Lo que me ocurrió cuando puse las manos en el volante del Alfa Romeo Stelvio es más o menos lo mismo que me pasó la primera vez que manejé el Macan de Porsche: es difícil imaginar la forma en que un SUV puede ser más deportivo.
El Stelvio es el nuevo SUV de la marca italiana y fue anunciado para llegar a Chile en diciembre o enero próximo (puedes leer nuestra nota aquí). Lo hará en tres versiones diferenciadas por motor y equipamiento, pero sin importar de cuál se trate, todas tendrán impregnado el ADN de Alfa Romeo. Y eso nos asegura diversión tras el volante.
Si el eslogan del Levante es “el Maserati de las SUV”, con el Stelvio podemos hacer el mismo juego: es el Alfa Romeo de los SUV, y quienes conocen el pedigrí histórico de la marca del biscione (no el reciente, aquel de los autos desabridos y extremadamente malos, sino el que se escribió en mil batallas en las pistas entre 1910 y los años 70), sabemos de qué se trata este juego.
Porque cuando el fallecido Sergio Marchionne definió que Alfa Romeo sería la punta de lanza de la arremetida del Grupo Fiat en Norteamérica, estipuló que debía tratarse de la vieja Alfa, aquella que derrotaba a marcas como Ferrari, Jaguar, Aston Martin y BMW. Porque si no, mejor no invertir un dólar en revivirla.
Y Alfa Romeo revivió. Primero apareció el Giulia en 2015 (puedes leer nuestra prueba de la versión Quadrifoglio aquí) y luego el Stelvio en 2017. Ambos se fabrican bajo una misma plataforma de tracción trasera, extremadamente modular y tan bien concebida, que sin importar la carrocería que monte, el reparto de pesos sobre los ejes será perfecto.
Y no serán los únicos nuevos Alfa.
Mucho más que un Giulia SUV
El Alfa Romeo Stelvio mide 4,68 metros de largo, 2,16 metros de ancho y 1,67 metros de alto, ofreciendo una estampa sumamente deportiva, que transmite poder, dinamismo y aplomo.
Sus líneas exteriores son impresionantemente bellas, una tradición de 100 años en Alfa Romeo, donde las proporciones, la elegancia y la sencillez son los atributos históricos en una marca acostumbrada a deslumbrar por su diseño.
El frontal “trilobo” se destaca desde lejos, mientras que la silueta es perfecta en proporciones, con una estampa propia de un animal que está a punto de atacar. También impresiona la sensación de calidad, un atributo perdido en el tiempo para Alfa Romeo y que ahora busca recuperar.
Nuestra experiencia de manejo en Italia partió en la pista de prueba de FCA en Balocco, ubicada entre Milán y Turín, bajo la lluvia y con la pista mojada. Y continuó al día siguiente por las carreteras que unen ambas urbes del norte italiano, sobre un asfalto seco y sumamente suave.
Primero manejamos la Stelvio sin apellidos, que monta un bloque de cuatro cilindros turbo, de dos litros e inyección directa, que eroga 200 caballos de fuerza y 330 Nm de par.
Junto a el, la transmisión automática ZF de ocho velocidades está configurada para ser rápida y precisa, como un buen deportivo lo requiere. Pero a diferencia del Giulia, aquí el par se reparte a las ruedas a través del sistema de tracción Q4. Normalmente funciona como un vehículo con tracción trasera, pudiendo enviar hasta el 50% del par al eje delantero, sólo cuando es necesario. Y esa es la clave de la sensación de manejo deportivo que ofrece.
Luego condujimos el Stelvio Súper, que cuenta con el mismo motor de aluminio original de Alfa, que en este caso llega a los 280 Hp y 415 Nm de par, para un increíble 0 a 100 km/h en 5,7 segundos, tanto o más rápido que varios SUV que se definen como deportivos (Jaguar F-Pace S, BMW X3 xDrive 35i). Para batirla hay que invertir en modelos como un Audi SQ5 o un Porsche Macan S, que valen bastante más de lo que promete costar la Stelvio Super.
Ambas versiones del SUV italiano son extremadamente rápidas en línea recta, algo normal considerando la potencia. Lo que sorprende es lo veloz que va también en curva, al nivel de un buen sedán deportivo, con un aplomo sobresaliente.
Pese a sus casi dos toneladas de peso (1.890 kilos en seco), se siente ligero, fluido y sumamente neutro cuando se le lleva por curvas, con una dirección que responde de manera instantánea y con mucha precisión, y una carrocería que apenas si rola, sintiéndose firme, aplomado y muy delicado de conducción.
Ahora, si el Stelvio es rápido y divertido de conducir en pista o carretera, podríamos pensar que en la ciudad y a baja velocidad debe ser un infierno, pero eso no es así. No es duro, no es chúcaro, no es torpe a bajo régimen, algo más o menos común en vehículos de altas prestaciones.
En el modo de conducción N, todo se vuelve agradable, incluso sobre pavimentos más o menos malos (que en Turín también abundan). A no engañarse, el tacto sigue siendo deportivo y la suspensión es más firme, por ejemplo, que en un Audi Q5 y un Mercedes-Benz GLC. Pero no daña los riñones. Es absolutamente llevable en el día y en medio del tráfico de la ciudad.
Diría que el balance entre deportividad extrema y confort de uso diario está en armonía, un equilibrio que no es tan sencillo de conseguir.
El mundo interior
Tan hermoso como lo es por fuera, es el habitáculo del Stelvio, con un claro enfoque en transmitir deportividad, practicidad y calidad. Diría que cumple en los tres apartados, quizás menos en el último punto por culpa de algunos botones de regular tacto, ofreciendo un aspecto sencillo pero bien cuidado.
Como buen SUV, la posición de manejo es relativamente alta, muy visual hacia afuera, aunque el confort para los ocupantes está garantizado incluso después de varias horas de viaje (que cómodos son los asientos pese a su enfoque deportivo).
Al centro del tablero domina un sistema de infoentretenimiento, con pantalla de 8,8 pulgadas y conectividad a las distintas aplicaciones del teléfono, y un sistema de sonido que también suena muy bien. Frente al conductor un display digital pequeño o grande, dependiendo de la versión, que entrega toda la información que se necesita.
La tónica acá es que el conductor tenga todo a la mano y frente a los ojos, para que no se distraiga de sus obligaciones de manejo.
La habitabilidad también es buena, aunque no lo pondría como un punto fuerte del modelo. Dos ocupantes en las plazas traseras irán cómodos, con espacio para la cabeza, un respaldo ajustable en inclinación y buen lugar para meter los pies. Holgado, holgado no es, pero cumple en la media.
Conclusiones
El Alfa Romeo Stelvio está llamado a impactar cuando aterrice en Chile. Son dos versiones normales, ambas muy deportivas y gratas de manejar, y una increíblemente rápida (Quadrifoglio), de la que escribiremos en unos días más.
Diseño espectacular, interior cómodo y bastante refinado, buena habitabilidad y mucho equipamiento, que no hemos detallado aquí porque no sabemos cómo vendrán equipados los autos a Chile.
Lo mejor, en todo caso, es la cantidad de recursos puestos a disposición de conseguir la mejor experiencia de manejo posible. El ADN de Alfa Romeo es la deportividad, y acá, pese a producir un SUV, está más que presente y llevada de la mejor manera posible.
¿Recomendable? Ciento por ciento. Si le gusta el buen diseño y las grandes prestaciones, este será su auto. La duda que queda es si se resolvieron los problemas de confiabilidad, el talón de Aquiles de la marca en los últimos 30 años. Habrá que ver.