La historia de la Sociedad Española de Automóviles de Turismo, es una muy larga y bonita, arraigada en el desarrollo socioeconómico de España pero también en la misma idiosincrasia y personalidad española. Desde el SEAT 1400 y el SEAT 600 hasta el SEAT Ronda, se cuentan hitos memorables. Sin embargo, el Ibiza es un parteaguas, un amuleto, una semilla, un punto de partida, un auto que por un lado carga con toda la experiencia ganada en aquellos largos años de "Licencia FIAT" pero que por otro lado lleva el deseo y la pasión del equipo SEAT en lograr un auto único, propio, independiente, con la vitalidad y juventud de la misma isla que le da su nombre.
Desde entonces, Volkswagen vio el potencial de SEAT y decidió hacerse con la firma española en los años siguientes, pero hay algo único en el seno de SEAT que la marca alemana no ha logrado permear, considerando lo fuerte que ha sido su influjo en todas las marcas que hoy son parte de su agrupación. Ese gen único está presente en muchos de los autos de la marca hasta la actualidad y que cuyo destilado ha dado vida a CUPRA.
El Ibiza celebra cuarenta años a lo largo de cinco generaciones y más de seis millones de unidades vendidas. Es de sobra conocido en España, pero si nos vamos a la historia de los hatchback compactos B, no tiene el legado de la serie 200 de Peugeot o la relevancia comercial del Volkswagen Polo. Sin embargo, para quienes hemos manejado uno, el Ibiza tiene un carácter único, quizás un poco rebelde o disidente y probablemente es reflejo de como SEAT ha tenido que luchar para defender su lugar y su identidad como marca, dentro de un gigante automotriz que a veces tiende a homogeneizar un poco sus productos.
SEAT Históricos
El anti-museo de SEAT, llamado "SEAT Históricos" es una nave (A-122) algo oculta dentro de las instalaciones que la firma española aun sostiene en la Zona Franca de Barcelona, donde antiguamente se fabricaban los autos de la marca y donde actualmente se fabrican piezas que luego son enviadas a Martorell. Este es el punto de partida de nuestra nostálgica aventura, donde no solo pudimos manejar todas las generaciones del Ibiza, sino que conocer todo el museo, incluyendo todos los autos históricos de la marca, prototipos, rarezas, vehículos especiales, maquetas y autos de carrera famosos.
Desde el SEAT 600 de cinco puertas, el Bocanegra, el Ronda "bicolor" usado para sellar el divorcio de FIAT y SEAT, el Panda "Papamóvil", el Toledo eléctrico, hasta los Ibiza Kit Car ganadores del WRC en la categoría de tracción delantera, los León de turismo, los primeros modelos de CUPRA (incluyendo al CUPRA Ibiza que no vio la luz) y autos como el Salsa, el primer Formentor, el Tribu o el Proto C, es sencillamente emocionante ver estos autos en vivo, en especial para uno que creció viéndolos en revistas españolas a muy corta edad.
Incluso, para satisfacer a ese niño interior, SEAT Históricos recreó maquetas "a pedales" muy fidedignas de varios de sus autos. Por supuesto que me monté en mi favorito, el Ibiza Kit Car de 1996 en color Kiwi fluorescente y pedalié hasta que me dolieron las piernas.
Lo de "anti-museo" es porque muchos de estos autos son funcionales y están en perfectas condiciones. De hecho, varios autos como el Toledo Marathon (el que corrió en el Dakar) o algunos de los Kit Car estaban siendo recogidos para participar en rallies históricos.
De esta colección salieron los cinco ejemplares que nos llevamos camino a una sinuosa pero muy entretenida ruta camino a Sitges. Todos estos autos tenían menos de 4.000 kilómetros, salvo el Ibiza de primera generación que contaba con menos de 2.000 kilómetros y el Ibiza GTI, recuperado con antigüedad y uso: estaba llegando a los 200 mil kilómetros.
Los Ibiza
El primer Ibiza que tomé fue el de cuarta generación (2008), de color azul y de la generación 6J, diseñado por Luc Donckerwolke (actual jefe de diseño de Genesis). Con su diseño de flecha, rompió con el estilo que venía evolucionando desde el primer Ibiza, usando el concepto de "líneas dinámicas" más marcadas, pero por otro lado, le tocó acomodarse un poco a las tendencias actuales, con un auto quizás menos deportivo en su conjunto dinámico (esto se dejó para los FR, Cupra y Bocanegra), pero que ofrecía un diseño único, completamente alejado del Audi A1 y del VW Polo del que derivaba su plataforma. Al hatchback de tres puertas se le bautizó como SportCoupé.
La dirección, aunque suave, es más ágil que la de modelos similares y la elasticidad de su motor 1.6 de 16v y 104 Hp es sorprendente, con una tercera inagotable. Frenos de disco en las cuatro ruedas y suspensión independiente completaban un paquete sorprendentemente maduro, considerando su edad.
El mejor de todos para mí, sin dudas fue el Ibiza de tercera generación, diseñado por Walter da Silva, un auto fruto de aquella época donde Volkswagen apuntaba a desarrollar modelos por sobre la media de su segmento y se notaba en los materiales y presupuestos. Este Ibiza contó con ese capital, con el fin de buscar una identidad distinta a la que tenía la segunda generación, muy emparentada con otros autos de Volkswagen. La ergonomía clásica de la época relegaba la radio y el climatizador a un punto más bajo de control, pero la textura de los materiales, el diseño del cuadro de instrumentos, todo apelaba muy bien al famoso slogan de SEAT de aquella época, uno que creo que define por completo a la marca: "auto emoción".
