Hace bastante tiempo que existen los ánimos por enfrentar con mayor fuerza el tema de la seguridad en los autos que se comercializan en Chile. Si bien dentro de la región tenemos un estándar bueno de calidad, estamos muy por debajo de cualquier tipo de exigencia imperante en países como Estados Unidos, Japón y, por supuesto, Europa. Recién ahora el ESP ha comenzado a ser obligatorio, cuando en otros países la norma pone seis airbags y algunas asistencias de seguridad como base.
Mucho se habla de que las marcas "lucran" con los ítems de seguridad, usándolos como diferenciadores entre sus versiones en pos de elementos de confort. Un contraejemplo de esto lo podemos ver en la que fue la versión base del Dacia Sandero de 2020 para Europa, la cual no traía ni llantas, ni sistema multimedia e incluso tampoco tenía parachoques del color de la carrocería, pero cumplía con todas las exigencias de seguridad del Viejo Continente. Por otro lado, el auto se vendía poco, justamente porque no tenía ningún elemento de confort, así que ahora la gama parte desde un modelo más equipado.
Es justamente lo que sucede en nuestro país, donde se le da prioridad a las llantas y a las pantallas, pero finalmente es el consumidor el que prefiere un auto más cómodo que seguro: "no tení pa'que andar chocando", dicen muchos.
Al margen de esta preferencia, hoy el énfasis en seguridad es mucho mayor al de hace unos años y eso ha significado redoblar los esfuerzos en comunicar e informar a los clientes sobre el equipamiento que tienen sus autos.
Una de esas medidas es la famosa "etiqueta de seguridad" que imprime la Casa de Moneda y que va adherida a todos los parabrisas de los autos. El gran problema es que esta etiqueta solo hace mención sobre elementos denominados "optativos" y que, además, son tan básicos que incluso en su tiempo era algo "vergonzosa". Además, hoy, el ABS y los airbags frontales son ley.
¿Defroster? ¿Espejo retrovisor con ajuste antideslumbrante? Por favor...
Así fue como se llegó a una nueva propuesta, mucho más actualizada y que renueva este listado de elementos de seguridad optativos (no obligatorios por ley), donde se incluyen:
- Limitador de tensión en el cinturón de seguridad
- Pretensor para cinturón de seguridad
- Airbags laterales de cortina
- Airbags laterales de cuerpo
- Frenado automático de emergencia
- Detector de punto ciego
- Asistente de velocidad inteligente
- Asistente de mantenimiento de carril
Este etiquetado incluiría la evaluación obtenida en pruebas de impacto de Latin NCAP, y es aquí justamente donde comienzan los problemas entre el Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones (MTT) y su división Conaset, con la Asociación Nacional Automotriz de Chile (ANAC).
En julio de este año, la misma Latin NCAP anunció una supuesta decisión de nuestro gobierno sobre esta etiqueta, cuando en realidad es solo una "toma de decreto". O sea, están dando por hecho la vigencia de una norma que aún no existe. Esta acción se ha visto desde distintos sectores como una manera de presionar al MTT a lograr este acuerdo.
La posición de ANAC
La Asociación Nacional Automotriz de Chile no ha congeniado mucho con las políticas del programa Latin NCAP y su posición está en evitar la "privatización de la seguridad". El documento (que puedes leer aquí) trata varios puntos, que resumiremos a continuación:
- La función de implementar elementos y normas de seguridad la tiene actualmente el Centro 3CV (el que homologa los modelos nuevos en Chile), según ANAC, uno de los laboratorios más avanzados en la región con respecto a estas materias, el cual ha trabajado con transparencia y bajo normas internacionales aprobadas.
- No se puede delegar arbitrariamente una competencia que le ha sido asignada a un Ministerio, menos con cuestionamientos de forma y fondo con respecto a la entidad a la que se le entregará la competencia de evaluación (Latin NCAP).
- Sobre el punto anterior, de delegar esta función, esta debiese hacerse de manera pública, informada, por mecanismos de participación competitiva, para evitar conflictos de transparencia, legitimidad y conflictos de interés sobre los protocolos de evaluación.
