En febrero de este año Suzuki presentó a la prensa en Chile el facelift del Vitara, un SUV compacto que, a diferencia del Grand Vitara, toma un enfoque más citadino y le deja las labores de todoterreno a su tocayo, y pierde el “Grand” en el nombre, aunque es sólo un decir, ya que por la mayoría de las dimensiones sale ganando.
Con 12 versiones disponibles desde 12 millones de pesos, hay mucho donde elegir una opción acorde al precio y equipamiento que cada cliente quiera. No obstante, donde no hay muchas alternativas es en las mecánicas, donde el motor 1.4 Boosterjet queda exclusivamente para las versiones topes de línea. Es justamente una versión con ese motor la que probamos en esta ocasión, equipada con una caja manual de 6 marchas, con el sistema de tracción integral All Grip y vestido de un llamativo color naranja… o amarillo, según cómo se le mire.
Unos años menos encima
El Vitara es un SUV compacto de 4,17 metros de largo, 1,77 de ancho y 1,61 de alto que nace como un concepto de vehículo diferente a lo que hace años conocemos por el nombre que lleva. El diseño mantiene las líneas sobrias, pero con muchos detalles que buscan ser un guiño al público más joven, como lo es la variedad de 14 combinaciones de colores diferentes entre las que hay azul turquesa con techo blanco o negro, o también este naranja con techo negro de nuestra unidad de prueba, aunque bien podría haber sido completamente negro, plateado o blanco.
Si recordamos al Grand Vitara es fácil distinguir que es más corto que este nuevo Vitara, tiene dos puertas menos, la del maletero lleva la rueda de repuesto y abre con bisagras laterales, y es notablemente más alto. Claro, fue concebido como un SUV todoterreno que llevaría dos ruedas en la ciudad y dos ruedas en la ruta campestre.
Son claramente autos diferentes y no excluyentes, por algo Suzuki los vende simultáneamente, porque el Vitara a secas aprovecha mucho más sus dimensiones exteriores para hacerse espacio en el interior, rescata 18,5 centímetros de despeje de los 20 que tiene el Grand Vitara, de manera que se lleva tranquilamente entre “lomos de toro” y cunetas. Y a pesar de eso, mantiene una silueta bastante “neutra” como una carta segura, sin grandes atrevimientos.
La propuesta final es un diseño que está lejos de ser rupturista, pero juega con detalles que le dan vida al conjunto, como los cromados en el frontal, su iluminación en LED, proyectores de los focos envueltos en una decoración azul, focos traseros oscurecidos, llantas de 17 pulgadas con diseño de “corte de diamante” y molduras plásticas sin pintar en la zona inferior para dar el estilo propio de los SUV.
Una opción funcional
En cualquier ámbito de cosas es imposible convencer a todo el mundo, especialmente cuando se trata de interiores de autos, donde hay que combinar diseño y funcionalidad. Fue en ese aspecto donde Suzuki no convenció del todo cuando se presentó el Vitara en 2014 y quedó con una misión para este facelift.
La primera vez que uno sube al Vitara no se lleva sorpresas. Es un interior concentrado en tonalidades oscuras y formas simples. Previo al facelift se decía que al Vitara le vendría bien un poco más de cariño a los materiales del interior, y así lo hicieron. Ahora toda la parte superior del salpicadero es de un plástico blando al tacto y más agradable a la vista. Lo mismo pasa con el tapiz de estas versiones Limited, que tiene un diseño muy atractivo entre el cuero y la gamuza.
Sin embargo, el cambio podría haber jugado más con las luces, con la moldura decorativa en el salpicadero o con mas colores. Como ya mencionamos unos párrafos atrás, el Vitara no es un auto rupturista, sino que se arraiga a un diseño más clásico.
El panel de instrumentos es sumamente claro, muy fácil de consultar y el computador a bordo tiene mucha información que puede ser útil, pero por otro lado, el sistema de infoentretenimiento no brilla de igual manera. Si bien está basado en un sistema operativo Android, como una tablet, no tiene Android Auto ni Apple CarPlay; la pantalla pierde color con la luz directa y se echa de menos una perilla para el volumen, ya que los “botones” táctiles son muy pequeños.
A pesar de eso, viene con Waze y Spotify preinstalado, lo que ayuda a vincular permite de todas maneras vincular esas aplicaciones del teléfono con el auto. Otra ventaja de usar un sistema operativo Android es que tiene muchos ajustes para personalizar el sistema a las preferencias personales. Abajo de esta pantalla está el climatizador, muy efectivo y rápido, de una única zona.
Con los kilómetros la primera impresión se difumina y la comodidad se apodera de la experiencia con el Vitara por la practicidad y habitabildad de este interior. Tiene abundantes espacios para guardar cosas, se siente amplio, el techo panorámico se abre completo, todos los controles son de muy fácil uso y la posición de manejo es muy ajustable, con un asiento cómodo, aunque quizás algo pequeño para cuerpo muy grandes.
Un detalle muy útil es un espacio para dejar cosas al lado izquierdo del volante, que sirve para dejar llaves, por ejemplo. Otro detalle es que no hay espacios suficientemente anchos o profundos para dejar un teléfono contemporáneo, salvo en las guanteras.
