El sector de los vehículos electrificados se ha movido erráticamente este año en Chile. Mientras que el nicho de los puramente eléctricos ha crecido un interesante 76% (134 unidades entregadas en el primer semestre de 2019) según las cifras de la Asociación Nacional Automotriz de Chile, el de los híbridos ha caído un 2% (418 unidades vendidas), claro que comparándolo con un muy buen 2018 en este segmento.
Por alguna razón que desconocemos, hay muchos modelos PHEV (Plug-in Hybrid Electric Vehicles) que son contabilizados por ANAC como vehículos eléctricos, cuando en rigor debieran tener su propia categoría o sencillamente ser sumados a los híbridos convencionales. Y es lo justo, ya que mientras que los 100% eléctricos como el Nissan Leaf y el BMW i3 no emiten gases en ninguna fase de uso (se recargan directamente desde el enchufe o se auto alimentan con las frenadas y desaceleraciones), los PHEV cuentan con motores que mueven las ruedas o recargas baterías como una especie de rango extendido.
Pues bien, hecha esta aclaración, el Mitsubishi Outlander PHEV, que SKBergé comercializa en una sola versión, es el líder del segmento SUV "eléctrico" con el 9% del mercado chileno, aunque hay que aclarar que ese 9% representa 12 autos vendidos. Y se entiende ya que su precio de lista es de $32.990.000.
Para ser justos a nivel global, este es el primer SUV híbrido enchufable que superó las 200.000 unidades comercializadas, desde que se lanzó en 2013. Es un 4x4 híbrido de última generación que presta la misma funcionalidad que la versión a gasolina, pero añade un gran compromiso ecológico al privilegiar la conducción eléctrica sobre la de combustión interna.
En su exterior se destaca la solidez de su conjunto caracterizado por los detalles cromados del frontal, la parrilla Dynamic Shield bien conocida en otros modelos de la marca y los faros delanteros con sistema de autonivelación. También ofrece neblineros, barras de techo, antena tipo aleta de tiburón, vidrios traseros tinteados y llantas bitono de 18”, entre lo principal.
Por supuesto que esta versión híbrida mantiene esa silueta tipo crossover del Outlander normal, con un formato que mezcla la robustez de un SUV con la versatilidad de un station wagon. Mide 4.695 mm de largo, 1.800 mm de ancho, 1.710 mm de alto y tiene entre ejes 2.670 mm, con un despeje al piso de buenos 19 centímetros.
En cualquier caso, las principales virtudes de este crossover no están por fuera sino bajo su carrocería.
En el habitáculo, el buen nivel de los acabados y los tapizados reflejan el refinamiento que se quiere proyectar con esta versión, aunque al estilo Mitsubishi, donde normalmente no se encuentra nada muy lujoso.
La cabina es amplia, con espacio más que suficiente como para llevar a cinco adultos con bastante comodidad, obviando lo duro que suelen ser los asientos centrales. Hay espacio para las piernas y la cabeza, y en el maletero, pese a tener que dejarle lugar a la batería, queda lugar como para seguir pensando que se trata de un auto con tintes familiares.
Con respecto a la Outlander PHEV anterior, la consola recibe más aplicaciones en color piano black, que reemplazan a las de color aluminio. La zona central bajo el torpedo tiene una sección para botones auxiliares, que reemplaza al anterior portaobjetos y a los posavasos, reubicados. El freno de estacionamiento ahora es eléctrico, lo que reduce los elementos en la parte central.
Destaca en equipamiento la butaca del conductor con ajustes eléctricos, además de asientos delanteros calefaccionados. También cuenta con sunroof, climatizador, sistema de infoentretenimiento con pantalla touch (sin conectividad a smartphones, salvo por bluetooth), sistema keyless con botón de encendido, freno de estacionamiento eléctrico, puerta del maletero eléctrica y levas detrás del volante, aunque en este caso puntual, no se usan para subir o bajar los cambios, como en otros vehículos, sino para escalar o reducir el grado de gestión del sistema de frenado regenerativo.
Potencia de tres motores
El Mitsubishi Outlander PHEV es uno de los vehículos híbridos más avanzados en tecnología y tiene una configuración motriz única ya que dispone de tres motores, uno térmico y dos eléctricos.
El propulsor de combustión es un dos litros MIVEC de gasolina que genera 119 Hp y 195 Nm de par, y que trabaja solidariamente con los motores eléctricos, uno para cada eje. Ellos se alimentan con una batería de iones litio de 12 kWh. El motor EV delantero eroga 82 Hp y 137 Nm, mientras que el trasero genera 80 Hp y 195 Nm.
Este conjunto permite que la Outlander PHEV acelere de 0 a 100 km/h en 11 segundos. Nada despreciable considerando su peso de 1.860 kilos.
Una de las ventajas de esta batería es que se puede cargar con la gestión del motor de gasolina, o a través de una conexión a la red eléctrica. En este caso, incorpora un cargador domiciliario de 220V para que la carga se complete en unas 7 horas, pero si se dispone de un cargador ultrarrápido, el 80% de la carga de la batería se puede obtener en solo 25 minutos.
