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¿Cómo es ir a vivir la experiencia del WRC en Chile?

Entre trabajo y pasión, la aventura de ir al WRC es una historia sacrificada, pero que vale la pena vivir una y mil veces.

¿Cómo es ir a vivir la experiencia del WRC en Chile?

Yo les voy a confesar: mi sueño desde chico fue ser piloto de rally. Pero irónicamente, no sigo el rally más allá de lo periodísticamente necesario. No veo el RallyMobil, el Avosur y el Rally Sprint. El rally murió para mí como entusiasta cuando Subaru se fue del mundial a fines del 2008 y siempre me quedaron las ganas de ver una fecha del mundial, pero por entonces era más chico y como estudiante, el dinero no era suficiente para viajar. Así que nunca pude ver a mi equipo favorito.

Pero no se le puede decir que no al WRC cuando visita tu país, de la misma forma en la que cubrí la Fórmula E, la Extreme E y el Dakar cuando se disputaron en Chile. Sin embargo, por esas cosas de la vida, me fue imposible viajar al sur de Chile para ver la fecha local del mundial en el 2019 y el 2023.

Los famosos "recce cars" o autos de reconocimiento, con los que los pilotos y copilotos revisan las etapas para hacer sus hojas de indicaciones. Estos, obviamente son los de Toyota.

Y este 2024 por diversos planes personales ya me estaba descartando nuevamente para ir. Y es que cubrir una competencia de motorsport es algo de dulce y agraz para quienes trabajamos en esto de los autos, porque al final no disfrutas mucho la competencia y te debes dedicar a cubrir la carrera como una noticia, haciendo fotos, videos, escribiendo notas o en mi caso, haciendo las tres al mismo tiempo.

Cuando me dije que iba, solo pedí llegar más tarde, por compromisos personales. La van de prensa salía el 25 y yo partiría el 26 en la noche. Lo peor era tener que dejar hechas algunas responsabilidades de Autocosmos, lo que me llevó a grabar un Test Drive en modo intensivo y trabajar en redacción y edición de fotos hasta las 12 de la noche del jueves. Hice mi bolso, guardé equipos, comí, me duché, dormí una hora y media y bajé al estacionamiento: no hay vuelta atrás.

Dia 1

La entrada al Parque de Asistencia.

Cerca de 500 kilómetros separan a Santiago de Concepción. Llegué al Parque de Asistencia a eso de las 9-10 de la mañana, el cual fue sitiado en el hotel-casino Marina del Sol. Inicié mi proceso de acreditación y me dirigí al "domo" donde estaba la sala de prensa, donde me encontré con varios colegas que cubren motorsport y a los que no veía en tiempo. Aquí pude monitorear los tiempos de las primeras tres etapas (dos en estricto rigor, Pulpería 1 fue cancelada por mala conducta del público) y luego salir a recibir a los pilotos, quienes tenían pactado llegar desde San Rosendo a eso de las 12 con 20 minutos.

Los primeros en llegar fueron los autos de Toyota Gazoo Racing y de Hyundai. Cada piloto tiene su personalidad y sus modos, como Thierry Neuville y sus lentes de color, el acento británico-cantado de Elfyn Evans o la personalidad "gen Z" de Ott Tänak, quien después de las entrevistas se sentaba a revisar rápidamente su teléfono. Luego llegaron los autos de Ford, los del WRC2 y también los que estaban disputando la categoría RC2PRO del RallyMobil, donde pude saludar a algunos amigos como Tomás Cañete (instructor profesional y copiloto del Team Rosselot) y Martín Scuncio, a quién conozco de largo tiempo, cuando corría en la Fórmula 3 nacional. 

Petter Solberg y un fan de toda la vida.

Y entre que uno entrevista, hace fotos y va conversando con los colegas, también saca su lado fan y yo sabía que estando corriendo Oliver Solberg en la WRC2, obviamente habían muchas oportunidades de que apareciera su padre, Petter Solberg, campeón con Subaru el 2003, a quién le pude robar una foto para la posteridad: uno no viene tan solo a trabajar.

