Fue en el Salón del Automóvil de Tokio a fines de 2017 cuando Nissan confirmó oficialmente su involucramiento en la Fórmula E a partir de la actual quinta temporada (2018-2019), un anuncio esperado considerando que la marca nipona es líder mundial en la venta de vehículos eléctricos, y que además resultaba inconsistente ver a Renault participando tanto en la Fórmula 1 como en la Fórmula E, que son como el agua y el aceite.
Renault dejó su lugar en la grilla a su socio en la alianza, que un año más tarde y antes de su debut en la pista, compró un paquete accionario significativo en la escudería e.dams, creada por Alain Prost y Jean-Paul Driot, y que lideró los títulos de constructores que la marca del rombo ganó en los tres primeros campeonatos de la Fórmula E. Sin la firma francesa a su lado, Prost vendió su participación en e.dams, que luego terminaría en manos de Nissan, marca que buscaba un socio con capacidad de ganar.
“Para la primera experiencia de Nissan en la Fórmula E, hace sentido tener de socio a e.dams, que nos permitirá aprender de la experiencia de ganar carreras y campeonatos que tiene la organización”, indicó en su momento Roel de Vries, vicepresidente corporativo de marketing de Nissan.
Poco después, Nissan comenzó los entrenamientos y anunció la alineación para la temporada, con el ex F1 Sébastien Buemi y el británico Oliver Rowland, un ex campeón de la Fórmula Renault 3.5, al mando de los nuevos Gen 2.
Y luego presentó sus autos, que como sabemos, tienen una base común para todos los equipos: el chasis de fibra de carbono diseñado por Spark y fabricado por Dallara, los neumáticos Michelin, la suspensión delantera y la batería de 54 kWh provista por McLaren.
Pero el tren motriz completo (motor, invertor y transmisión), incluyendo la suspensión trasera, es tarea de cada equipo, y es este el lugar que más le atrae a Nissan por su experiencia de 10 años con el Leaf, el auto eléctrico más vendido en el mundo, con más de 365 mil unidades entregadas.
“Hemos observado que el manejo de la energía es la clave del éxito en este campeonato. Para Nissan, la Fórmula E es un laboratorio de alta velocidad, y utilizaremos la experiencia de nuestro vehículo eléctrico urbano Leaf y lo aplicaremos en la pista, pero también tomaremos lo que aprendamos en el circuito y lo emplearemos para los vehículos urbanos del futuro”, indicó Mike Cárcamo, director global de Nissan Motorsport, durante su visita a Chile para la tercera fecha del campeonato (arriba en la foto junto a Sébastien Buemi).
Es decir, una sinergia de ida y vuelta. Cárcamo indica que para el desarrollo del tren motriz del Gen 2 se tomó las bases y el conocimiento adquirido con el Leaf, pero todo lo que se aprenda durante las carreras, especialmente en lo que se refiere a la recuperación y administración de la energía, se aplicará a la futura gama electrificada del fabricante nipón.
Nissan indica que su estrategia Nissan Intelligent Mobility, que define la forma en que los vehículos serán impulsados, conducidos e integrados en la vida diaria, se hace más visible en una serie como al Fórmula E.
Las áreas de trabajo
Como indicábamos antes, las marcas sólo pueden actuar y desarrollar libremente las partes del tren motriz y la suspensión posterior, todo el resto es estándar para todos los equipos.
Y el tren motriz de un Gen 2 está compuesto por un inversor, un motor y una transmisión, además del software de gestión, básicamente, lo mismo que mueve al Leaf por las calles del mundo, con la diferencia que Nissan a su vez fabrica las baterías de su auto de calle.
El inversor o convertidor es clave en el funcionamiento de un auto eléctrico, ya que convierte la corriente continua (DC) de las baterías a corriente alterna (AC), que es la que usa el motor para mover las ruedas.
El motor debe cumplir con las especificaciones de la categoría, pero las marcas son libres de manejar las formas y tamaños a su antojo. Está compuesto por un rotor, que es la parte móvil del bloque y contienen los imanes, y un estator, la parte fija que permite el movimiento del rotor en su interior, y que está fabricado por bobinas de cobre.
Cuando la corriente eléctrica pasa a través de los cables, genera un campo magnético que activa los imanes del rotor, y comienza a girar, generando una potencia máxima 250 kW.
Este mismo sistema, aunque con menos potencia, es el que mueve al Nissan Leaf por las calles del mundo. Y eso explica que el desarrollo haya sido tan rápido para la marca.
Por eso, la presencia de Nissan en la Fórmula E era una cuestión de lógica. Y el compromiso está, según palabras del propio Cárcamo, al menos por lo que dura el actual reglamento técnico de los Gen 2: hasta la octava temporada de la FE, a disputarse entre los años 2021-2022. Para entonces, la oferta de Nissan en materia eléctrica será mucho más amplia que un Leaf.