¿En qué momento los videojuegos pasaron a ser simulaciones virtuales? La fantasía de cruzar esa brecha ha estado desde siempre, en las películas y en los videojuegos. Puedo poner varios ejemplos, en distintas etapas de desarrollo. Intelectualmente hablando, me gustaba mucho como Megarace buscaba traspasar la cuarta pared hablando de un mundo virtual donde participabas de un programa de televisión de carreras de autos a lo Death Race, pero siempre haciendo el paralelo del mundo real con el mundo digital. Lo mismo puedo decir de Metal Gear Solid, donde podíamos impedir que leyeran nuestros movimientos, cambiando el control desde el puerto 1 al 2. Si se trata de películas, es cosa de pensar en Tron, Existenz o Ready Player One; Matrix incluso si lo quisieras.
Y con respecto a los autos, todos sabemos que Gran Turismo puso la palabra "Simulador" en boca de todos, pero no ha sido hasta los últimos años donde se ha podido combinar los videojuegos con lentes de realidad virtual en simuladores tipo rFactor. ¿Cuál es la siguiente frontera?
Experiencia Exponencial
En Berlín, Cupra tituló a su evento de lanzamiento "experiencia exponencial" y todo lo que presentaron ha ido en esa linea, sobre ofrecer algo que vaya mucho más allá de la mera experiencia real, o sea cruzar fronteras y límites. Así lo hicieron con el diseño del Tavascan, con la plataforma Metahype y también con este curioso desarrollo de simulación que podría revolucionar algunas áreas del mundo automotriz.
El punto de inicio fue el UrbanRebel Racing Concept, el auto eléctrico de carreras que la marca tiene y que está basado en el UrbanRebel Concept, un modelo que llegará al mercado en un tiempo más. Este auto, ya fue presentado a la prensa en otras ocasiones, pero esta era mi primera vez. Se que está basado en un chasis de auto eléctrico para rallycross (RX2) y que tiene dos motores, lo que le otorga tracción a las cuatro ruedas. En total, eroga cerca de 320 kW (429 Hp) y alcanza los 100 km/h en 3,2 segundos. Se alimenta de una pequeña batería de 30 kW y no necesita más porque es un vehículo para stints cortos y medidos.
Con 4.186 metros de largo, uno podría creer que es un auto pequeño, que lo es, pero no lo parece, en especial por el diseño agresivo que ostenta, con enormes tomas de aire, puertas tipo ala de gaviota y un enorme alerón posterior, sin contar las gráficas tornasol y las luces futuristas. Hasta aquí todo bien.
Pero la magia ocurre detrás de las butacas traseras, donde se tuvo que instalar un computador tipo "gamer" a la medida. Los encargados de Cupra no quisieron contarnos las especificaciones técnicas de este equipo, pero nos dijeron que tenía lo mejor de lo mejor, así que supongo que la tarjeta de video era alguna Radeon de gama alta (7600). Es este computador el que se encarga de operar el sistema de simulación, incluyendo los sensores de movimiento relacionados con la dinámica del auto y la latencia entre el mundo virtual y lo real. La marca tampoco quiso contar quien era su socio en la generación de esta plataforma, dejando en el aire que se trataba de un desarrollador importante de videojuegos. Lo único que sabemos, que la simulación fue diseñada en base a Unity, como arquitectura de software y que todo el equipamiento pesa entre 50 a 60 kilos extra.
Nos ponemos al volante del Cupra y un asistente te coloca los lentes de realidad virtual, pero ojo, que estos cuentan con cámaras en el frente. Esto significa que, al ponerte los lentes, estos pueden funcionar también para proyectar realidad aumentada, ya que las cámaras traducen todo lo que estás viendo en el exterior. Mirarse los brazos y el volante a través de las cámaras te da una sensación muy extraña, culpa de la digitalización, como si ya estuvieras en un mundo virtual.
