Producto de la pandemia primero, y de las crisis de los microprocesadores despues, Renault demoró más de dos años en traer a Chile la quinta generación del hatchback compacto Clio, el auto más importante para la marca a nivel mundial debido a su posicionamiento y niveles de venta.
El Clio ha sido desde su lanzamiento en 1990 un referente para Renault y para el segmento de los Hatch-B, hasta no hace mucho el más importante dentro del mercado europeo. En Chile ha dejado buenos recuerdos por su calidad de rodado y su deportividad, y por lo mismo, extrañábamos un auto así dentro de una gama muy heterogénea tanto en productos como en orígenes y calidades.
Vale decir que el nuevo Renault Clio se fabrica en Turquía y desde ahí se abastecen los principales mercados donde se comercializa. A Chile llega en dos versiones denominadas Zen e Intens, ambos con la misma propuesta mecánica, y precios en el mes de abril de $15.690.000 y $16.690.000.
Lo que no nos gustó
Voy a hacer algo que no suelo hacer: partir por lo malo. Y es que, honestamente, encontré pocos defectos en este Clio, y hay más para destacar que lo contrario.
Lo primero es el exceso de piano black, tanto por fuera como por dentro. Ok, es un tema de gusto personal y no una falencia en sí, pero sabemos que el piano black envejece mal y vive viéndose sucio. Y en ciudades como Santiago que tienen demasiado polvo en suspensión, el piano black está siempre con una capa de tierra encima.
Lo segundo, las puertas traseras suenan a lata cuando se cierran. Sin importar la intensidad del golpe, se escucha como si fuera una puerta de mala calidad, con malos componentes, sin embargo, la chapa funciona bien y el pestillo engancha rápidamente. Nuevamente, es una cosa de percepción más que de una falla real. Suena demasiado barato.
Lo tercero, las plazas traseras no son las mejores que hemos conocido. No se trata de la comodidad, ya que cuenta con nuevos asientos más abutacados y cuentan con una agradable ángulo de respaldo, ofreciendo espacio para la cabeza y piernas, además de lugar para poner los pies por debajo de las plazas delanteras. Dos personas de 1,75 metros, una adelante de la otra, caben bien. La limitante aquí es el ancho, que impiden que tres personas vayan cómodas. Es cierto, todo de pende de la tolerancia, pero la realidad es que la plaza central es algo dura y levantada, y la consola está desplazada hacia atrás, lo que impide que alguien que vaya ahí disfrute del momento. Además, no hay puertos USB en las plazas traseras.
Lo cuarto, Renault tiene disponible mucho equipamiento en el Clio europeo, y creo que para Chile lo configuró con lo justo. Es cierto, hoy ofrece 6 aibags de serie, pero no podemos pedir menos que eso, ¿o no? Ahora, ni rastro de alguna asistencia a la conducción, como sensor de punto ciego y alerta de colisión frontal, por nombrar sólo dos. Ojo, que hay competidores como el Peugeot 208 que sí ofrecen algunas asistencias ADAS.
Y lo quinto, es que la caja es de sólo 5 velocidades. Es malo porque a esta altura de la vida, Renault debería mostrar su liderazgo tecnológico con cajas modernas y no cajas adaptadas. Es cierto, la caja funciona bien con este auto (como explicamos más adelante), pero la marca no debería ofrecer cinco marchas si puede ofrecer seis. Y esto va más allá de que los importadores digan que sólo había esta opción disponible.
Y eso sería.
Lo que sí nos gusto: exterior
Partamos por lo sustancial: el Clio utiliza una nueva plataforma, con todos los beneficios que ello conlleva: mayor rigidez, menor peso, mejores materiales, más modularidad. Y en eso este Clio ya es mejor que el anterior.
La CMF-B permite además redimensionar al hatch, que ahora mide 4.05 metros de largo, 1,79 metros de ancho y tiene 2.58 metros entre los ejes, ofreciendo más espacio interior.
El diseño es muy propio del Clio, deportivo y atractivo. Luce, por cierto, el nuevo frontal de la marca con el logo central de mayor tamaño, y una parrilla más grande. Los faros también son nuevos, con el diseño C-Shape, y ahora con luces LED, lo que es muy bueno. Se ve mucho más moderno.
La silueta es preciosa (opición personal), pese a que es menor agresiva que la anterior. Mantiene la esencia de siempre, con voladizos muy pequeños y una clara línea aerodinámica. Esta versión gana molduras cromadas que le dan más refinamiento, se mantiene la manilla esconida en las puertas y gana una sensación de mayor anchura.
Es un auto limpio en sus superficies y muy coherente en el diseño, proporcionado y bien plantado. Por atrás esto se refuerza con un spolier, luces en forma de C y nuevo portalón. Muy bello, sin duda.
Lo que sí nos gustó: interior
El habitáculo del Renault Clio fue totalmente rediseñado y hoy luce de mayor calidad. Si bien aún hay materiales duros al tacto y que podrían ser mejores (los de las puertas, por ejemplo), en general se nota que tenemos una buena calidad de construcción, con materiales acordes a un hatch del segmento B.
