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Test drive: Haval H7 2018

Es el buque insignia de la marca china en Chile, puesto que es un SUV grande que se ubica entre los segmentos C y D, y dispone de tres corridas de asientos. Aunque no resulta tan imponente como el H6 2.0, resulta ser elegante, con una cabina que impresiona por el alto nivel de sus terminaciones y de calidad.

Test drive: Haval H7 2018

Desde que Great Wall apareció con fuerza en el mercado chino hace ya más de una década, su modelo icónico fue el Haval H6, un SUV mediano que prontamente se convirtió en el más vendido en el Dragón Asiático. Fue tan fuerte su posicionamiento, que Great Wall decidió crear una nueva marca que llevara su nombre, especializada en SUV y que apuntara a un segmento más alto en posicionamiento de precios.

Así nació Haval, que en Chile debutó a mediados de 2015 con el SUV compacto H2 y el mediano H6 Sport. Si se le compara con otras marcas del origen, Haval se instaló un poco más arriba en precio, pero ofreciendo siempre más equipamiento, más tecnología y más calidad percibida.

Y si bien no ha sido un boom de ventas, Haval ha conseguido hacerse un hueco en este exigente mercado, al punto de que Derco decidió arriesgar mucho con el lanzamiento en 2017 del SUV grande H7. Arriesgado no por el producto, que está realmente bueno, sino porque convencer a la gente de gastar más de 16 millones de pesos en un modelo de origen chino, es tarea que pocos importadores están dispuestos a dar.

El Haval H7 se vende en tres versiones, entre $16.490.000 y $19.490.000, sin considerar bonificaciones de marca y financiamiento.

El modelo

El Haval H7 es un SUV grande, instalado entre los segmentos C y D, que entre sus características principales está están sus tres corridas de asientos.

Mide 4.900 mm de largo, 1.925 mm de ancho, 1.785 mm de alto y tiene entre ejes 2.850 mm. Si lo comparamos con modelos semejantes, es más grande que un Kia Sorento, un Chevrolet Captiva y un Nissan X-Trail, todos con siete plazas, estando más cerca de modelos como un Mazda CX-9 y un Dodge Durango.

El diseño del H7 es elegante aunque algo sobrio, con énfasis en la grandeza visual más que en la fineza. En todo caso, se mantienen a la vista los códigos propios de los otros modelos de la marca, que lo hacen coherente y reconocible como un Haval.

Si bien la parrilla es hexagonal, no tiene el mismo gran tamaño del H2 y H6, sino que está dispuesta de forma horizontal, unida a grupos ópticos estilizados, generando una sensación de gran anchura.

La silueta es cuadriforme y bastante convencional, con un capó musculoso, una cintura alta y cincelada, y un pilar D extremadamente grueso. La zaga, en tano, ofrece un look horizontal, con focos extendidos unidos a través de una barra cromada, que combina con los viseles cromados repartidos por todo el contorno (ventanas, manillas, protectores bajos).

Dado su posicionamiento, todas las versiones se ofrecen con llantas de aleación de 20”, doble salida de escape, barras en el techo, neblineros delanteros y traseros, y luces diurnas LED. Nuestra versión tope de gama Deluxe añade sunroof panorámico, luces de xenón y portalón con apertura eléctrica.

La vida a bordo

Es de lo mejor del Haval H7 ya que los materiales utilizados y las terminaciones son de altísimo nivel, el equipamiento es impresionante de serie, y la percepción de calidad es sobresaliente, lejos lo mejor que hemos visto en este origen.

Partiendo desde las plazas delanteras, tenemos una posición de manejo elevada, típico de este tipo de vehículos, pero gracias a los ajustes tanto de volante como de asiento, la posición ideal de manejo se encuentra con suma facilidad, con un asiento cómodo que incluye masajeador electrónico (y vaya que funciona bien), un volante grande de tamaño y muy sencillo de tomar, y como panel de instrumentos una gigantesca pantalla de 12 pulgadas, al estilo de Land Rover, de Jaguar, de Audi. Pero éste es un Haval…. Notable nivel tecnológico.

La visibilidad desde el puesto de manejo es muy buena pese a lo largo de la trompa del auto, haciendo sencillo el acceso del conductor a los mandos instalados en el tablero y la consola central, que también es gruesa, separando drásticamente ambos lados del auto.

El diseño interior es sencillo, pero muy moderno. El tablero tiene una disposición horizontal y está dividido entre la parte alta construida en polímeros blandos al tacto (y que aguanta la pantalla multifunción), y un panel más bajo tipo aluminio que guarda las salidas de aire centrales.

