Comenzaba 1944 y el mundo contenía la respiración. Los horrores de la Segunda Guerra Mundial pronto quedarían atrás, y el grueso de las naciones europeas tendría que lanzarse a un largo proceso de reconstrucción. Gracias a su postura de neutralidad, Suecia sobrevivió al desastre, por lo que cuando soplaron los vientos de paz, su infraestructura industrial estaba prácticamente intacta; fue así como Volvo se puso de inmediato a trabajar.
Antes de estallar la guerra, a los ingenieros de la marca les rondaba la idea de crear un automóvil tan confiable y asequible como lo fue el veterano ÖV4 de 1927. Pero obviamente que los tiempos habían cambiado y a los compradores suecos nos les agradaría un diseño suspendido en el tiempo, por lo que decidieron echarle mano a la curvilínea silueta del PV36 Carioca, un hermoso sedán presentado en 1935 y que entre sus características estaba el carenado que cubría los neumáticos traseros; era un detalle muy elegante sin duda.
En 1942 se anunció el PV60, algo así como un PV36 Carioca pero vestido de un modo menos extravagante, un ejemplar del que solo se produjeron cinco unidades ese año y que estaba claramente influenciado por los diseños norteamericanos de la época. Pero no fue hasta 1946 cuando el citado ejemplar se fabricó en serie, siendo descontinuado cuatro años más tarde, convirtiéndose en el último modelo de la marca en equipar un motor de seis cilindros; recién en 1968 se volvieron a utilizar esos bloques.
Al alcance de todos
Al interior de Volvo se trabajaba en paralelo en el desarrollo de un automóvil aún más funcional y honesto que el PV60, un producto con el que la marca pudiese llegar a un comprador menos pudiente, y que por supuesto les garantizara seguir en el juego. El PV444 fue exhibido en septiembre de 1944, pero no fue hasta 1947 cuando ingresó al catálogo regular de la marca, costando alrededor de 600 dólares según la equivalencia de aquellos años.
El PV444 se presentó como el primer Volvo construido sobre una estructura monocasco, sin chasis independiente, siendo además el portador de un pequeño pero ágil motor de cuatro cilindros y 1.414 cc, bloque que entregaba 40 Hp y que le permitía alcanzar 118 km/h; otra de sus innovaciones técnicas fueron los frenos de tambor accionados hidráulicamente.
El diseño contenía elementos bastante curiosos, porque si bien era un coupé se referían a él como una berlina, en tanto que el parabrisas estaba dividido en medio y en la vista de perfil este curvilíneo Volvo se veía semejante a un Ford de los años cuarenta; de hecho eso es lo que se pretendía. En 1957, después de una década acumulando ventas tanto en Suecia como en mercados foráneos, el PV444 comenzó a ofrecerse equipado con una planta motriz de 1.582 cc (85 Hp), asociada a una transmisión mecánica de tres velocidades con palanca al piso.
Como dos gotas de agua
Un total de 196.004 unidades del PV444 fueron producidas entre 1947 y 1958, pero ya era tiempo de que la marca presentara a su relevo. No podemos decir que el PV544, ejemplar que debutó en agosto de 1958, mostraba grandes diferencias con su predecesor. Eran casi idénticos, exceptuando que esta vez el parabrisas era de una sola pieza y la carrocería un poco más ancha, lo que les aseguraba el espacio suficiente a cinco ocupantes; la cabina del PV444 recibía a cuatro viajeros.
Pese a todo, el público siguió viendo con buenos ojos a los adorables PV, claro que la presencia del poderoso motor de 1.600 cc que brilló en el PV444, sumado a una variante de exportación que era movida por un bloque de 1.8 litro que entregaba 90 caballos, convirtieron al debutante PV544 en un ejemplar mucho más apetecible; la transmisión podía ser de tres o cuatro marchas.
En la década del sesenta el modelo participó en los certámenes de rally europeo, logrando importantes triunfos en Montecarlo y Acrópolis. Más de 243 mil unidades del PV544 se fabricaron hasta 1965, y su éxito comercial fue tan grande que obligó a derivar la producción a unas nuevas instalaciones en Torslanda.