Luego, se repitió lo mismo; ir a almorzar un sándwich a la vuelta, saludar a otros amigos que andaban por allá, visitar los talleres de cada equipo, volver al domo a seguir las últimas tres etapas y recibir nuevamente a los pilotos a eso de las 6-7 de la tarde para los reportes finales del día. Terminada la jornada, tomé mi auto para ir al hotel asignado para prensa, juntarme con mis colegas para cenar y dormir, porque al día siguiente, si queríamos ir a la etapa, había que salir a las seis de la mañana y los reportes nocturnos ya señalaban que todo estaba copado.

Dia 2

El público de Pelún 1

Desde nuestro hotel a Pelún 1 (SS7) hay casi 50 kilómetros por la Ruta de la Madera. Hacia frio en la van de prensa y las condiciones climáticas indicaban que los pilotos, que ya lo estaban pasando mal con la falta de grip (caminos muy sueltos) iban a reclamar más, porque llegó la llovizna y la neblina, en algunos casos tan espesa que solo los que estaban más cerca de la ruta lograrían ver el paso de los autos.

Compartir con el público es entretenido, pero es más cuando vas a disfrutar del rally y no tanto a trabajar. Por fortuna se juntaron dos aspectos muy positivos; el primero es el apoyo de los fans a resguardar la seguridad, aunque de la manera que solo los chilenos podemos hacer, o sea con bullying, tallas e insultos a todos los que se cruzaban por la pista o se ponían en zonas inseguras, lo que obviamente ayudó a distender el ambiente. Lo segundo tiene que ver con las habilidades blandas de los "Marshalls" a quienes les toca difícil cuando se tienen que enfrentar a algún espectador prepotente o bajo la influencia del alcohol. La mismísima Michèle Mouton, la mujer más rápida del rally y leyenda absoluta en Audí y Peugeot (de esa época donde te podías matar corriendo), era la encargada oficial de la seguridad como representante de la FIA y no dan ganas de pasar vergüenza con ella.

La gente, aun cruzándose en la pista, mientras los comisarios les pedían que se orillaran, antes de que pasaran los autos "cero".

Pelún se disputa con normalidad y pudimos ser testigos de la velocidad de algunos autos, como el Ford de Adrien Fourmaux o del ocho veces campeón Sébastien Ogier. Y aunque los autos híbridos de hoy suenan bien, el eco de los motores solo me hace imaginar cómo deben haber sonado autos más antiguos, como un Delta Integrale, un 205 T16 o un Subaru Impreza. Termina Pelún, pasa el rastrillo y nos vamos a la van para visitar el "Village", una especie de campamento con escenarios, música, comida y algunos VIP. Los baños no son de lo más limpio, salvo que te acercaras discretamente a los que tenía el VIP de Toyota: lo digo por experiencia propia. 

La señal de WiFi no era la mejor y alcanzamos a comer algo en uno de los VIP. Pero aquí terminó para mí la cobertura con el grupo prensa, ya que con uno de mis amigos que andaba en Toyota, Jesús Gajardo (Rayos Media) decidimos "rebelarnos" y hacer agenda propia para ver el rally como se debe. Eso significaba sacrificar las tres últimas etapas para recoger nuestros autos en Concepción y volver al campamento por la noche. Así que nos despedimos de nuestros grupos y con varios bolsos encima, literalmente "mochileamos" para salir del Village y volver a la carretera, haciendo dedo.

Thierry Neuville, el actual lider del mundial.

