportivos, pasos de rueda ligeramente ensanchados, un lip deportivo sobre el portalón trasero y el techo de fibra de carbono.
Puertas adentro y el lujo invade todo, pero con claros detalles deportivos. Es cosa de solo mirar el volante M, con costuras tricolor en el grueso aro y en la tapa del airbag, los finos cueros y la rica materialidad de la consola. Los asientos, cuentan con insignias M iluminadas y conjugan a la perfección el confort de un sillón de lujo con el agarre de una butaca deportiva. Ojo que para BMW esto no es muy difícil, llevan años perfeccionando el arte de los sedanes deportivos.
Interesante es el pomo de la palanca de cambios, que ahora incorpora el botón de "Parking" y de donde vemos algunos acentos rojos. Este color se repite en dos grandes switches en el volante, que hacen de acceso directo a dos distintos modos de manejo que nosotros queramos prefijar, cosa de tener la electrónica del M5 a nuestra disposición según lo que queramos hacer en el auto. El sistema multimedia también fue actualizado al iDrive6 que lleva el recientemente lanzado X4. Si tienes el dinero, puedes cambiar el tapiz de cuero merino por cuero real, así como combinar entre dos texturas M y tapicería Sensatec el tablero principal.
Ingenieria al servicio del performance
Vamos a lo importante, el motor. Este M5 recibe una versión actualizada del V8 4.4 Biturbo de la generación anterior. Puede alcanzar los 100 km/h en 3,4 segundos y una velocidad final de 250 km/h, aunque sacando el limitador (parte del paquete M Driver opcional) podrías fácilmente superar los 300 km/h. Nosotros en pista, solo alcanzamos a ver poco más de 200 km/h en la recta principal. Su potencia es de 600 Hp y 750 Nm de torque, el cual se transfiere a las cuatro ruedas por medio de una transmisión automática Steptronic de 8 velocidades con Drivelogic (modos predefinidos de gestión de caja) y refrigeración específica para el aceite de caja. Este motor cuenta con un complejo múltiple de salida donde se entrecruzan ambas bancas de pistones, inyección de alta potencia (350 bar), gestión de válvulas Valvetronic completamente variable y programa Double-VANOS, para cambiar el timing del árbol de levas.
La novedad con este M5 es la llegada del sistema xDrive, con el cual se gestiona y modula la entrega de potencia de ambos ejes, con un embrague multiplaca electrónico y un diferencial trasero LSD activo. Este sistema tiene 4 modos: 4WD, 4WD Sport (con más carga al eje trasero), 4WD sin DSC, 4WD Sport sin DSC y para los puristas, tracción trasera sin DSC.
Aparte, el BMW M5 tiene algunos modos extra con los que puedes gestionar otros parámetros. Por ejemplo, puedes elegir entre 3 modos generales: Comfort/Efficient, Sport y Sport+. Estos modos vienen predefinidos con algunos reglajes, aunque tú puedes alterar independientemente otros parámetros. La gestión del motor puede ajustarse en modo Efficient, Sport o Sport+, mientras que la suspensión y dirección, pueden configurarse en modos Comfort, Sport o Sport+. Finalmente, la nota del escape, puede hacerse más agresiva y amplificada con dos modos (Comfort, Sport).
Estos modos electrónicos le sacan el máximo partido a la suspensión M adaptativa, la cual fue fabricada en aluminio y cuenta con un desarrollo cinemático y elástico muy estudiado por M, además de la dirección EPS con función Servotronic calibrada por M de desmultiplicación variable y frenos ventilados de compuesto mixto, con calipers de 6 pistones adelante y un pistón atrás.
El M5 anterior era un auto pesado. Era sabido, pero aquí BMW, con las piezas de aluminio, el techo de fibra, la linea de escape y más, ha logrado bajar algunos kilos extra con respecto al anterior, incluso considerando el peso extra del sistema de tracción a las cuatro ruedas.
Dicho todo esto, nos metimos a la pista, siempre asistidos por el equipo de pilotos de BMW M, Alejandro Capín, Pepe Montaño y Jonatan Torres. Lo único que se deja activado por seguridad es el control de estabilidad, aunque con todos los settings en Sport+. Y habiendo manejado el modelo anterior, no estábamos preparados para el azote de 750 Nm de torque, directo en nuestra espalda y acelerando con brutalidad incluso en marchas altas. Es sorprendente como el M5 maneja y entrega toda esa cantidad de torque con decisión y definición, porque el auto no se siente jamás forzado o sufrido.
Pero es la tracción integral, la que, sin la esterilidad de un Audi, nos entrega emoción y entretención curva tras curvas. Como la tracción siempre va un poco más cargada al eje de atrás, se siente el aplomo y la comunicación del chasis. El peso del auto se vuelve absolutamente nada y el M5 cobra vida, haciendo ver al anterior como una lancha. Sí, es poco purista, pero si la tracción 4WD le devuelve entretención y agilidad a este sedán, sin duda la aprobamos. Al final, después de haber manejado el M5, así como el M2 y el M3, modelos que ya conocíamos, pero que nos sirvieron de contrapunto, los pilotos de M nos regalaron dos vueltas lanzadas en el M4 y M5 haciendo drift, rueda a rueda, una experiencia que solo reitera lo que sabemos: la M es la letra más rápida del abecedario.
Si deseas hacerte con un M5, deberás desembolsar 104 millones de pesos, un billetón que solo unos pocos podrán extender.