La segunda etapa de Geely en Chile arranca con tres modelos, que son una declaración de principios: no quiere competir sólo contra marcas del mismo origen, sino a instalarse como un rival para marcas generalistas tradicionales que dominan buena parte del mercado nacional. Y con los productos con que se relanza en el país, parece tener argumentos como para seducir a un número importante de consumidores.
La base, hoy, es la sólida relación que Geely ha sabido establecer con Volvo Cars, de la que es dueño. La transferencia desde Suecia hacia China es directa. Desde ahí llega inspiración europea para convertirse en un fabricante global. Una muestra de eso es el Emgrand GS, que en Chile se venderá como Geely GS.
La marca lo define como un crossover, mientras que otros lo apuntan en el grupo de los SUV compactos. Sin embargo, lo cierto y lo concreto, es que pareciera ser más un hatchback sobre elevado, más que un SUV hecho y derecho. Y bueno… con eso basta para ser un crossover, un modelo que cruza categorías.
El diseño, su fuerte
Con 4.440 milímetros de largo, 1.833 mm de ancho y 1.545 mm de alto, y una distancia entre ejes de 2.700 mm, este crossover bien podría ser un hathcback mediano o un SUV pequeño.
Estéticamente, tiene cosas del Mazda CX-3, aunque a nosotros nos parece más alineado con el concepto del Mercedes-Benz GLA y del Infiniti QX30. Y no se trata de que, como antiguamente pasaba con las marcas chinas, el diseño tenga “demasiada inspiración” en modelos de otras marcas. Para nada. Ahora podemos ver el paso adelante que da Geely en el rubro de encontrar una identidad.
Ahora, si bien el GS puede tener algún aire lejano de otros autos, tiene una identidad marcada gracias a su parrilla concéntrica, que se corona con un gran logo de la marca en el medio. Todo, con un marco cromado en cuyos extremos tiene unos focos alargados y que aportan amplitud y una innegable sensación de calidad.
Inmediatamente abajo del parachoque, además, los extremos del faldón delantero tienen dos enormes tomas de aire falsas, que le dan ese aire de SUV que el fabricante busca, y que ayudan a convertir a este modelo en un crossover. Eso, más las barras de techo también cromadas, unos protectores de sócalos y unas llantas de 18 pulgadas en el tope de gama, le dan esa sensación de crossover deseada.
En la zaga, el techo cae pronunciadamente sin sacrificar espacio interior para los pasajeros de las plazas posteriores. El pilar C se ve angosto a la altura del spoiler superior del portalón, pero baja ensanchándose, con un buen trabajo en la chapa, aporta amplitud de hombros. Tiene una doble salida de escape que, aunque una de ellas es falsa, aporta una buena sensación visual. Se trata de una zaga simple, que genera la misma sensación de solidez que de frente o en su silueta.
En resumen, por afuera, el auto luce bien, se ve armónico, equilibrado, bien logrado. Bien podría ser confundido con un auto de marcas con más historia. Pero es un Geely. Y por fuera no tiene nada mucho que envidiar a sus competidores.
Espacio suficiente
Las buenas sensaciones exteriores se corroboran también por dentro. Probamos la versión tope de gama, que se ofrece –según el fabricante- con cuero natural bicolor y pespuntes a la vista.
Las terminaciones, materialidades, polímeros y el ensamblado están muy bien logrados, haciendo que el encuentro de quienes abordan el GS con su interior sea súper agradable. Tiene combinaciones de plástico que aportan tridimensionalidad al tablero, con mucho cuidado para conseguir un buen resultado.
La consola central posee buenos espacios para guardar objetos y encierra al conductor en su posición. Desde la perspectiva de quien va al volante, se siente todo muy envolvente y orientado hacia el conductor.
El techo panorámico apoya una sensación de amplitud que se corrobora al sentarse en las plazas traseras, donde entran dos adultos cómodos. Incluso, la mencionada caída del pilar C no impide que en la banqueta posterior viajen personas de poco más de 1,8 metros de altura o incomodidad de las piernas. El único pero, eso sí, es que si quieren ir tres personas, deben ser flacas: tres adultos anchos irán bien en longitud, pero incómodo a la altura de los hombros.
La posición del piloto es cómoda. Sería mejor si hubiera ajuste del volante en profundidad. Y, ya que en pedir no hay engaño, si el chofer pudiera bajar aún más la altura del cojín, serían aún mejor. Es que como la idea del crossover es generar la sensación de que se trata de un SUV, la posición del conductor varía de alta a muy alta.
La butaca tampoco es tan cómoda, pero esto se discute. A mí me pareció algo dura, a otros colegas no. En todo caso, la posición de manejo no se siente perfecta pese a los ajustes electrónicos que siempre se agradecen y facilitan la tarea.