Sin embargo, esto no nos bastó y después de caminar y subirnos a tres autos diferentes, quedamos varados en el kilómetro 17 de Lota 2 (SS11) en un punto de control, donde compartimos con otros espectadores y terminamos disfrutando el rally de una mejor manera. Lástima que al comenzar la categoría WRC2, empezamos a ver que los autos circulaban más lento; se cancelaba el prime. Por radio nos enteramos de una delicada situación, donde los "Marshalls" del punto 19 fueron amenazados con armas blancas. Además, los asistentes nos confesaron que anoche, en el mismo punto también había ocurrido algo similar. Alcancé a notificar a mis colegas en el Parque de Asistencia, pero me respondieron que era un "rumor" y que la versión oficial era "cancelación por exceso de niebla"; ustedes pueden tomar sus propias conclusiones.

Por fortuna, un grupo de espectadores nos ofrecieron llevarnos a Concepción, por lo que pudimos volver a buscar nuestros autos para emprender rumbo al campamento con nuestros amigos. Teníamos que subir en dirección a Biobío 1 (SS14) por los mismos caminos del rally, de noche, con lluvia, neblina y un camino muy tortuoso en varias zonas.

Hasta un perrito se quedó con nosotros al lado de la parrilla.

Lo difícil de la ruta pasó a un segundo plano con el primer sorbo de piscola y el primer pedazo de carne: lo habíamos logrado. El campamento distingue a dos grupos de personas, los que van a disfrutar del rally y los que van derechamente a carretear. Los primeros se distinguen por que andan en familia y porque son los que a las tres de la mañana gritan a los del segundo grupo a que bajen la música de sus camionetas y dejen dormir. Yo me acosté en el asiento de atrás de mi auto, me tapé con una chaqueta y dormité lo que pude hasta la mañana.

Dia 3

Los Ford Puma se mostraron bastante menos nerviosos en pista que los Hyundai y los Toyota.

Biobío 1 resultó ser la mejor etapa para ver ese día, puesto que se repetiría durante la tarde para darle forma al PowerStage final. Además, cuando la neblina bajó, nos dimos cuenta que estábamos justo detrás del famoso Village. La gente disfrutó de los saltos, de la velocidad y de la comunidad del rally ya que muchos, equipados con radios y con mejor señal de Internet, podían ir informándonos de lo que iba ocurriendo en la etapa de Laraquete.

Aquí poco importa el sueño, los olores, las ojeras. Cuando a uno le gusta esto de los autos, va donde las papas queman y se hace el esfuerzo de estar con un ojo en la cámara y con el otro en el teléfono esperando reportes oficiales o siguiendo la puntuación, las penalizaciones, los abandonos y los tiempos.

Sébastien Ogier, el ocho veces campeón del WRC, tuvo mala suerte en Chile, pero corrió más que nadie.

Finalmente llegó la hora de despedirnos y de abandonar el camping, algo que por el tráfico puede tomarte muchas horas, como fue nuestro caso. Kalle Rovanperä fue el ganador, seguido de Elfyn Evans (ambos del Toyota Gazoo Racing) y Ott Tänak, ganador de las dos fechas anteriores en Chile, cerrando el podio. Thierry Neuville, en cuarta plaza, logró los puntos necesarios para seguir sosteniendo su liderazgo en el campeonato.

Siendo las cinco de la tarde, cuando el rally ya se había acabado a eso de las dos, finalmente toque asfalto. Volví al Parque de Asistencia a despedirme y a recoger a un colega que por estos días escribe para El Mercurio, José Contreras. Era hora de volver a Santiago.

Hice uso de mi propio "auto de rally", el cual se robó varias miradas, pero con lo que gasta en combustible, probablemente no lo volveré a llevar.

Si me preguntan, pagué mi deuda con creces y cumplí mi sueño de ver el mundial. Uno no puede dar nada por sentado, pero ojalá pueda seguir yendo los próximos dos años. El rally hay que vivirlo y fue espectacular incluso para quienes no son tan fanáticos de los autos. Para los que sí, aún nos queda el eco de los motores, el cueteo del sistema anti-lag, el silbido de las válvulas de blow-off y los gritos de la gente con los saltos y derrapes.

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