Lo primero que debo explicar es por qué un periodista chileno de viaje por Alemania termina manejando un BMW M5 de primera generación (E28) por las carreteras sin límites (Autobahn) en los alrededores de Munich un sábado a la mañana. Y en esto debo dar crédito a la imaginación de los encargados de prensa de BMW.
La presentación dinámica de la nueva generación del BMW M5 a la que fui invitado por la marca estaba dividida en dos días. El primero de ellos se destinaba completo a conocer y manejar por más de 400 kilómetros el nuevo sedán deportivo electrificado de la división M GmbH, llamado G90. El segundo apuntaba a conocer la versión M5 Touring (G99), pero al ser un vehículo más de nicho y enfocado en el mercado europeo, habían menos unidades de prueba y la ruta era más corta, de casi 200 km.
Entonces, para que la espera de tu turno al volante fuera más divertida, la marca puso a disposición de los periodistas unidades de todas las generaciones del M5, modelo que este año está cumpliendo 40 años de vida, además de otros nuevos modelos de la División M. La idea era usar unos 45 minutos para manejarlos un poco (alrededor de 20 km). Eran joyas a disposición nuestra.
Sabemos que los M5 favoritos de casi todos son los E39 y E60, aquellas generaciones que estrenaron los motores de 8 y 10 cilindros, y mi intención era partir por ahí, pero el segundo de ello sufrió un desperfecto quedando fuera de la lista de pruebas, y el primero tuvo sobre demanda. Entonces decidí ir al origen del M5, el E28 de 1984, un auto hermoso, analógico, con alma, casi tan viejo como yo pero impecablemente preservado, y díficil de manejar en otra circunstancia que no fuera esta.
Recordando viejos tiempos
Al E28 me subí justo después de manejar el nuevo XM, un auto moderno en su concepción, minimalista en su interior, poderoso mecánicamente y extremadamente grande, por lo que el contraste entre uno y otro fue demasiado evidente.
La primera mirada por fuera te recuerda que en algún momento de la historia, BMW vendió con éxito sedanes con cuerpos muy marcados, un frontal con diseño de tiburón, faros de doble circunferencia parrilla de riñones verticales y diminutos para los estándares de hoy. Y vaya que eran lindos esos autos.
El M5 E28 es un ejemplo del diseño clásico setentero y ochentero de la marca, con muy pocos elementos propios de un modelo M, tanto deportivos con suntuarios. Entre los primeros quiero destacar la doble salida de escape central y el pequeño spolier sobre el maletero, entre los segundos, los limpiafaros delanteros que funcionan increíble.
Vamos al interior. Sólo el hecho de abrir la puerta me llevó muchos años atrás, cuando iniciaba mis primeras experiencias conductivas a bordo de un FIAT 147, de esos que eran duros como piedra. La manilla del E28 era algo firme para los estándares actuales, y el click de la chapa se sintió en la mano al abrir. El encargado de los autos me indicó que cerrara la puerta con algo más de fuerza por esta misma razón, como dándome excusas por algo que hoy es tan lejano a BMW.
Y luego vino la pregunta obvia en este tipo de casos: "¿Estás familiarizado con las transmisiones manuales?". Y es que en estos tiempos donde todo (o casi) es automático, saber si sabes combinar embrague y caja es perentorio antes de prestarte un auto cuyo tren motriz parte por una deportiva caja manual de 5 velocidades, que gestiona un exhuberante seis cilindros en línea de 3,5 litros.
"Claro", le respondí. "Aprendí a manejar con caja manual, como todos los de mi edad". Con cara de satisfacción, el encargado de indicó que en muchos países pasó de forma distinta. De hecho, en mi grupo habían periodistas japoneses de otros países asiáticos que no sabían manejar autos manuales. Volvamos al M5 E28.
Aunque tenga 40 años de vida, el modelo ofrecía todo el lujo y sofisticación que se podían permitir en los años 80. La primera mirada al interior choca con las experiencias actuales en autos plagados de tableros diseñados con calco, con pantallas duales puestas en voladizos, consolas flotantes y la ausencia casi completa de botones. Este no.
