Cuando hablamos del Škoda Yeti, es siempre difícil de catalogar en términos de diseño y concepción. Nacido como conceptual en el 2005, inmediatamente llamó la atención por despeinar un poco los ya sobrios diseños de Škoda, especialmente con su techo bitono y con la zona trasera vidriada dispuesta de tal modo que pareciese un modelo de tres puertas (con la manilla claramente escondida en el pilar trasero). El diseño fue tan alabado que, en el 2009, se le dio la luz verde, usando la -en ese entonces nueva- plataforma PQ35, la misma del Volkswagen Tiguan.
El resultado fue un modelo que no perdía prácticamente ningún atributo del conceptual y que destacó por su versatilidad, aun con un peso y tamaño bastante contenidos. Una suerte de SUV disfrazado de crossover alternativo. Otros autos de este estilo son el Kia Soul, de características mucho más urbanas y el Honda Element, modelo que no se comercializó en Chile.
Volvemos al 2016 y nos encontramos con un Yeti que afortunadamente, y gracias a su buen diseño, no muestra signos aparentes de vejez, considerando que ya lleva 8 años en producción y solo ha tenido cambios mecánicos y cosméticos. Tomamos la versión 2.0 TDI DSG6 4×4 Elegance ($18.990.000) propulsada por un nuevo motor de 150 Hp y homologado para Euro VI.
Características técnicas y mecánicas
El Yeti 2017 se mantiene igual al 2016, o sea incorporando el ultimo facelift de la marca, con el lenguaje actual de diseño. Esto significa que los clásicos neblineros del conceptual y de la primera fase, son sustituidos por dos luminarias rectangulares más pequeñas. La parrilla y focos delanteros también reciben cambios, con formas más rectilíneas. También hay cambios en el diseño de las llantas, combinación de colores y focos traseros.
Sobre su estilo, es de gusto adquirido, con el pilar B marcando protagonismo en el diseño, el ya mencionado techo flotante y sus proporciones, tiene identidad propia y no pasa desapercibido.
Sobre sus dimensiones, el Yeti Cuenta con un largo de 4.223 mm, un ancho de 1.793 mm, un alto de 1.691 mm y una batalla de 2.579 mm. Para ponerlo en perspectiva, el Tiguan es más largo y bajo, lo mismo para un Hyundai Tucson. Ambos también se encuentran bordeando los 100 litros extra en maletero, versus los 402 del Yeti. Sin embargo, es el uso de esos 402 litros lo que impresiona, al igual que la habitabilidad general, gracias a las formas más cuadradas del Škoda y a su especial truco, inédito en el segmento, el sistema VarioFlex, que permite, plegar, reclinar, correr o sacar los asientos traseros de manera muy sencilla y ampliando notablemente la capacidad del maletero según lo que se requiera, sin sacrificar la habitabilidad para los pasajeros.
Sobre la motorización, Škoda ha actualizado todas las plantas propulsoras. En este caso la anterior EA189, lamentablemente manchada con los escándalos de emisiones en Estados Unidos, es reemplazada por la EA288, evolución del mismo. Este es un 2 litros Turbodiésel de 4 cilindros, que entrega 150 Hp a las 3500 RPM y 340 Nm de torque entre las 1750 y 3000 RPM. El motor anterior erogaba 140 Hp a las 4200 RPM y 320 Nm entre las 1750 y 2500 vueltas. Se mantiene la caja de cambios anterior, la automática DSG6 de doble embrague y se acopla a un sistema de tracción integral a las cuatro ruedas con embrague tipo Haldex, mejorado con respecto al modelo del año pasado. La homologación Euro 6 se logra gracias a un catalizador selectivo con inyección de urea (AdBlue)
Habitabilidad y confort
En el interior prácticamente no hay cambios con respecto al año pasado y es donde más se nota el pasar del tiempo en el Yeti, en especial los comandos del climatizador, el layout general de los instrumentos, la pantalla del computador a bordo y hasta los tapices, nos hablan de un modelo que claramente corresponde a la generación pasada del Grupo Volkswagen. El énfasis general está en lo práctico y por lo mismo hay muchos espacios portaobjetos bien interesantes, repartidos entre las puertas, reposabrazos, maletero (ganchos y rieles) y sobre la consola. Los asientos son uno de los puntos más bajos, en especial los traseros, pequeños y poco mullidos. Se entiende por ser un diseño del tipo auxiliar (para que puedan ser plegados o sacados), pero en los de adelante no se explica mucho. Por el precio, también se echa de menos tapicería de cuero o reglajes eléctricos.