El fabricante anuncia que en modo de conducción completamente eléctrico, el más conveniente en uso urbano, es posible desplazarse en este Outlander a un máximo de 120 km/h y con una autonomía de hasta 52 kilómetros. Importante señalar que este híbrido genera apenas 40 g/km de CO2.
La Outlander siempre privilegiará la conducción eléctrica. Por ello, mantener un buen nivel de carga es clave para sacar el mejor provecho. En todo caso, su naturaleza híbrida le permite ofrecer otros dos esquemas de manejo. El modo “Híbrido en Serie” se presenta cuando la batería está por debajo del 30% y si el vehículo se somete a una exigencia de aceleración. En ese caso, se acciona el motor de gasolina pero, principalmente, para generar energía que impulsa a los motores eléctricos.
La otra opción es el modo “Híbrido Paralelo”, que se presenta cuando las condiciones de marcha exigen mayor demanda de torque, como al subir una cuesta o en un adelantamiento. Entonces, el sistema de control acciona el motor de gasolina (si estuviese apagado) y lo conecta el eje delantero, para que la gestión de dicho motor no solo se oriente al generador sino también para que asista con empuje a los propulsores eléctricos.
S-AWC, un recurso de lujo
La potencia conjunta de los tres motores de la Outlander híbrida es de 197 caballos, y para regular ese poderío, se dispone de una caja automática asociado al Super All Wheel Control (S-AWC), un sistema inteligente de tracción a las cuatro ruedas que la marca indica procede de la experiencia en el mundo de los rallies.
El S-AWC es un control integral que viene a cumplir las labores de la transmisión, en la medida que permite gestionar las fuerzas de avance y de frenado de cada rueda en forma independiente. A su vez, el sistema cuenta con otros recursos, como el Control Activo de Desvío (AYC), que a partir de información como el ángulo de la dirección, la velocidad de giro, el torque, la presión de frenado y la velocidad de desplazamiento, puede repartir el nivel de torque considerando las demandas puntuales entre las ruedas.
Además, este SUV cuenta con el Twin Motor 4WD, unidad de control que regula las fuerzas de avance y de frenado regenerativo, pero esta vez considerando las necesidades de cada eje. A estos recursos se suma el sistema de carga regenerativa con el frenado, regulable hasta en cinco niveles (que ya vimos, se puede accionar desde las levas o con la palanca de cambios). Aquí la idea es recuperar y almacenar parte de la energía cinética que produce la gestión del freno.
La conducción es sencilla pese a toda la tecnología que hay a cuesta. Hay mucho torque disponible, por lo que la aceleración puede ser tan rápida como queramos y las recuperaciones son instantáneas, sin olvidarse de que estamos moviendo dos toneladas (el peso en seco más conductor y gasolina). Además, la tracción integral ayuda a eliminar esa sensación inicial de subviraje que tenemos en una curva en velocidad, ya que al final, las ruedas traseras hacen que el auto entre en la curva y se mantenga en ella, ofreciendo un buen dinamismo desde la óptica de la dirección y la tracción.
Sin embargo, ese peso extra se siente mucho más en curva que en recta porque el centro de gravedad está relativamente alto. Y por lo mismo, se siente como se desplaza en las curvas, provocando algo de rolido de carrocería, lo que invita a levantar el pie del acelerador. No es un SUV para llevarlo rápido porque la suspensión no está calibrada para ser deportiva, pero sí es muy agradable para obtener una conducción confortable en ciudad, con una buena amortiguación que soporta bien los lomos de toro y los malos pavimentos.
En cuanto a seguridad, la Outlander PHEV hace algunas concesiones versus el modelo más equipado no hibrido, de seguro para llegar a precio. Asi que, versus el modelo GLS 4x4, solo tiene cinco Airbags en lugar de siete, tiene camara perimetral en 360°, pero no tiene control crucero adaptativo ni sistema de mitigación de colisión frontal. Tampoco cuenta con radar de punto ciego u otras asistencias que hemos visto en modelos similares o en este mismo modelo, pero en otros mercados.
El Mitsubishi Outlander PHEV no solo presume su espíritu ecológico por su apuesta híbrida, sino también alardea con su tecnología debido a los selectos recursos que lo gestionan y lo asisten, sin reproche en cualquier condición de terreno. Al final, conducirlo es una delicia, siempre obediente, siempre con torque a disposición y con una nobleza que lo anima a uno a enfrentar cualquier desafío.
Un crossover funcional, correctamente equipado y amplio, limpio en su conducción y eficiente en su propuesta mecánica, aunque ya se antoja algo obsoleto como producto versus su competencia directa y lo más lamentable, muy arriba en el precio para nuestro mercado, incluso más de lo que costaba cuando se lanzó originalmente en el 2014. Es la naturaleza de los autos electrificados en Chile.