Con 2,5 metros entre sus ejes, el espacio en los asientos traseros es correcto y más que suficiente para la instalación fácil de sillas de guaguas. El maletero de 375 litros también es generoso para el tamaño del auto y cuenta con dos niveles para su base, lo que habilita unos litros más de capaacidad o facilita la carga y descarga de objetos pesados.
El equipamiento es abundante en la versión Limited, incluyendo climatizador, el tapiz ya descrito, botón de encendido con acceso keyless, asistencia de salida en pendientes, control de descenso, encendido automático de luces, control de velocidad crucero, un sistema de infoentretenimiento con Bluetooth, puerto auxiliar y USB, computador a bordo, luces exteriores en LED, llantas de 17’’ y el techo panorámico.
El equipamiento está bien distribuido entre las distintas versiones, con algunos detalles que vienen de serie en toda la gama. Así, en seguridad todas las versiones tienen frenos de disco en las cuatro ruedas con ABS con EBD y asistencia hidráulica de frenado, control de estabilidad, anclajes ISOFIX y doble airbag. Luego versiones más equipadas, como la de nuestro test, incluyen 6 airbags y cámara de retroceso con sensores de proximidad delanteros y traseros.
El turbo lo vale
Ya sentados detrás del volante del Vitara lo primero que se nota es la muy buena visibilidad y las compactas dimensiones del auto, lo que dan mucha confianza para maniobrar con él en espacios reducidos. Para ponerse en marcha hay que accionar la caja manual de seis velocidades de un tacto agradable y un embrague muy suave, lo que da paso al motor.
En casi todas las versiones de Vitara se equipa un motor 1.6 naturalmente aspirado que produce 115 Hp y 156 Nm de par, lo que es suficiente para llevar de forma pausada los cerca de 1100 kilos que pesa el Vitara. El pero es que la potencia no es mucha y si se quiere más dinamismo hay que ir por el motor 1.4 Boosterjet, que produce 138 Hp y 220 Nm de torque de una amplia entrega entre 1.500 hasta las 4.000 rpm.
Este motor es similar al que probamos en el Swift Sport y le viene muy bien también al Vitara. El salto en potencia es muy notorio en los 1210 kilos que pesa la versión manual, ya que se mueve con mucha ligereza, no es necesario acelerar mucho para que el Vitara vaya a un ritmo perfecto para la ciudad, sólo hay que llevarlo por sobre las 1.500 rpm para que el turbo colabore con fluidez. Al pisar más el acelerador la respuesta es muy buena y el torque se siente como si fuera un poco más de 220 Nm gracias al bajo peso de este SUV.
Bajo una conducción económica el conjunto se muestra muy “agradecido”, pues es fácil lograr consumos sobre los 15 km/l en una ruta mixta. Incluso para llegar a 16 km/l no es necesario ser extremadamente cuidadoso, sólo constante y suave. El Ministerio de Energía homologó al Vitara con 13,4 km/l en ciudad, 18,4 km/l en carretera y 16,2 km/l combinado, lo que no dista tanto de la realidad.
Por otro lado, los frenos son muy efectivos, la suspensión (independiente McPherson adelante y de barra de torsión atrás) le da un andar cómodo al Vitara, a menos que enfrentemos calles con adoquines, donde se siente un poco “rebotón”. La combinación de la suspensión más bien blanda con una dirección liviana y muy rápida pueden provocar algunos bamboleos de la carrocería ante movimientos bruscos, pero también le permiten al Vitara sentirse ágil en contextos urbanos. Sin embargo, el andar es algo ruidoso en el interior.
La tracción All Grip asiste al Vitara ante cualquier pérdida de agarre y cuenta con 4 modos de uso: Auto, Sport, Snow y Lock. En el primero se adapta autónomamente al camino, mientras que en Sport se alía con el pedal del acelerador para obtener respuestas más nerviosas en aceleraciones. Snow queda para la nieve o caminos más resbaladizos, como también puede ser Lock, que bloquea el reparto de potencia en 50:50 entre ambos ejes.
En conclusión
El Vitara con todo lo bueno y lo malo, es un SUV muy agradable de llevar al día a día, se transforma rápidamente en un buen compañero de ruta urbana por su facilidad de uso. Su diseño sobrio, especialmente en el interior, ayuda a que todo sea fácil de encontrar y que no requiera de un “proceso de aprendizaje” o mayor conocimiento con el auto.
Su manejo dócil es mucho más adecuado para el tránsito en ciudad que el del Grand Vitara, aunque ya vimos que son autos no muy comparables realmente. Nos gustó su mucho su motor, su equipamiento y su practicidad, aunque todavía falta resolver unos detalles en el interior, pero que seguramente no detendrán a alguien a quien le guste este modelo, y buenas razones hay para ello.
Actualmente, el Vitara comienza en $11.990.000 en la versión 1.6 GLS y termina en la versión Limited 1.4 Boosterjet AWD automática en $15.640.000. La versión que probamos tiene un precio de $14.740.000, lo que es una propuesta muy atractiva por el auto que se consigue, ya que en dentro de su competencia hay pocos que ofrecen tracción AWD cercano a ese precio. Podríamos nombrar al Mazda CX-3, al Fiat 500x, o al Chevrolet tracker, pero aún así Vitara juega fuerte por equipamiento.