Las camionetas, al igual que los vehículos comerciales y los camiones, tienen ciclos de vida muy diferentes a los de vehículos de pasajeros. Esto es principalmente porque son vehículos de trabajo y se renuevan menos, en pos de mantener una mayor fiabilidad y estabilidad en ambientes de trabajo. La quinta generación de la Mitsubishi L200 tuvo casi 10 años de vida, con algunos facelifts y mejoras. En esos años han llegado muchas camionetas, pero también nos hemos acostumbrado a las de siempre, por lo que nuestra noción de ellas muchas veces cambia solo cuando conocemos a una nueva generación y nos damos cuenta que nuestras opiniones no han envejecido tan bien.
El 2016 por fin pude echarle manos a la L200 de esa generación, modelo que pude revisitar el 2019 con su facelift más moderno. La semana pasada estuve a bordo de la nueva Mitsubishi L200, modelo que conocí en el Salón de Tokio el año pasado y que se esperaba con ansias en Chile. Por cerca de 10 años ha sido el vehículo motorizado más vendido del país y desde 1997 ha comercializado 150 mil unidades, o sea es un auto de alta relevancia comercial. Se usa muchísimo en faenas y en la minería, pero también se ve en la calle por montones y quizás es el auto que mejor representa a nuestro país.
Mitsubishi lo sabe tan bien que para desarrollar esta sexta generación mandó a varios ingenieros de Japón a las faenas mineras de Chile, incluyendo al mismísimo "padre de la L200", Yoshiki Matsuda, con el fin de estudiar las mejoras que necesitaban para esta generación.
Entre las modificaciones, tenemos un reposicionamiento de los sensores del ABS, reubicación del alternador, un motor más potente, mejoras al sistema DPF, un chasis nuevo más rígido (el cual casi nos juraron "de guata" que no tiene nada de Nissan, que es lo que hasta el año pasado se creía), un estándar de seguridad más elevado (siete airbags de serie) y más refinamiento, incluyendo botones y perillas más grandes, pedales con mayor distancia entre ellos, dirección eléctrica, sistema multimedia de fábrica, transmisión manual con palanca aislada a la caja e incluso, respaldos que permiten girar el tronco hacia atrás de manera más cómoda para poder sacar objetos de las plazas traseras y más. Incluso nos contaron de como midieron las calaminas nortinas provocadas por los camiones para calibrar la suspensión y de cómo en generaciones pasadas ampliaron la capacidad de los posavasos al ver que las botellas plásticas convencionales terminaban como basura en los pisos porque no cabían.
Por supuesto que todo esto va de la mano de lo típico, un diseño nuevo por dentro y por fuera, con muchos elementos modernos que dejan a la antigua L200 en el pasado. Es cierto, tiene un estilo menos afilado y un interior más "SUVificado" pero después de haberla conducido camino a Vallecito, San Bartolo y Volcán Licancabur, las mejoras cobran vida.
Lo mejor que tiene la L200 es su conducción, principalmente dada por su dirección de asistencia eléctrica con desmultiplicación variable. Siempre me termino quejando sobre las direcciones eléctricas porque son de tacto muy sintético, pero siendo una camioneta de trabajo, Mitsubishi la hizo lo suficientemente aislada como para no tener que "pelearla" cada vez que vamos por caminos rotos, pero sin mutearla completamente, lo que la hace cómoda, precisa y te quita stress y fatiga tras largas horas de manejo. Este mismo efecto se logra con la caja manual, la que va conectada a la transmisión por piolas y no de manera directa, evitando sacudidas y permitiendo cambios más rápidos y con menos esfuerzo.
El motor también es notable. Chile será el único país de la región en contar con el propulsor Super High Power, o sea la variante biturbo de este nuevo motor, de la familia 4N1 pero nuevo (4N16). Tiene menos turbo lag, lo que permite salidas menos agresivas, menos retardos en la acción y una banda de torque más plana y más contundente desde bajas revoluciones, lo que ayuda a modular mejor los 201 Hp y 470 Nm de torque que tiene. Nos decían que las L200 anteriores se ahogaban más en altura (sobre los 4.000 metros) salvo que las llevaras en segunda e infladas. Ahora esto no pasa y puedes ir bastante más holgado y a velocidades mucho más regulares. Y no solo eso, ahora puedes remolcar 3.500 kilos.
La suspensión mantiene las ballestas traseras, cosa de poder cargar de 900 a 1.000 kilos, pero se trabajó en hacerlas más suaves. Junto a la rigidez del chasis, que es más ancho y más largo, se logra una suspensión más capaz, que amortigua de manera más contenida los baches y piedras.
Con todos estos elementos, se logra una camioneta que te agota menos tras largas tandas de conducción. Y por supuesto, al ir menos cansados, pudimos disfrutar mucho más de hacer otras cosas con la L200, como correr por tierra con las ventajas del sistema Super Select 4WD II de las versiones Dakar. Con la tracción en 4H, sin el bloqueo central y con el modo Gravel activado, llevarla fuerte por caminos abrasivos, trepar pendientes y cruzar ríos, nos hacía sentir a cada rato como en un rally. Y esta sensación fue reforzada más tarde con unas intensas "hot laps" como pasajeros de Hiroshi Masuoka, el dos veces campeón del Dakar, quien sacaba de cola a la L200 (aun con frenos de tambor atrás) y enfrentaba curvas a una velocidad donde cualquiera se volcaría, con una sonrisa de oreja a oreja y maniobrando el volante de la L200 como si fuese el de un citycar.
La nueva L200 está preparada para todo y aunque quizás no es la camioneta más refinada o la más potente, es la que logra convenir lo moderno con lo más tradicional. Sigue siendo una excelente camioneta de trabajo, pero ahora es más confortable, más capaz y más segura, sin perder sus capacidades robustas y durables.
Mitsubishi L200 2024 - a fondo con la sexta generación del superventas de Chile (Lanzamiento)