Hay más espacios para dejar cosas en las puertas (ahora sí cabe una botella) y en la consola central, que es nueva y está puesta como una bandeja un poco más alta. Hay puertos USB, un puerto de carga inalámbrico (y que a nosotros no nos gustó porque el teléfono se calienta demasiado), y la palanca de cambios es una posición muy cómoda.
Para mí, el mayor cambio es la inclusión de nuevos asientos que mejoran sustancialmente la posición de manejo. Son blandos y tienen un diseño ergonómico que afirma bien el cuerpo, y además ganan ajuste en altura, por lo que se pueden colocar bastante abajo. A eso hay que agregar un nuevo volante con ajuste en altura y profundidad.
El volante es un poco grande de diámetro, pero el grosor es espectacular y permite agarrarlo bien. Hay mandos para las funciones de manejo en el mismo volante y cuenta con el tradicional mando del audio instalado por atrás, que si bien nunca he sido fan de él, se controla súper fácil una vez que el conductor se aprende la ubicación de las funciones.
El Clio incorpora una pantalla táctil de 7" para el sistema Easy Link, con Apple CarPlay y Android Auto vía cable, que como ven ya incluye una serie de botones de acceso directo. También ofrece una pantalla de 6,5" para el clúster, que es ligeramente configurable. No aguanta mucho, salvo algo de la información que muestra. Es funcional y fácil de leer.
El Clio ofrece también más equipamiento: vidrios y espejos eléctricos, sensores de luces y lluvia, un climatizador manual/digital (mandos circulares de fácil uso y ejecución), sistema keyless con botón de encendido, espejos con abatimiento eléctrico, entre otros. En seguridad ofrece de serie 6 airbags, controles de tracción y estabilidad, anclajes isofix, cinturones de tres puntas en todos los asientos, asistente de partida en pendiente y monitor de presión de neumáticos.
Si bien dijimos que las plazas traseras no son tan amplias, sí lo es el maletero, que ofrece casi 400 litros de capacidad. También cuenta con doble fondo, y bajo el segundo piso está guardado el neumático de repuesto, sí, por dentro (antes iba anclado por fuera. Si bien no tiene las mismas dimensiones del neumático normal, tampoco es una galleta extra angosto.
Lo que sí nos gustó: manejo
Quizás si lo mejor del Clio es la forma en que se conduce. Es 100% emocional y eso se agradece en esta época donde dominan los SUV y se ha ido perdiendo la diversión de manejo.
Ojo, el Clio siempre ha sido así, con un carácter más lúdico que el Citroén C3 y el peugeot 208, por ejemplo. Y ahora todo parte por la nueva base que es más ligera y rígida. Gracias a ella, se siente permanentemente aplomado, ágil y fácil de manejar.
Nuevo es el motor, en rigor, una evolución: el TCe 100, un tres cilindros 1.0 Turbo que eroga 100 Hop y 160 Nm de par, acoplado a una caja manual de 5 marchas. El torque máximo se da desde 1.650 hasta casi 5.000 rpm, siendo muy elástico y fácil de sacarle brillo. Se siente más pujante que lo dicen los números, más deportivo en sensaciones.
La caja de cinco marchas es un punto aparte, porque como ya dijimos, es impresentable que en un auto moderno se equipe una caja así. Ahora, la caja funciona espectacularmente bien, esa es la verdad, y cumple con creces lo que pide el motor, ya que lo gestiona bien y lo lleva desahogado.
El motor no se percibe nunca que fuera enrollado ni se siente ruidoso (sólo se escucha algo en ralentí), dos características clásicas de una caja de 5 marchas. A 120 km/h el régimen se eleva a 3.500 rpm (y ahí se extraña la sexta), pero no se siente para nada forzado y tampoco afecta el consumo. En carretera nos dio 19,2 km/litro y en ciudad llega a 10,5 km/litro (a mí, que soy de pie pesado), ambas cifras cercana a lo homologado por la marca. Son muy buenos consumos.
Este motor asociado a este chasis va muy bien y ofrece las sensaciones deportivas que se esperan de un Clio. Empuja cuando se requiere y tiene una suspensión firme, algo seca quizás (las junturas del pavimento se sienten), pero con amplio feeling deportivo. No es duro y es poco probable que se extrañe otro tipo de suspensión.
La dirección es precisa y bastante rápida, el auto es fácil de estacionar y se desplaza de manera muy ágil, lo que completa un conjunto casi perfecto para un auto que siempre ha tenido y sigue teniendo una puesta a punto enfocado en el placer de conducción. Me gustó mucho su manejo.
Conclusiones
El Renault Clio es uno de los mejores autos que han llegado a Chile este 2022. Es ágil, entretenido de manejar, pujante, se nota que es un auto moderno, un fiel heredero de su larga tradición de auto de calidad.
Es bonito en su diseño, funcional y correcto en su interior, y está bien equipado en confort y seguridad. Podría ofrecer algo más, cierto, pero todo lo que se pide en este precio está presente.
Su motor es eficente, entrega una buena relación de potencia/torque, el chasis es espectacular. Y además gasta poco. Una buena compra.
Test drive Renault Clio 2022