Para dimensionar una fortuna estimada en US$18.100 millones, hay que tener visión. El magnate chino Li Shufu, sin duda, tuvo mucho más que visión, pues emergió prácticamente de la nada hasta convertirse en el dueño de Geely y, por extensión, uno de los 10 hombres más ricos de China según Forbes.
Hijo de un agricultor nacido en plena década de los 60 en una modesta aldea de la provincia de Zhejiang, Li se inició vendiendo refrigeradores en 1986, antes de incursionar en la venta de motocicletas y luego en la de automóviles. Así, en 1997, creó Geely, nombre que en mandarín significa “afortunado”. Hoy es la compañía automotriz privada más grande de China, dueña de las marcas Volvo, Lotus, Proton, Polestar, Lynk&Co. y, desde el año pasado, el mayor accionista del grupo alemán Daimler, propietario de Mercedes-Benz.
Por si fuera poco, acaba de anunciar que fabricará motos para Harley Davidson y se dio el gusto de lanzar Geometry, una nueva marca especializada en autos eléctricos de alta gama. Una gran jugada comercial para la industria automotriz de su país que, sin quererlo, ha revolucionado hasta hacerse conocido como el “Henry Ford chino”.
Las compras
Geely es hoy un gigante automotriz que desde el año pasado es importado en Chile por Gildemeister, y que cerró 2018 con 2,15 millones de unidades comercializadas en el planeta, experimentando un crecimiento de 18% respecto del periodo anterior, cifra que seguirá inflándose ya que para 2020 proyecta alcanzar los tres millones de autos producidos e inscribirse en el Top 10 de las ventas mundiales.
Todos los movimientos de Li apuestan por transformarse en líder mundial de la industria automotriz, y lo ha ido haciendo a punta de billetera. Además de las marcas ya mencionadas, Geely es dueño de los emblemáticos taxis de Londres e incluso la marca norteamericana de autos voladores Terrafugia.
Pero es Volvo la joya de la corona, comprada a una complicada Ford en 2010, época en que la firma sueca sacrificaba su prestigio histórico por problemas de calidad y confiabilidad derivada de la crisis de su casa matriz.
En 2009, Volvo había vendido 335 mil autos, un 30% menos que su récord de entonces conseguido dos años antes. Geely compró Volvo en estas condiciones, por un precio de US$ 800 millones en efectivo y su deuda, la cuarta parte de lo que Ford había pagado décadas antes.
Li prometió ayudar a reconstruir la automotriz sin intromisión alguna. "Volvo es Volvo y Geely es Geely”, señaló en esa oportunidad intentando calmar a los mercados. Y así el fabricante sueco inició una nueva era, confiando a ojos cerrados en su centenario saber hacer. Al día de hoy cuenta con una gama casi 100% renovada, con un claro look escandinavo -mezcla de minimalismo, elegancia y deportividad-, una performance eficiente y dinámica y, por supuesto, los más altos estándares en seguridad y calidad.
Desde que Geely compró Volvo, el fabricante escandinavo ha construido una fábrica de motores y dos ensambladoras en China, además de una planta en Carolina del Sur (Estados Unidos), la primera de la firma en tierras norteamericanas. Junto con ello ha ampliado su centro de investigación y desarrollo en Gotemburgo (Suecia).
Así el año pasado, Volvo anotó unas ventas mundiales de 642.253 unidades, un 12,3% más que en 2017, con un beneficio operativo que creció hasta los US$ 1.527 millones (un 0,9% más). Ambas cifras récords para el fabricante europeo.
Dios escandinavo
Pues bien, con Volvo de vuelta a las pistas por todo lo alto, eso de que “Volvo es Volvo y Geely es Geely”, de cierto modo, se ha comenzado a desdibujar. Pero no como creían los más escépticos, que hablaban de que bajo el alero de Geely se producirían Volvo de baja calidad, sino todo lo contrario.
En realidad, el renacido fabricante sueco es quien provee de su avanzada tecnología al conglomerado chino, y no sólo para Geely, sino para todas las marcas del grupo.
Y hoy, buena parte de los desarrollos de Volvo aportan solidez a las marcas Geely y Lynk&Co. Esta última, una propiedad conjunta entre ambos fabricantes, fue definida como premium, global y tecnológica, con el claro enfoque de entusiasmar a los millenials, aquellos de los que se dice no compran autos.
Como dato anecdótico, el primer modelo de Lynk&Co, el SUV 01, obtuvo seis mil pedidos en línea en menos de tres minutos cuando se estrenó en China, disparando las acciones de Geely a un récord histórico. El año pasado, el primero completo de la nueva marca, cerró con más de 120.000 unidades comercializadas.
El Lynk&Co 01 es un gran ejemplo de transferencia tecnológica sueca, pues está construido sobre la aplaudida arquitectura modular (CMA), desarrollada por Volvo para su gama pequeña (familia 40) y sobre la cual hoy se montan varios modelos compactos, incluyendo el Geely FY11 y, por supuesto, el galardonado Volvo XC40, que también se fabrica en China.
Se trata de una plataforma que puede acoger distintas carrocerías y motorizaciones. Por esto mismo, la hoy submarca de autos eléctricos del fabricante escandinavo, Polestar, se vale de ella para construir el Polestar 2, un sedán con un bloque a baterías de 500 kilómetros de autonomía.
Con genes de Volvo
En el reciente Salón de Shanghai, Geely presentó el conceptual Preface, un sedán eléctrico construido sobre la ya conocida plataforma CMA de Volvo, dejando claro así que la transferencia tecnológica del fabricante sueco hacia la marca china apenas está comenzando.
De hecho, la próxima camada de Geely que llegarán a Chile tendrán bastante qué ver con los Volvo de última hornada, incluso a través de su nuevo lenguaje de diseño, denominado Expanding Cosmos, el cual adopta ciertos lineamentos característicos de los autos suecos, predominantemente limpios, sofisticados y dinámicos.
El primero en llegar será el Geely SX11, que con sus 4,33 metros de longitud se inscribirá en el nicho de los SUV del segmento B. Está fabricado sobre la nueva plataforma modular BMA, la cual, según apunta Geely, es un desarrollo propio basado en lo aprendido estos años con Volvo. Sobre ella se construirán también otros modelos del grupo asiático.
Proyectado para el segundo semestre del año, el SX11 lucirá una elaborada carrocería de trazos marcados, que combina muy bien con un trabajado interior, donde la influencia sueca salta a la vista, sobre todo en el volante y en la consola central. Dispondrá, además, de una alta dotación tecnológica.
A nivel mecánico, se pondrá a la venta con un motor turbo de 1.5 litros y 180 caballos de potencia proveniente de Volvo, al igual que la transmisión DCT de doble embrague y siete marchas.
A fin de año o principios de 2020 arribará el Geely Binrui, un sedán de 4,68 metros de largo, de look atractivo, interior refinado y que montará un motor turbo de un litro.
Finalmente, Fortaleza, representante de Geely en Chile, está estudiando la posibilidad de traer el FY11, un SUV de estilo coupé, también basado en la arquitectura CMA y con un bloque de dos litros turbo proveniente de Volvo (240 Hp). También incluye ciertos elementos de seguridad del reconocido sistema City Safety del fabricante sueco.
Nada mal para una marca que hace menos de 20 años casi no existía.