Mi unidad no era ni por lejos una de las más deportivas, pero parecía una. Con el mismo motor de su sucesor, el Ibiza giraba por todas las curvas como un auto netamente deportivo. La dirección tenía peso y un radio de giro más corto, ideal para morder todas las curvas de la zona más sinuosa que me tocó conducir en ese relevo. Escalar por el tacómetro sin miedo con un auto de 104 Hp puede parecer ridículo para muchos entusiastas del mundo motor, pero créanme que no hay nada más entretenido que llevar rápido un auto que técnicamente no es deportivo, pero que dinámicamente se porta como uno, superando por lejos al Škoda Fabia que manejé en 2015 con motor turbo y al siempre muy fiable Suzuki Swift. También tengo lindos recuerdos de mi propio Peugeot 208 VTI, pero entre estos hatchbacks compactos, el Ibiza de tercera generación lo único que hizo fue abrirme el apetito por la bomba que debe ser el modelo Cupra R de aquellos años.
Luego llegó un momento muy emotivo con un auto que se vendió en Chile pero no en esta versión. El auto con más kilometraje de todos era el GTI 1.6 16v de 130 Hp, la base del auto que después ganó tres años la categoría "Kit Car" con un motor de dos litros más potente, el mismo que se convertiría en el primer Cupra (Cup Racing) de la historia de SEAT. Su kilometraje se hacía notar, con crujideras o cicatrices de uso en el interior (por fuera estaba de museo). Incluso, corría un poco más caliente de temperatura que el resto de los autos y con pocos frenos, pero esas mismas imprecisiones, son cicatrices de una vida bien disfrutada. Costó acostumbrarse al embrague pesado y a la dirección algo inexacta, pero corría como ninguno y te transmitía hasta la última grieta del camino.
El Ibiza de segunda generación fue diseñado por Giugiaro en Italdesign, basado en el Proto C, pero más recto y menos redondeado. De hecho, ver el prototipo, nos hizo recordar al Nazca C2 de BMW, por la cúpula acristalada y el tratamiento de las luces frontales. Solo se sostuvo la silueta general (menos curva) y la zaga. También fue la base del Córdoba, la versión "con cola" del Ibiza.
Pedí que me dejaran el primero de todos para el final, en una ruta mixta entre curvas y carretera. El Ibiza de primera generación (en mi caso un 1.5 GLX), con el interior diseñado por Karmann, sin radio ni aire acondicionado, pero con controles satelitales que parecían sacados de un auto francés. El diseño exterior fue de Giugiaro, basado en un diseño pensado para el Golf Mk.2 de Volkswagen pero que no fue aceptado. Los motores, fabricados en base a las cilindradas que SEAT ocupaba por entonces, para hacer la fabricación más económica, fueron desarrollados por Porsche en Weissach: los famosos "System Porsche". En este caso, era un motor de 1.461 cc, SOHC, carburado y de 84 Hp.
Prende a la llave y sale con suavidad. La dirección con el volante algo inclinado es vaga en el punto muerto y me falta el espejo derecho, cosas típicas de autos de la época. Pero el motor, el tacto de la caja de cambios y la sensación de manejo, me hicieron querer llevarlo de punto a punto tal como los otros autos. Claro, el GLX rola como un auto típico de su época, no frena como los Ibiza posteriores al 2000 y la dirección hay que pelearla y volantear harto, pero todo se corrige cuando usas el acelerador y la precisa transmisión para volver a sentir esa elasticidad en el motor. Con la ventana abajo, el brazo afuera, aguanté el tráfico, mirando el mar y pensando que es muy increíble estar manejando este auto y sacándole kilometraje, con lo impecable que está.
De regreso, hice un cambio final y llegue a Zona Franca en el Ibiza Mk.3 para regrabar algunas cosas, pero no dejó de ser emocionante. Por el contrario, fue una formidable herramienta para sacarme el tráfico de encima y llegar a tiempo. El único auto que decidí no manejar, es el Ibiza de quinta generación, puesto que es un auto que conozco muy bien (mi pareja es dueña de uno) y me queda clara su relación precio/calidad, su nivel de conducción, seguridad y el andar de su motor 1.0 Turbo con caja automática, un cambio grande versus los 1.6 aspirados, pero que no le quita ni un poco de entretención al conducir.
Y solo después de haberlos manejado todos, encuentras la clave. Autos que siguen siendo entretenidos, agiles en su conducción, que llevan el sazón deportivo. Manejar un Volkswagen o un Audi es una experiencia mucho más estéril y sobria, al lado de cualquier auto de SEAT, con los mismos motores y la misma plataforma. Esto también es aparente en los modelos de CUPRA, lo que nos hace creer que hay futuro en autos modernos, que tengan alma, que sean entretenidos de manejar, que te generen una experiencia de manejo especial.
Este fue un paseo inolvidable, no solo por lo educativo que es comparar autos de distintas épocas a la vez, pero por como SEAT ha ido puliendo esta fórmula y adaptándola a distintos tiempos, combinando estilo, diseño y un performance dinámico único, sin importar que hablemos de un auto con 100 o 130 Hp. Son autos curtidos en estas carreteras estrechas, pero accesibles para muchos bolsillos. No necesitas un gran deportivo para pasarlo bien y el Ibiza lleva esa bandera muy en alto.