En la zona central del tablero contamos 15 botones, dos perillas giratorias y otras tres palancas móviles para la radio (con toca cassette) y aire acondicionado. Y otros 18 botones para el computador a bordo se agrupaban en torno a los marcadores, que por cierto, eran analógicos.
Dos relojes grandes para velocímetro y tacómetro, un medidor de temperatura del aceite y un cuadro de testigos luminosos. Los asientos tapizados en cuero real tenían ajustes eléctricos a través de botones instalados en la consola central (hasta el apoyacabezas era eléctrico), donde también estaban los pulsadores de los vidrios eléctricos. Y en contraste, un volante algo grande para un deportivo, fino en su diámetro, y sin mando puesto sobre el. Limpieza visual como hoy no se acostumbra.
En defintitiva, un diseño exagerado en comandos físicos, algo confuso para quien se sube por primera vez, pero que denotaba el cuidado que puso BMW en su primer sedán deportivo, que fue desarrollado por la división BMW Motorsport GmbH y presentado en el Salón de Ámsterdam de 1984.
El E28 utilizó la base de la nueva generación del Serie 5, y le instaló el motor del reconocido M1 para combinar prestaciones con usabilidad como nunca hantes se había hecho. Este seis cilindros en línea, aspirado, con 3,5 litros de capacidad, erogaba 286 Hp de potencia a 6.500 rpm y 340 Nm de par a 4.500 rpm, gestionado por la mencionada caja de 5 y con tracción en el eje posterior.
La marca indica que este auto era capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 6,4 segundos y alcanzar 245 km/h, nada mal para un auto de 4,62 metros de largo, 1,70 metros de ancho y 2,62 metros entre ejes, que tenía un peso en orden de marcha de 1.430 kilos. ¿Hagamos una comparación odiosa?
La actual séptima generación es 47 centímetros más largo, 23 cm más ancho, tiene 40 cm más entre ejes, y pesa 1.080 kilos más. El 0 a 100 km/h lo hace en 3,5 segundos y puede superrar los 300 km/h con el paquete especial Driver Package.
Sonrisa inmediata
Echamos a andar el auto y el sonido que emana de sus escapes ya nos dicen mucho del auto. Pisas en acelerador y el ruido del motor atmosférico llena el habitáculo. Las sonrisas afloran al instantes al recordar viejas épocas donde todos los motores se dejaban escuchar.
Vale decir que el E28 es un auto muy veloz, con respuestas rápidas que uno no se las espera, menos después de haber manejado cientos de kilómetros el nuevo M5 electrificado. Quizás tarda un poco más en responder a la pisada del acelerador, pero cuando lo hace explota, acompañado de un sonido que estimula a pisarlo más.
No fue tan posible, ya que el corto tramo de Autobahn que utilizamos no estaba liberado (120 km/h), y los caminos secundarios donde manejamos tenían máxima 80 km/h. Y hay que respetar aunque no se quiera.
El BMW M5 E28 tiene cosas de auto viejo. Todos los pedales tienen un tacto algo duro y hay que pisarlos. Y en el caso del freno, que tiene menos mordiente de lo que acostumbramos, hay que pararse sobre él con mucha más decisión que en autos modernos. Y la dirección tiene muy poca asistencia y es menos precisa que las actuales EPS, pero esto hace que el tacto sea increíble, con mucha retroalimentación de lo que ocurre bajo las ruedas.
El chasis tiene una clara puesta a punto deportiva, con amortiguadores de poco recorrido pero buena amortiguación, que copian fielmente lo que ocurre bajo las ruedas. Pero como estamos en Alemania, bajo las ruedas no pasa nada salvo un asfalto impecablemente terminado.
Digamos que se transmite mucho al interior, seguramente porque hace 40 años no se usaba tanto aislante para el habitáculo, pero son sensaciones de un manejo muy puro, muy analógico, menos digital que en los autos modernos, donde el conductor debe hacer un poco más y dejar que el auto haga menos. Digamos, el manejo de antaño.
Qué bien que hace los autos BMW. No sólo ahora. desde siempre.