En cuanto a equipamiento, la versión Elegance contempla climatizador dual, calefacción de asientos delanteros, sistema de audio con pantalla táctil a color, Bluetooth y puertos auxiliares, sensores de estacionamiento, vidrios eléctricos, espejos térmicos, iluminación y limpiaparabrisas automáticos, frenos ABS, control de estabilidad ESP, 6 Airbags, control crucero y Hill Holder. Otro elemento positivo es el techo panorámico, el cual también comprende una porción desplegable, combinando así las características de un sunroof normal.
Sobre el sistema multimedia, corresponde una de las ultimas interfaces de Volkswagen, un bien recibido upgrade con respecto al sistema anterior y que tiene soporte para MirrorLink y así poder usar tu Smartphone. Lástima que este es un costoso opcional habilitable a pedido en concesionario.
Impresión de manejo
Al sentarnos en el Yeti, lo primero que gusta es su posición de manejo, la que nos recuerda un poco al de vehículos todo terreno de corte tradicional. Si bien la visibilidad no es excelente, los espejos son muy colaboradores y el radio de giro es notable para maniobrar en lugares estrechos. Se hace muy fácil manejar en ambientes urbanos.
El motor tiene fuerza, se nota, pero manejando suave por ciudad, el auto se siente pesado, siendo que su peso general está cerca de los 1500 kilos. Para moverlo hay que pisarlo bien y eso significa que el consumo subirá. Aunque al pisarlo, se nota inmediatamente el aumento en potencia y torque. Ya en velocidad se siente desatorado, se acomoda bien y el consumo se estabiliza.
Comparado al modelo anterior, el que homologa entre 13 y 17 km/l, este está en el orden de los 16 a 20 km/l. Sin embargo, nosotros, usándolo en ciudad más que en carretera, no vimos más allá de 13 km/l. En carretera se puede acercar a los 20 km/l o más según el pie.
Dinámicamente es un auto bien equilibrado para ciudad, si bien cuando se lleva por carreteras sinuosas y a alto ritmo, muestra algunas de sus falencias, clásicas en el segmento; no es tan firme como un crossover, pero es mucho más estable que un SUV tradicional. Uno de los puntos más altos, es el trabajo del sistema de tracción Haldex, se nota mucho al girar en curvas con velocidad, con un agarre espectacular que entrega seguridad.
A la hora de enfrentarse a caminos difíciles, el Yeti incorpora un modo Off Road que actúa electrónicamente sobre el sistema de tracción, modulando la respuesta del acelerador, caja de cambios, control de estabilidad y frenos, además de control de descenso. Con un despeje competente y un buen recorrido de suspensión, el problema principal que enfrentaras con el Yeti, tiene que ver con la elección de neumáticos (Pirelli Cinturato) los cuales no están hechos para la tierra o grava, más que para la ciudad. Sencillamente no se agarran.
Conclusión
El Yeti se nos antoja caro en esta versión. Por 19 millones de pesos, esperamos un modelo mucho más lujoso o tecnologizado. En ese sentido, los niveles de equipamiento inferiores son mucho más acertados.
Por otro lado, su estilo particular, su concepción inteligente del espacio y su excelente calidad general, lo hacen un auto altamente competente y lleno de sorpresas. Es un auto especial, para gente activa, que hace muchas cosas con el auto al aire libre. Es como una extraña cruza entre el formato crossover y los SUV más tradicionales, por su espacio y modularidad.