Desde el centro se descuelga el resto de las funcionalidades, dejando el climatizador más arriba, y una consola tipo mesa más abajo. Ahí se instala la palanca de cambios, el freno eléctrico y el mando del sistema de infoentretenimiento.

Un paréntesis para este sistema, soportado en una tremenda pantalla de 10 pulgadas con una resolución excelente. El problema es que no hay nada que ver ahí, salvo la radio y el reloj. No tiene sistema de navegación, tampoco soporte Apple CarPlay o Android Auto. Nada. Mucha pantalla para tan mísera funcionalidad. Una pena.

Sí es notable el sistema de audio HiFi Infiniti 9.1, con un sonido exquisito, disponible sólo en la versión tope de gama.

Volvamos al diseño interior. Para mi gusto hay un exceso de botones que tienden a confundir al principio, pero con el tiempo todo se vuelve mucho más sencillo e intuitivo. Sin embargo, el sabor de boca es increíble porque este nivel de equipamiento y calidad de construcción sólo lo habíamos visto en modelos europeos de grandes ambiciones.

Las plazas posteriores son generosas en tamaño para las piernas y cabeza, y gracias al ancho descomunal del auto, también es bueno a la altura de los hombros, permitiendo que tres ocupantes vayan con bastante holgura.

El acceso a la tercera fila es sencillo, y allí se encontrarán con dos asientos amplios hacia arriba, aunque no tanto hacia abajo, ya que cualquier adulto deberá acostumbrarse a doblar las rodillas. Para niños, impecable.

En cuanto al equipamiento, ya de serie es muy completo, pero en la versión Deluxe probada por nosotros ofrece un nivel sobresaliente y con cosas muy atípicas en este nivel de precios: volante calefaccionado, el display de 12,3”, los asientos delanteros eléctricos y con sistema de masajes, el climatizador de tres zonas, los asientos traseros calefaccionados, y el sistema de audio Infinity.

En seguridad, en tanto, se ofrece con seis airbags (cuatro de serie), control de tracción y estabilidad, sensores delanteros y traseros con cámara, control de descenso, monitor de presión de neumáticos, radar de punto ciego, park assist y cámara perimetral en 360º.

La propuesta mecánica

Las tres versiones Active, Elite y Deluxe se ofrecen con un perfecto propulsor gasolinero 2.0 Turbo, que eroga 221 caballos de fuerza y 350 Nm de par, y que está asociado a una caja Getrag automática de doble embrague y seis marchas, que envía el par al eje delantero.

El H7 ofrece tres modos preconfigurados de funcionamiento (Eco, Normal y Sport) y los pasos de marcha pueden manejarse a través de las levas ubicadas detrás del volante.

La marca indica que el rendimiento homologado es de 7,7 km/litro en ciudad, 10 km/l en ciclo mixto y 12,1 km/l en carretera. En nuestra prueba nos dio algo menos que eso, pero considerando tamaño, peso y potencia nos parece equilibrado y a tono con la competencia.

El tren motriz es excelente. La aceleración inicial es muy pronunciada, mientras que la caja, lo mejor del paquete, es suave y muy rápida, por lo que no cuesta gran cosa conseguir altas velocidades.

Algo decepcionantes son los modos de manejo, con poca diferenciación entre uno y otro. Ahí la marca tiene algo que hacer para darle un carácter más marcado a cada uno.

Si bien el motor es pujante, el peso juega algo en contra ya que el auto se siente pesado, especialmente en el manejo en curva, donde rola algo más de lo que nos gustaría. Diría que la suspensión tiene un fuerte enfoque en el confort de marcha más que en el dinamismo.

Uno de los puntos altos de la conducción es el alto nivel de insonorización del habitáculo. Considerando el tipo de SUV y su diseño cuadriforme, lo normal es la generación alta de ruido ambiente, sin embargo, la marca se encargó de convertir a la cabina en una verdadera cuna que encanta. De verdad, un nivel de calidad nunca visto en un SUV chino.

Conclusiones

El Haval H7 abre una nueva dimensión en el origen, lo que nos demuestra que la industria china avanza a pasos agigantados y son capaces de fabricar cualquier tipo de auto.

Ofrece una calidad de construcción, materiales y terminaciones de primera, un nivel tecnológico de modelos de gama alta, y una habitabilidad sobresaliente.

También es muy bueno el paquete mecánico, muy pujante y satisfactorio en general, más allá de un consumo relativamente alto.

La duda que nos queda es saber si el chileno estará dispuesto a pagar más de 16 millones por un modelo de este origen. Para nosotros, el producto está, vale cada peso que se paga por el. Pero habrá que ver la evolución de las ventas para saber si el reperfilamiento de algunas marcas chinas tendrá éxito o no.

 

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