
Si hubiese que elegir un auto en Chile digno para ejecutar un restomod, esa es nuestra querida Chevrolet Luv. Fabricada (ensamblada, hay que ser justos) en Arica y tremendamente popular en todas sus versiones, la Luv por años, paso a ser más que una camioneta, sino que un verdadero símbolo patrio. Por supuesto, los tiempos cambian y la Luv fue reemplazada por un nuevo producto de Isuzu, la D-Max. Su espíritu hoy vive en tres modelos vigentes: la JIM Re-Max, la actual Chevrolet Colorado y la nueva Mazda BT-50, todas representando a las tres últimas generaciones de la mencionada D-Max, la misma que además tuvo que suceder a la Chevrolet S-10, también un modelo de Isuzu.
Pero volvamos a 1988 con la tercera generación (TF) de la Isuzu Faster. Aquí la conocimos como Chevrolet Luv, pero la verdad es que tuvo muchísimos otros nombres. Se vendió como Vauxhall, Holden, GMC, Opel, Bedford y también se licenció a fabricantes chinos como Foton, Jinbei, Jianling o Autorrad. En Tailandia se le conoció como Isuzu TFR, pero era apodada como "Dragon". De ahí es donde este restomod recibe su nuevo nombre: Dragon Max.
El desarrollo
Todo parte con una TFR Space Cab, o sea el modelo de cabina y media que era más deportivo. La grilla frontal, conocida por sus intermitentes naranja, sus focos cuadrados empotrados y su grilla cuadriculada, da lugar a una máscara retro futurista, de bordes grises con focos LED que rememoran el diseño de las luces originales. La parrilla tiene barras verticales pero cuenta con un marco iluminado. El parachoques es más bajo y abandona los bordes cromados por un diseño más deportivo, donde las luces de combinación también pasan a ser reinterpretadas con tecnología LED.
De perfil solo vemos un par de insignias nuevas, llantas de 17" en color negro, nuevos espejos retrovisores y faldones deportivos. La parte de atrás es más interesante, con la eliminación del parachoques por un remate liso y envolvente, dando un look como de prototipo. Las luces LED también rememoran el diseño de las luces originales, mientras que en la parte superior, se optó por un discreto spoiler deportivo.
En el interior, poco queda de la original, pero lo poco que queda es distintivo, como los paneles de las puertas y el clúster ensanchado con botones satelitales, un rasgo clásico de los modelos de Isuzu de esa época, aunque ahora con instrumentos digitales. El resto de la consola se rediseñó manteniendo un estilo "ochentero" pero ahora con nuevos controles para el climatizador, botón de encendido y una enorme pantalla vertical para el sistema multimedia. Las butacas deportivas también son nuevas pero de diseño retro. Todo lo mencionado fue tapizado en cuero y Alcantara, lejos de los plásticos duros y los asientos de vinilo de la Luv original.
El volante y el selector de la transmisión delatan lo que hay bajo el capot, porque corresponden al tren motriz de la D-Max más nueva, un motor 2.2 Turbodiésel "MaxForce" de 217 Hp y 550 Nm de torque, asociado a una caja automática de ocho velocidades, la que envía su fuerza al eje trasero.
En épocas de restomods y donde todo lo de la década de los ochenta, noventa y principios de milenio toma más relevancia y valor, ver este trabajo sobre la querida Chevrolet Luv, nos trae real nostalgia.