Como todo esto es nuevo y yo no me he subido previamente al auto, me mandaron con un copiloto, que no es otro más que Jordi Gene, experimentadísimo piloto español con un enorme curriculum en distintas categorías y que ahora trabaja con Cupra. Si te suena el apellido, estás en lo correcto: es el hermano de Marc Gene, el expiloto de F1.
Jordi me dijo que, al activarse la simulación, también se activaría el cockpit digital, por ende, si yo miraba a su asiento, no lo iba a ver.
Entrando a la Matrix
Esto es lo que veo yo dentro del UrbanRebel...
Todo encendido, me dicen que me dirija lentamente hacia un portal de color magenta ubicado en un sector de la pista. Esto es producto de la proyección con realidad aumentada; todo lo que veo sigue siendo real, pero gracias al tracking de los sensores y a la emulación, yo podía ver este portal virtual. Me dicen que lo cruce lentamente ya que ahí se activará la simulación en mis lentes VR. Hago caso y alineo el auto con este portal. Al cruzarlo, les digo, es una experiencia loquísima: me encontraba en un circuito futurista, medio cyberpunk, que simulaba una representación reducida de Barcelona. Donde yo mirara, era estar ahí, pero mis pies y mis manos estaban controlando al UrbanRebel en la realidad y no sentado estáticamente como en otros simuladores. Después de dar una vuelta y pasar un túnel, me advirtieron que la pista cambiaría a una locación en Berlín.
Son dos vueltas de reconocimiento y después, dos vueltas rápidas. Las vueltas de reconocimiento se me hicieron muy cortas, pero me sirvieron para entrar en confianza, primero al acostumbrarme al UrbanRebel, sus ruidos, su aceleración y el duro pedal del freno. Lo segundo, por supuesto, es darme cuenta que lo más difícil en este tipo de cosas es lograr disminuir al máximo la latencia entre lo real y lo virtual. Aquí todo era instantáneo, con un margen de error tan mínimo que solo sé que existe porque me lo dijeron, pero yo no supe discriminarlo.
...pero asi se ve la actividad por fuera.
Las dos vueltas siguientes las di mucho más fuertes y a ritmo real. Aun así, no puedo aprovechar al 100% un auto al que nunca antes me había subido, pero intenté hacerlo lo mejor que podía y confiando en el poder inmersivo del simulador. El UrbanRebel es un auto muy sensible, con respuestas casi telepáticas, a lo que hay que sumar el trazado corto, más en común con una pista de kart que otra cosa. No se le puede llevar fuerte, pero el hecho de tener un soporte físico real (el auto mismo) hace que girar en el simulador sea realmente preciso, al contrario de un volante de PlayStation o un control.
Por supuesto que dos vueltas se me hicieron cortas y al cruzar por última vez el túnel de la pista, Jordi me indicó que disminuyera la velocidad porque se activaría la realidad aumentada y volvería al mundo real. Si, estaba eufórico y solo pensaba en correr con el auto en una pista más grande.
Ahora, el simulador es una revolución tecnológica que podría permitir a pilotos practicar sin tener que viajar a una pista o probar más cosas, pero las posibilidades son infinitas. Por ejemplo, el sistema de realidad aumentada con cámaras (sacando el modo full VR), si se pudiera sincronizar a lo que ven otros autos, podría derivar en una especie de carrera tipo Mario Kart, aunque nosotros no veamos los power-ups. Si, te abre la mente. Incluso, si lo quisiéramos aterrizar, podría implementarse en escuelas de conducción.
Sin embargo, el UrbanRebel es un auto con características tan entretenidas que siento envidia de los periodistas que pudieron probarlo meses antes en una pista y sin el simulador.
La guinda de la torta fue que me llevé elogios por mi pilotaje y el equipo de Cupra me dijo que estuve dentro de los cinco más rápidos que probaron el simulador durante el fin de semana en el Tempelhof, incluyendo pilotos de Fórmula E; siempre hay que sacar la cara por Autocosmos.