- Se pone en tela de juicio el proceso de financiamiento de Latin NCAP, versus las entidades de EuroNCAP, donde además se hacen aportes entre comunidades, municipios, fabricantes y entidades, con el fin de fijar protocolos de medición y procedimientos. Latin NCAP no tiene un compromiso de financiamiento público y tampoco cuentan con el apoyo de gobiernos u otras entidades imparciales que den fe de su objetividad en las pruebas de impacto.
- Sobre esto, ANAC recalca que Latin NCAP incluso busca financiamiento, ofreciéndole a las marcas "revindicar" sus malos resultados, evaluando otros modelos o versiones con equipamiento mejorado para optar a mejores evaluaciones. O sea, muchas marcas pagan para utilizar a Latin NCAP como garante de sus estándares de seguridad.
- El que NCAP funcione con protocolos privados que incluso son diferentes en cada región, significará que el MTT perderá el control sobre una estandarización mínima de seguridad y sus consecuencias.
- Supone un obstáculo técnico (o barrera) en temas comerciales, vulnerando acuerdos, puesto que, con esto, no todas las marcas podrán vender sus autos en Chile con la evaluación correspondiente porque, además, Latin NCAP no evalúa todos los autos que se venden en Chile y, usualmente, los autos que se venden en Chile tienen mejores estándares que otros en la región, lo que además confundiría al usuario.
- De hecho, al día de hoy Latin NCAP ha evaluado apenas un 0,5% de los modelos que se comercializan en Chile, por lo que un etiquetado incompleto (pocos modelos tendrían resultados) generaría una confusión de cara al consumidor.
La declaración del MTT
El Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones (MTT) salió a aclarar algunos puntos tras el comunicado de ANAC, los cuales puedes leer a continuación:
- Descarta -de forma categórica- estar delegando facultad alguna en entes externos al Estado, así como tampoco estar cediendo la emisión de algún certificado. El nuevo rótulo de elementos de seguridad será regulado directamente por el MTT y tiene por objetivo entregar datos adicionales sobre la evaluación de desempeño de seguridad, los que serán desplegados y accesibles, vía código QR.
- La renovación del actual rótulo no sólo incorpora y actualiza las exigencias mínimas que debe presentar un vehículo en materia de seguridad, sino también, permite mostrar de manera pública los datos de calificación obtenidos en programas de evaluación de seguridad de vehículos, siempre y cuando dichos autos probados hayan sido comercializados y adquiridos en el país.
- De esta forma, se posiciona a Chile a la vanguardia internacional al ser pionero en agregar el etiquetado de seguridad como elemento informativo, y de la cual todo consumidor tiene derecho, mejorando su poder de decisión a la hora de comprar un vehículo.
- Como MTT reafirmamos nuestro compromiso con la adopción de medidas que eleven los estándares de seguridad de vehículos y reducir el número de víctimas fatales y lesionados en siniestros de tránsito, basándonos en recomendaciones internacionales en materia de seguridad vial.
¿Quién es el bueno y quién es el malo?
Como todo en la vida, no existen extremos, sino que matices en el funcionamiento de todas las entidades mencionadas. Latin NCAP ha hecho una gran labor en tangibilizar y visibilizar, de alguna manera, los estándares de seguridad de muchos autos en la región, lo que ha servido de contraste con otras realidades, permitiendo revelar la realidad de nuestros mercados.
Sin embargo, ANAC ha hecho algunos puntos muy interesantes y que son necesarios observar, en especial la medición parcializada de modelos sin considerar su mercado y procedencia, así como el proceso de financiamiento y estandarización de protocolos de evaluación. Se vería muy mal una etiqueta con información parcializada y que, además, sirva para que las marcas quieran pagar por una evaluación, con fines de marketing y no por el mero hecho de mejorar el estándar de seguridad de sus autos. Es entendible también que hoy una entidad como NCAP tenga una mejor evaluación del público versus instituciones como el MTT, debido a la grave crisis de credibilidad que hoy sufre la clase política en nuestro país.
¿Qué va a pasar con la etiqueta? Aun no lo sabemos y dependerá no solo de Contraloría, sino que también de que el MTT recoja todas estas inquietudes y pueda proponer una solución satisfactoria para todos los participantes de la industria automotriz, y por supuesto, los clientes, que son los que más necesitan esta información en su decisión de compra.