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World Car Awards: manejamos el nuevo buque insignia de Volvo

Viajamos a Los Angeles para probar en exclusiva el sedán eléctrico ES90, que llegará a Chile en 2026.

World Car Awards: manejamos el nuevo buque insignia de Volvo

Del Volvo ES90 ya lo sabemos prácticamente todo, inclusive que está programado para llegar a Chile en el primer semestre de 2026, convirtiéndose junto a su hermano EX90 en el nuevo buque insignia de la marca.

Ahora, el sedán eléctrico de la marca fue nominado a World Car of the Year y World Electric Car en los World Car Awards 2026, los premios más importantes de la industria global. Y como Autocosmos es parte del jurado, viajamos hasta Los Angeles para manejarlo por adelantado.

Vale decir que el Volvo ES90 se fabrica en China, por lo que la unidad testeada tenía las especificaciones europeas, ya que no se vende aún en Norteamérica. 

Volvo ES90: características generales

El ES90 es el sedán grande la marca, heredero de insignes modelos como los S80 y S90. Mide 4.989 mm de largo, 1.919 mm de ancho, 1.553 mm de alto y tiene 3.100 mm entre ejes, con un maletero con capacidad para 424 litros, más otros 22 disponibles en el frunk delantero. 

Construido sobre la plataforma modular SPA2 de 800 voltios, deslumbra con una silueta muy llamativa, que fusiona el estilo de un sedán tradicional con el de un fastback, con tintes de crossover por su despeje al piso y su voladizo en extremo corto, algo que se aleja completamente de los que no tenían acostumbrados los escandinavos. De hecho, se trata del primer modelo insignia de la marca en contar con un portalón trasero en vez del tradicional maletero separado del cuerpo principal del auto.

Cuenta con todos los elementos de diseño vistos en los autos eléctricos de la marca, como el frontal cerrado, las clásicas luces delanteros en forma de martillo de Thor integradas, un perfil con una línea superior fluida, un generoso techo panorámico, luces traseras en forma de C y también en posición vertical, y llantas de gran tamaño (entre 20 y 22 pulgadas). Pero lo que más sobresale es el extraordinario trabajo aerodinámico, con un Cx de apenas 0,25.

Puertas adentro nos encontramos con el mismo diseño visto en el EX90, minimalista, lujoso y muy digital, quizás en exceso. Dispone de un cuadro de instrumentos digital de 9", mientras que en la consola central encontramos una segunda pantalla dispuesta verticalmente con 14,5" con tecnología superset de NVIDIA. No hay muchos controles físicos y casi todo se gestiona a través de la pantalla. 

La materialidad es excelente, la sensación premium es evidente y la carga tecnológica del auto es superlativa. Partiendo por el techo de cristal electrocromático (que oscurece o aclara automáticamente), un climatizador cuatrizona con purificador de aire avanzado, el sistema de infoentretenimiento de Google (nativo) y el escudo invisible que envuelve el paquete de seguridad activa Pilot Assist que ofrece Volvo de serie (y que incluye un lidar, cinco radares, siete cámaras y doce sensores ultrasónicos), que es uno de los mejores del mercado.

 La calidad de construcción es excelente y los detalles se ven elaborados con mucho cuidado. Los asientos delanteros se encuentran entre los más cómodos del segmento, con mucho ajuste eléctrico, con refuerzos laterales y cojines de asiento variables, y disponibles con funciones de masaje, calefacción y ventilación.

Vamos a la parte mecánica, ya que el ES90 se ofrece en tres opciones mecánicas: la primera con un solo motor trasero de 333 Hp y 480 Nm, batería de 92 kWh y una autonomía de 680 kilómetros. Las dos siguientes montan la batería de 106 kWh y entregan más de 700 km de rango eléctrico. Hay una versión Twin Motor con 449 Hp y 670 Nm y, por supuesto, tracción total, y la versión Performance, que lleva su potencia de sus dos motores hasta los 680 Hp y 870 Nm de par. 

Nosotros manejamos la versión de tracción trasera con batería de 92 kWh (88 de ellos utilizables), que ofrece potencia de carga rápida de 300 kW, que recupera energía en 10 minutos para una autonomía de 275 kilómetros. 

Volvo ES90: impresión de manejo

Lo primero que llama la atención es la posición de manejo, que no es la normal en un sedán. Uno va un poco más alto, aunque no se lleva a estar sentado como en un SUV. Lo cierto es que el asiento es extraordinario, muy cómodo y con una posición relajada, que llama a realizar viajes muy largos. 

Desde ahí, acceder a todos los mandos es relativamente fácil ya que no quedan lejos. Hay mandos principales colocados en el volante, pero el resto, básicamente todo, se deberá hacer tocando la pantalla. No es lo ideal, pero sabemos que Volvo ha trabajado una interfaz con Google sumamente sencilla y accesible, y cuando uno ya se aprende las ubicaciones, todo es fluido.

Como ya dijimos, nuestra unidad de pruebas era la más accesible de todas, y es muy raro que la marca mande a los test de los World Car Awards la versión menos potente. O le tiene mucha confianza a su tecnología, o apuesta a marcar diferencias frente a sus rivales de marcas premium (y chinas) por su calidad de manejo. 

Y podemos decir que en este apartado suma mucho cuenta con suspensión neumática adaptativa de serie, que es autonivelante para mantener una altura de marcha independientemente de la carga. Esta cuenta con dos niveles de ajustes: suave y firme. El primero es demasiado blando, esponjoso, un tacto pensado para el mercado chino y norteamericano. El segundo es más europeo, más de mi gusto, ofreciendo un mejor equilibrio entre confort y precisión sin ser seco y duro. La suspensión absorbe cualquier irregularidad del pavimento y entrega una experiencia espectacular.

La dirección, lamentablemente, es demasiado blanda, asistida y no ofrece nada de retroalimentación. Algo propio de los autos eléctricos, salvo excepciones.

El hecho de contar con un solo motor no lo hace un auto lento. Siguen siendo más de 300 caballos, que empujan más que suficiente pese a las dos toneladas de peso, aunque haya modelos más expresivos y rápidos en el mercado. Volvo no va a destacar por ganar carreras, sino por ofrecer una calidad indiscutidad. 

En esta prueba no es posible hacer una medición real de consumo, pero con un trayecto urbano, autopistas y una carretera de montaña promediamos unos 20 kWh para 100 kilómetros, lo que nos daría menos de 500 km de autonomía. Sólo en ciudad y cuidando sin duda dará más. 

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