El maletero, según la ficha técnica, tiene una capacidad de carga de 330 litros, que se ven incluso más generosos. Parece tener espacio de sobra para los eventuales usuarios del GS.
En general, se trata de un diseño interior bien logrado, con detalles cuidados, coronado en el medio de la consola con una pantalla táctil de ocho pulgadas muy armónicamente integrada.
El sistema multimedia arranca con un menú simple y tiene Mirror Link. El sistema de conexión de Geely, denominado G-Link, no es de fácil conexión. De partida, no es compatible con Apple CarPlay. Con los sistemas Android, requiere ir al sistema de programación del teléfono para descargar la aplicación. Si bien el computador del auto explica cómo hacerlo, no resulta ni rápido ni sencillo, pero se hace necesario para tener un sistema de navegación satelital en el GS.
Así, el sistema multimedia queda un tanto al debe, dado sobre todo por la complejidad para conectarse. Si la idea es sólo escuchar música, vía Bluetooth por ejemplo, la cosa es sencilla, como en cualquier otro auto.
Sumando bonos
Fiel a su origen, uno de los aspectos destacados del Geely GS es el nivel de equipamiento. Acá compensa la complejidad del sistema multimedia.
La versión de entrada ofrece pack eléctrico, doble airbag frontal, frenos ABS con EBD, anclaje isofix y sensor de retroceso, sumando, a medida que avanza el precio, botón de encendido, apertura a distancia de las ventanas y keyless entry, así como las luces LED de posicionamiento y cámara de retroceso, hasta llegar al tope de gama que posee asistencia de frenado (HBA), control de estabilidad (ESP) y de tracción (TCS), así como de ascenso (HHC) y autohold. Freno de mano electrónico y modos de manejo Eco y Sport son también elementos diferenciadores de esta versión probada.
Así, hablamos de un tope de gama muy bien equipado, que ofrece un buen balance de confort y seguridad a la hora de encarar el camino.
Para ello, nos encontramos con un Geely GS que posee un motor aspirado de 1.800 cc., que entrega 133 hp y 170 Nm de par a las 4.400 rpm. De las cuatro versiones, dos mecánicas y dos automáticas, el tope de gama que testeamos posee una caja automática DCT de seis velocidades con doble embrague.
Si bien no se trata de un propulsor particularmente económico, el andar del GS es muy sólido.
A diferencia del recuerdo anterior de Geely, este crossover posee una suspensión muy bien calibrada. Aún con los neumáticos de bajo perfil que acompañan las bellas llantas de 18 pulgadas que monta el tope de gama, la amortiguación copia bien, sin ser dura para los ocupantes ni tan blanda que haga sentir que se viaja sobre un flan que puede tornarse impredecible en las curvas.
Por el contrario, nos encontramos con un auto que transita muy bien en cualquier circunstancia. No estamos frente a un deportivo, por ende, lo que ofrece puede resultar sorprendente, porque dobla muy equilibradamente, denotando un chasis también resuelto de modo adecuado.
Aporta a ese buen andar que el motor responde muy bien y se combina con una caja que es muy suave en el paso de marchas. No tenemos entre manos, está dicho, un deportivo sino un crossover. Sin embargo, ofrece gratas sensaciones tanto en tránsito urbano como en la carretera. Además, Geely ha mejorado significativamente la sensación de la dirección. Es precisa, no sobreasistida, dando buen feeeling en curva.
A esto se suma que, en carretera, denota una excelente insonorización de la cabina. A velocidad incluso levemente superiores a los límites legales, el motor viaja a buen rango de revoluciones y el roce aerodinámico obliga a subir el volumen de la radio. Otro check a favor del GS.
Conclusiones
El Geely GS anda muy bien, con un motor que se mueve con decisión pero a no tener tanta potencia, y que se asocia a una caja de doble embrague que sabe modularlo para sacarle el máximo provecho.
Probablemente, no es superior a sus rivales directos en aspectos específicos, pero sí es un crossover que, en el global, cumple holgadamente con los estándares para ser una opción válida en el segmento en el que compite.
Tiene buen espacio interior, una calidad percibida superior a lo que nos tienen acostumbrados algunos fabricantes del origen, y un diseño exterior e interior que resulta atractivo. Y en su versión tope de gama, entrega en equipamiento todo lo que se puede esperar para un vehículo de este segmento.
¿Es un crossover? Yo diría que se comporta más como auto, pero con el estilo de un crossover. Es divertido de manejar, puede ser muy pujante cuando se le exige y resuelve acertadamente las exigencias de una conducción más dinámica, sin ser un deportivo.
El Geely GS es la corroboración de la evolución de la marca, que toma impulso para convertirse en un actor global de la industria.
Geely GS 2019 a prueba por Autocosmos